“Vivimos en un país donde la vida no vale nada”
El célebre autor de la 'Misa campesina' afirma que Nicaragua vive una segunda revolución, esta vez contra el presidente Ortega. “Es un hito en nuestra historia”, asegura
Carlos Mejía Godoy, el célebre cantador nicaragüense, estaba apostado el pasado 22 de junio en las afueras de la Dirección de Auxilio Judicial, bajo el ardor del mediodía en Managua. A esa prisión, popularmente conocida como El Chipote y denunciada como centro de torturas, fueron trasladadas decenas de jóvenes capturados ilegalmente en los barrios de Managua y otras ciudades del país, la mayoría de ellos por protestar contra el Gobierno del presidente Daniel Ortega. El autor de la Misa campesina exigía información sobre Joel Moraga, familiar de Milciades Herrera, su compañero artístico durante más de cuarenta años.
A su alrededor decenas de madres esperaban también saber algo de sus hijos. La escena de este hombre quebrado en llanto, junto a mujeres humildes, cansadas, desesperadas y golpeadas por el dolor, conmovió al país entero y se convirtió en la muestra inequívoca de que el terror que sufre Nicaragua puede tocar a la puerta de cualquiera. “Vivimos en un país donde la vida no vale nada”, dijo Mejía Godoy (Somoto, 1943), autor de las célebres líricas que cantaban loas a la revolución sandinista que derrocó la dictadura somocista.
Casi cuarenta años después de aquella gesta, el autor de Son tus perjúmenes, mujer, vuelve a la carga con su talento para componer canciones de una nueva épica: el levantamiento estudiantil que desde abril despertó del letargo a los nicaragüenses, que desde entonces exigen el fin del régimen de Ortega, a un costo de más de 200 muertos y miles de heridos. Tras cantar a las madres que estaban junto a él, Mejía Godoy hizo una pausa en su protesta y conversó con EL PAÍS dentro de su coche, para aliviar un poco los más de 30 grados que caían a plomo sobre las aceras del edificio infame, donde esas mujeres esperan noticias de sus hijos.
Pregunta. ¿Qué siente usted cuando ve a las madres apostadas a las afueras de esa prisión denunciada como centro de torturas, que es El Chipote de Managua?
Respuesta. Se me rompe el alma. Se me rompe el alma y quisiera que cada una de estas lágrimas se convirtiera en una llama que quemara el corazón del tirano. Que cada lágrima se propagara por toda Nicaragua, porque estas madres no cesan de llorar, no cesan de orar, no cesan de estar aquí al lado de sus hijos esperando su libertad. ¡Dios las bendiga! Estoy cansado de tanto crimen y tanta impunidad. Vivimos en un país donde la vida no vale nada, pero el pueblo tiene que seguir en la lucha, en las calles. Que esas madres sepan que no están solas en su derecho de recuperar a sus hijos.
P. A usted lo inspiró la épica de la revolución sandinista. ¿Qué siente ahora cuando ve que se están repitiendo muchos de los patrones de violencia de la dictadura somocista?
Que esas madres sepan que no están solas en su derecho de recuperar a sus hijos
R. No fuimos los únicos, pero tuvimos la suerte, el privilegio, de escribir las crónicas sobre la historia de esa lucha. Nunca dejamos de componer canciones en todos esos años. Después de la derrota electoral del noventa, y después de todos los cambios que sufrió Nicaragua, cuando nosotros nos retiramos de la vida política, explicábamos que nos retirábamos de la vida partidaria, pero que seguíamos sustentando nuestros principios y valores. Siempre digo: no he encontrado una coma, una tilde, una palabra de mis canciones por las cuales me sienta avergonzado o que tenga que corregir. ¡No! Afortunadamente, esas canciones fueron escritas para los héroes, son para los que ya cerraron su vida y hasta el último aliento fueron consecuentes con ese principio revolucionario.
P. ¿Qué opina de la represión que se ha desatado en Nicaragua a partir del 18 de abril y que ha dejado más de 200 muertos?
R. Este es el apocalipsis de Nicaragua. Y no es una metáfora fuera de lugar, o como se dice en literatura, una hipérbole. Es una realidad; es real y cruel. Es algo que nos revuelve la bilis y el corazón. Es por eso que con mi hermano [Luis Enrique Mejía] no hemos cesado de escribir canciones. Llevo ya 10 canciones compuestas y todavía hay muchas cosas que escribir. Porque nosotros vamos a pasar y las canciones, de alguna manera, van a ser como un pequeño referente de lo que vivió este país. Acabo de componer el tema Monimbó, siempre con vos, que está basado en la legendaria danza negra que fue el icono musical de los años 80, cuando los monimboseños se levantaron con sus marimbas, con sus bombas de contacto, hasta con sus hamacas y hasta con sus enseres domésticos para enfrentarse a los tanques de Somoza.
P. ¿Qué significa ahora el Frente Sandinista?
R. Es un referente de la historia. Yo nunca fui militante de broche, ni de carnet, fui militante de acción y no me gané esa militancia haciendo canciones, me las gané haciendo trabajo de hormiguita como cualquier ciudadano. Por eso me siento honrado de haber pertenecido a esa organización, pero esa organización terminó un ciclo y el remanente que quedó, es esto que estamos viendo ahora. Divorciado absolutamente de los principios de Carlos Fonseca (fundador del FSLN).
P. ¿Qué opina usted del presidente Daniel Ortega?
R. No quiero opinar, porque no quiero que suene a un asunto personal. Yo no tengo nada personal contra el individuo Daniel Ortega, sino contra lo que él representa y lo que él representa es el apocalipsis de Nicaragua. Es lo que puedo decir.
La única revolución que yo conozco es la de esos primeros muchachos que cayeron por esta situación desde abril
P. El Gobierno de Ortega dice que es la continuación de la revolución sandinista, la misma por la que ustedes dieron el arte, lucharon, pusieron en peligro su vida. ¿Qué pasó con esa revolución?
R. La única revolución que yo conozco, ahorita, es la revolución que nunca nos imaginamos, esta que estamos viviendo. La revolución desde las calles, la revolución desde el civismo de esos muchachos valerosos, de esos primeros muchachos que cayeron por esta situación desde abril. Esa sangre estoy seguro no será en vano y la revolución de abril será un hito en la historia de Nicaragua.
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