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Columna
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Los “canallas” de Carlos Bolsonaro contra las mujeres

Indignado por los reproches a una de sus publicaciones en Instagram, el hijo del candidato ultraconservador insulta a sus críticos

Juan Arias
Un grupo de mujeres se manifiesta contra Bolsonaro este miércoles.
Un grupo de mujeres se manifiesta contra Bolsonaro este miércoles. REUTERS

No era difícil leer como una provocación y una apología a la tortura, y hasta como una amenaza, la imagen colocada por Carlos Bolsonaro, hijo del candidato de ultraderecha del Partido Social Liberal (PSL) a las presidenciales, en su perfil de Instagram. En ella aparecía un hombre ensangrentado con los brazos atados, un saco de plástico atado en la cabeza y el hashtag #EleNao, que ha sido adoptado por el movimiento sobre todo de las mujeres, contra el candidato de ultraderecha.

Indignado por haber sido, según él, mal interpretada su publicación que pretendía ser sólo una crítica al arte contemporáneo, calificó de “canallas” a sus críticos, fundamentalmente mujeres. Y lo son porque ellas poseen una sensibilidad especial para detectar donde se esconden las bacterias del odio. Las mujeres, desde hace siglos, han sido siempre consideradas inferiores, casi un objeto al servicio de los varones. Han sufrido los latigazos de la discriminación y del desprecio. Poseen, por ello, un sexto sentido para distinguir la crítica, que forma parte de la dialéctica de la cultura, de las amenazas por disfrazadas que se presenten.

En otra columna recordé que es significativo que los hombres, que fueron quienes fundamentalmente crearon el lenguaje, hicieron femeninos los vocablos que evocan violencia, como guerra, armas, pólvora, tortura, y hasta la muerte. Ahora, el hijo del candidato de ultraderecha, admirador de la tortura y apasionado de las armas, ha lanzado contra las mujeres otro vocablo, también femenino, el de “canallas”, que evoca de nuevo tristes recuerdos de segregación.

Esa palabra dura que tortura al escucharla nuestros oídos ya fue usada en el pasado para insultar a los negros, a los judíos y a los árabes. Y hoy vuelve a resonar en Brasil para ofender, y quien sabe si amenazar, a las mujeres que se oponen a la cultura del odio y la violencia. Ellas pueden aparecer en su lucha contra la ignominia (otra palabra femenina) duras y desafiantes, pero en su corazón la mujer prefiere apostar por la paz y la concordia. Son ellas quienes siempre cuidaron de la vida y, cuando odian, es sólo contra todo aquello que engendra dolor y muerte.

No tiene, pues, sentido el estupor del hijo de Bolsonaro frente a la reacción que ha producido, sobre todo en las mujeres, la imagen de un torturado asociado con el hashtag #elenao, que ellas han acuñado contra el candidato que ha hecho de la exaltación de la violencia, el lema de su campaña electoral.

Soy un defensor empedernido de la libertad de expresión, por convicción y porque sufrí en mi profesión los latigazos de la censura durante la dictadura franquista. Por ello, no sé si el hijo de Bolsonaro debería o no ser condenado por su presunta apología a la tortura. Quizás su peor condena sea el desprecio, sobre todo de las mujeres. De aquellas que se oponen no sólo a la pólvora de las armas que mata a sus hijos antes de verlos crecer, sino también a lo que envenena la convivencia ya demasiado comprometida en este país y en estas elecciones por quienes prefieren apostar por la discordia y el odio, como si les diese miedo la concordia y la paz entre hermanos. Esas sí, dos palabras merecidamente femeninas.

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