La lista negra de la “misteriosa red Soros” en Hungría
Una revista afín al Gobierno húngaro publica el nombre de 200 activistas, periodistas o profesores que vincula al magnate, a quien Orbán considera enemigo del Estado
Viktor Orbán los ha llamado “mercenarios”; también “enemigos del Estado”. Ahora, una revista afín al Gobierno húngaro ha publicado una lista de personas que “pertenecen a la red de George Soros”, el magnate y filántropo húngaro-estadounidense a quien el primer ministro de Hungría considera su enemigo número uno. Con nombres y apellidos, como en los tiempos más oscuros, decenas activistas de derechos civiles, intelectuales o periodistas de investigación han sido señalados por la publicación, Figyelo, en un artículo titulado “Los hombres del especulador”. Un nuevo ataque que ha activado las alertas internacionales, que ya observaban con atención a Hungría tras la amplia victoria del ultraconservador, eurófobo y nacionalista Orbán el pasado domingo.
La lista negra incluye unos 200 nombres que forman lo que denominan una “red misteriosa” vinculada a Soros. Entre ellos hay algunos empleados de organizaciones como Amnistía Internacional, Human Rights Watch o de Transparencia Internacional, la organización que analiza la corrupción y el estado de las instituciones; también activistas de entidades como el Comité Helsinki, que trabaja con solicitantes de asilo. Además, la publicación también pone en la diana a conferenciantes y miembros de la Universidad Centroeuropea de Budapest, un prestigioso centro liberal financiado por Soros y cuya existencia está amenazada por el Gobierno húngaro. Todos forman parte de entidades que reciben fondos —en mayor o menor medida— de la fundación del magnate Soros, que financia proyectos para promover la sociedad civil en todo el mundo.
El primer ministro húngaro, que con su gran triunfo iniciará su tercer mandato consecutivo, ha basado su campaña electoral en mensajes contra la inmigración y contra Soros, de quien asegura que busca intervenir en la política interior húngara para debilitar al Gobierno. En marzo, Orbán afirmó que el Ejecutivo conocía los nombres de más de 2.000 miembros de lo que llamó “Ejército de mercenarios de Soros pagados para trabajar por derribar el Gobierno”. “Sabemos quién es esa gente, sabemos su nombres y cómo y por qué están trabajando para transformar Hungría en un país de inmigrantes”, afirmó en la radio pública.
Ahora, la revista Figyelo, antes prestigiosa y respetada y ahora en manos de una aliada de Orbán, publica el listado de algunos de ellos. El Gobierno de Orbán ha eludido comentar el tema y ha derivado todas las preguntas a la publicación, que ha definido la reacción sobre el artículo como “ola de histeria”. El listado, ha dicho también, "está lejos de estar completo” y afirmó que añadiría a todos aquellos que quisieran aparecer y eliminaría a aquellos que lo pidieran, “avergonzados por haber sido incluidos en el directorio Soros”.
La Universidad Centroeuropea ha alertado de lo que supone la publicación de la controvertida lista. “Es un intento flagrante de intimidación que es peligroso para la libertad académica y, por tanto, para toda a vida académica húngara”, ha dicho su rector, el canadiense Michael Ignatieff. No es la primera vez que un medio pro-Gobierno publica un listado similar —en septiembre del año pasado un medio digital dio el nombre de cinco periodistas de investigación “al servicio de Soros"—, pero es el ataque más grave.
Algunas organizaciones, como Transparencia Internacional, que también recibe fondos de la Open Society Foundation de Soros (alrededor de un 13% de su presupuesto), están estudiando iniciar acciones legales contra ataques como los que están sufriendo. “La lista de hoy es otro intento de intimidar a las organizaciones cívicas y a sus miembros y seguidores”, ha declarado indignado el director de Amnistía Internacional en Hungría, Julian Ivan. Desde el Comité Helsinki coinciden en que el listado y el artículo —que llega a consignar a cinco personas ya fallecidas— pretende asustarles. “Continuaremos fuertemente comprometidos con la defensa de los derechos humanos tanto tiempo como aquellas personas en situaciones desesperadas busquen nuestra ayuda”, dice la organización, que exige a la revista que se disculpe con quienes aparecen en el listado antes de que sus nombres se usen con fines espurios.
La de jueves es una embestida más de Orbán contra la sociedad civil, sobre todo a las organizaciones que reciben fondos extranjeros, a quienes pretende atenazar con una ley que podría hacerlas desaparecer. La nueva norma, que el Gobierno impulsara en mayo, prevé que estas entidades pagan una alta tasa, reciban permisos especiales de Ministerio de Interior, se sometan a controles de Seguridad Nacional. También prevé una serie de medidas para sus empleados, fundamentalmente a aquellos que trabajen en temas migratorios, a quienes puede llegar a prohibirles acercarse a la frontera. La ley le ha costado a Hungría un aviso de la Unión Europea, que ha abierto contra el país un procedimiento de infracción. Aún así, parece que Orbán la va a sacar adelante.
El jueves se hizo público un informe de una Comisión del Parlamento Europeo que pide que se aplique a Hungría otro procedimiento disciplinario en virtud del llamado artículo siete, por su vulneración de los derechos fundamentales. “El imperio Soros aumenta la presión sobre el pueblo húngaro”, contestó el ministro de Exteriores húngaro, Peter Szijjarto.
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