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Polonia no cede y defiende las reformas que liquidan la separación de poderes

"La amenaza al Estado de derecho persiste", advierte el vicepresidente de la Comisión, Frans Timmermans

Álvaro Sánchez
El ministro de Exteriores español, Josep Borrell, conversa con su homólogo holandés, Stef Blok (d), y el vicepresidente de la Comisión, Frans Timmermans, en Luxemburgo, este martes.
El ministro de Exteriores español, Josep Borrell, conversa con su homólogo holandés, Stef Blok (d), y el vicepresidente de la Comisión, Frans Timmermans, en Luxemburgo, este martes.JOHN THYS (AFP)

La erosión del Estado de derecho lleva a Polonia al banquillo de los acusados. Varsovia, durante años estandarte del éxito de la ampliación de la UE al Este, ha perdido en los últimos tiempos sus credenciales europeas mientras se desliza hacia lo que algunos analistas califican de autoritarismo blando u orbanización —en referencia al primer ministro húngaro, Viktor Orban—. Acorralada entre acusaciones de aprobar leyes que quiebran la independencia judicial, este martes ha inaugurado un nuevo instrumento consecuencia de esa peligrosa deriva: por primera vez un Estado miembro se ha sometido al interrogatorio de sus socios en el Consejo de la UE tras la activación del artículo 7 de los tratados. La audiencia se ha saldado con una nueva decepción, si bien los motivos para el optimismo eran ya escasos antes de esa suerte de juicio público: "No hemos visto nuevos pasos por parte del Gobierno polaco. No han informado de cambios más allá de los que ya han hecho", aseguró el vicepresidente de la Comisión Europea, el holandés Frans Timmermans.

Antes de las preguntas, tanto Bruselas como Varsovia presentaron sus posiciones en Luxemburgo y escenificaron su desencuentro. Polonia hizo bandera de las recientes concesiones para rebajar sus reformas, incluida la introducción de limitaciones a que el ministro de Justicia pueda nombrar y despedir a los jueces a voluntad, como pretendía en un principio. Los Estados miembros preguntaron, pero las respuestas no han sido satisfactorias. La UE espera nuevos gestos para desencallar la situación, pero las expectativas que generó hace unas semanas un amago de acercamiento promovido por el ultranacionalista Jaroslaw Kaczynski, líder en la sombra del Ejecutivo de Varsovia, sigue sin hacerse realidad. "La amenaza sistémica al Estado de derecho persiste. Necesitamos más pasos de la parte polaca", insistió Timmermans.

Si no hay marcha atrás de última hora, el próximo martes entrará en vigor la controvertida reforma del Tribunal Supremo, aprobada por el Parlamento e impulsada por el Gobierno de Ley y Justicia (PiS en sus siglas polacas). La legislación, que atenta contra la separación de poderes, podría obligar al 40% de los jueces a jubilarse anticipadamente a partir de julio. La Comisión Europea estima que eso y el fin de la independencia judicial son sinónimos. Y lo percibe como un claro incumplimiento de los tratados comunitarios.

La vía del artículo 7, abierta el pasado diciembre, sigue por tanto adelante. El botón nuclear que inició el proceso en el que Polonia se encuentra ahora inmersa no ha sido desactivado. En el peor escenario, podría desembocar en la suspensión del derecho a voto para Polonia en el Consejo Europeo. Pero en un momento en que la crisis migratoria se ha convertido en el centro de atención por su potencial para abrir grietas, el futuro post Brexit sigue sin estar claro y aparecen nuevas prioridades en materias como la seguridad, nadie espera ni desea llegar a ese extremo ni abrir un nuevo frente. Así lo ha expresado Timmermans al ofrecer la enésima mano tendida. "Hay que resolver este tema a la manera europea, con diálogo", ha afirmado. En cualquier caso, la retirada del derecho a voto a Polonia resulta poco factible, dado que se necesita la unanimidad de los Veintiocho. Algo impensable con Hungría embarcada en derivas similares.

Haya o no castigo, el daño parece hecho. Polonia ha visto reducida su capacidad de influencia y el próximo presupuesto contempla desplazar fondos del Este al Sur del continente para cubrir con dinero europeo los gastos que comporta la vigilancia fronteriza y la llegada de migrantes a los países receptores. Las prioridades cambian y la actitud polaca le aleja del núcleo duro de la UE tras años de aparecer como alumno aventajado y crecer por encima de la media, en parte gracias al maná comunitario caído en forma de fondos de cohesión. Según cifras de la Comisión Europea, entre 2015 y 2017 la UE financió más de la mitad de las inversiones públicas en Hungría y Polonia.

Superado el trámite sin novedades, la presión sobre Polonia se mantiene. Y viene tanto de la UE como de sus propias calles. Este martes, mientras Bruselas y Varsovia discutían en Luxemburgo, más de una decena de grandes ciudades polacas acogieron manifestaciones para denunciar las reformas judiciales. Con la brecha todavía abierta, Timmermans legó su esperanza a una vuelta al espíritu del que hablaba Ronald Reagan al referirse a Polonia en plena Guerra Fría. Al término de la reunión tiró de una cita del presidente estadounidense, pronunciada ante el Parlamento británico en 1982, para animar a Varsovia a rectificar. "Polonia no es Oriente ni Occidente. Polonia está en el centro de la civilización europea. Ha contribuido poderosamente a esa civilización. Y lo sigue haciendo hoy al ser espléndidamente irreconciliable con la opresión".

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Sobre la firma

Álvaro Sánchez
Redactor de Economía. Ha sido corresponsal de EL PAÍS en Bruselas y colaborador de la Cadena SER en la capital comunitaria. Antes pasó por el diario mexicano El Mundo y medios locales como el Diario de Cádiz. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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