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El enredo judicial del siglo en Francia, ¿un caso de agresión sexual?

Casi cien años después de la condena de un hombre por asesinato, sus nietos aseguran que este fue cometido por la esposa del acusado y que fue para defenderse del ataque de un hombre

Guillaume Seznec con uno de sus nietos en 1950
Guillaume Seznec con uno de sus nietos en 1950YVES FORESTIER (GETTY IMAGES)
Silvia Ayuso

El crimen que lleva casi un siglo trayendo de cabeza a la justicia francesa acaba de dar otra sorpresa. Guillaume Seznec siempre negó haber matado en mayo de 1923 a su amigo y socio, Pierre Quémeneur. Pero por su muerte, a pesar de que nunca apareció su cadáver, Seznec fue condenado a cadena perpetua, pena de la que cumplió 20 años de trabajos forzados en un duro penal de la Guyana francesa antes de ser indultado. Su familia lleva desde entonces intentando que la justicia lo rehabilite a título póstumo, sin éxito. Ahora, dos de sus nietos han roto el silencio sobre lo que llaman el “secreto de familia”, una revelación que, efectivamente, exonera a su abuelo, aunque no a la familia, ya que responsabiliza de lo que califican de “homicidio involuntario” a su abuela, Marie-Jeanne.

Según Jean-Yves y Gabriel, nietos de Guillaume y Marie-Jeanne Seznec, todo fue un acto de “defensa” ante una agresión sexual.

Así se lo transmitió su padre, el pequeño Guillaume, hijo del condenado, a sus hijos, y estos lo han contado, 95 años después de los hechos, en un programa de la televisión francesa.

“Era un domingo, según él (Guillaume Seznec hijo)”, relató Gabriel en la cadena France 2 la versión que escuchó de su padre. “Él estaba jugando fuera, en el patio, cuando escuchó gritar a su madre, debatirse. En resumen, que la estaban agrediendo. Al ir a mirar por la ventana, vio a Quémeneur en el suelo, encogido. La criada también estaba allí. Y Quémeneur estaba muerto”.

“La abuela solo se defendió, hizo un gesto defensivo”, acotó su hermano, Jean-Yves. “Nuestro padre no vio cómo cayó Quémeneur (…) su madre le dijo que le levantó la mano porque Quémeneur la había agredido, que la había manoseado”.

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Cuando Guillaume Seznec llegó a casa y vio lo sucedido, llamó a un amigo y ambos se llevaron el cuerpo a un lugar desconocido, después de hacerle jurar a toda la familia que guardarían el secreto. Sin embargo, según sus nietos, cuando la policía llegó tiempo después para llevarse detenido a Seznec, su mujer se derrumbó y lo confesó todo. Pero nadie le creyó.

La versión oficial, por la que Guillaume Seznec acabaría purgando 20 años de su vida en un durísimo penal de la Guyana francesa, es que el bretón mató a Quémeneur durante un turbio viaje de negocios de Bretaña a París, donde se perdió su rastro. Ambos habrían estado involucrados en un intento de vender en la Unión Soviética coches Cadillac abandonados por las fuerzas estadounidenses en Francia durante la I Guerra Mundial. La maleta de Quémeneur apareció un mes después de su desaparición en la estación de Havre. Dentro había un documento falsificado en el que Quémeneur le dejaba unas tierras en caso de muerte a Seznec, lo que fue considerado en el juicio prueba de su culpabilidad.

“Ellos no querían su muerte, fue un homicidio involuntario”, insisten sus nietos casi un siglo más tarde.

La teoría de que fue la abuela la que mató a Quémeneur no es nueva. El primero en lanzarla fue el antiguo abogado de la familia, Denis Langlois, en un libro publicado en 2015. Según relata, Marie-Jeanne Seznec le habría atizado a Quémeneur con uno de los candelabros que adornaban el salón de la chimenea de la casa –aquí la versión se desvía de la de los nietos– para frenar los “insistentes avances” del amigo de su marido. Langlois asegura que así se lo confió el pequeño Guillaume Seznec a su sobrino Bernard Le Her hace décadas, en 1978. “Es la misma versión que la que han contado (sus hijos) Jean-Yves y Gabriel Seznec, con algunas variaciones”, dijo el abogado, ya retirado, al diario Le Figaro.

Langlois está convencido de que el cadáver de Quémeneur fue enterrado en el suelo de una bodega aledaña a la casa. A comienzos de año, los actuales dueños de la vivienda de los Seznec en Morlaix, en Bretaña, dieron su permiso para que un grupo de voluntarios realizaran excavaciones para buscar el cadáver. El descubrimiento de dos huesos alentó las esperanzas, hasta que expertos determinaron que eran restos animales. Sin embargo, Langlois y sus colegas no se dan por vencidos. En las excavaciones se hallaron también unas “cenizas y escoria” que todavía están por analizar. “Nos gustaría que la justicia examinara esos restos e iniciara un proceso de revisión” del caso, declaró el abogado a Le Figaro. Según Langlois, “nos acercamos a la verdad judicial”. Pero el caso no está aún cerrado.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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