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Houston se rebela contra un albergue para los niños inmigrantes más pequeños

Las autoridades planean abrir un cuarto centro en Texas para chicos de meses o pocos años de edad que fueron separados de sus padres tras cruzar ilegalmente la frontera

El almacén de Houston que fue elegido para albergar a niños inmigrantes, el martes
El almacén de Houston que fue elegido para albergar a niños inmigrantes, el martesLARRY W. SMITH (EFE)

Un alcalde que se niega públicamente a cooperar con el Gobierno y el sector privado para abrir un centro de detención, líderes religiosos hablando de una crisis moral y organizaciones de derechos civiles enardecidas. Esta fue la reacción el martes en Houston a la política de tolerancia cero en inmigración de la Administración de Donald Trump y al anuncio de que la ciudad acogería un albergue para menores inmigrantes.

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Sin cruzar una sola palabra con funcionarios locales, la Administración estadounidense coordinó cada paso para abrir un nuevo refugio para niños migrantes en Houston a través de la compañía Southwest Key Programs, el mismo contratista que opera otro centro para menores en el sur de Texas. La idea es utilizar un edificio que antes era una bodega para albergar a más de 240 niños de corta edad que han llegado solos a EE UU o fueron separados de sus padres tras cruzar ilegalmente la frontera. Sin embargo, la decisión de la Casa Blanca, este miércoles, de acabar con la ruptura de familias de indocumentados puede dejar en el aire ese proyecto.

El Departamento de Salud y Servicios Sociales ya dispone de tres albergues de “edad tierna” en el sur de Texas, gestionados por compañías privadas. Allí ha mandado a niños de corta edad, la mayoría menores de cinco años y algunos bebés que aún no saben hablar, según la agencia AP. Tras ser separados de sus padres, los menores no pueden pasar más de 72 horas en un centro de detención policial y son trasladados a refugios, donde permanecen hasta que se encuentre a una familia que quiera acogerlos.

El alcalde de Houston, el demócrata Sylvester Turner, admitió el martes que no conoció hasta la semana pasada la apertura de un albergue en la ciudad y que él estaba en negociaciones con el dueño de ese edificio, David Denenburg, para convertirlo en un refugio para personas sin hogar. También insistió en que trató, sin éxito, de convencer a Southwest Key y a Denenburg de desistir del acuerdo

“La línea de lo inaceptable la marcan los niños, no podemos permitir esto. Hemos estado callados demasiado tiempo. No puedo apoyar esta decisión”, dijo en una rueda de prensa, rodeado de líderes comunitarios, legisladores y representantes religiosos.

El alcalde reconoció que usará los recursos que están a su disposición para retrasar la apertura del centro. Para formalizarla, se necesita una inspección del cuerpo de bomberos y un permiso del Departamento de Salud local. Además, requieren de una licencia estatal.

Turner dijo que “se tomará todo el tiempo que sea necesario para realizar las debidas inspecciones” y que será extremadamente meticuloso. “No permitiré que nadie me apresure”, recalcó. Y le pidió expresamente al gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, que no otorgue la licencia necesaria para el nuevo centro en Houston.

“En la reunión que tuvimos con Southwest Key y el Departamento de Salud dejamos claro que no estamos a favor de tener un lugar así. Southwest se justificó diciendo que están ahí para ayudar a los niños y que no son ellos los que generaron la política”, explicó a EL PAÍS el legislador estatal Robert Gallegos, quien representa al distrito donde se creará el nuevo centro.

Los legisladores republicanos que tienen muy reñida su reelección en los comicios de noviembre se han convertido en el principal foco de ataques de demócratas. Mientras los principales líderes conservadores a nivel nacional se han unido a las críticas en contra de la política de tolerancia cero, que hasta este miércoles implicaba separar a padres e hijos tras cruzar la frontera dado que presentan cargos penales contra cualquier adulto.

Texas es el epicentro de esta crisis. El Estado cuenta con 35 centros de detención para inmigrantes con capacidad para albergar menores. Como Estado fronterizo con México, recibe uno de los mayores influjos de familias en la frontera. Más de 2.000 niños han sido separados de sus padres entre el 19 de abril y principios de junio, según el Departamento de Seguridad Nacional.

Hasta ahora, al llegar a Estados Unidos y ser capturados por la Patrulla Fronteriza los padres eran procesados en el sistema legal estadounidense mientras los niños pasaban a manos de la Oficina de Reasentamiento de Refugiados del Departamento de Salud.

Desde el inicio, en abril, de la nueva política de mano dura fronteriza, el Gobierno ha tratado de expandir la capacidad de los centros de custodia. La semana pasada se abrió un campamento temporal en Tornillo (Texas), que alberga a 360 menores pero que puede acoger a muchos más.

“Yo soy una persona de fe. Lo más importante para Dios es la familia. Esto no solo va a perjudicar nuestra seguridad pública sino que va contra la fe. Yo soy refugiado político cubano, la ley permite que las personas busquen asilo y no habla en ninguna parte de separar a las familias”, dijo el jefe de la policía de Houston, Art Acevedo.

Pero en el terreno estatal los políticos republicanos, como Abbott, el senador Ted Cruz y el comisionado de tierras George P. Bush, sobrino y nieto de expresidente, se han enfocado más en culpar a los demócratas de la crisis migratoria que en criticar la política de tolerancia cero de Trump.

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