La verdadera batalla de Gustavo Petro
¿Puede el candidato de la izquierda colombiana ganar las elecciones presidenciales?
Toda Colombia y parte del extranjero se hace la misma pregunta. ¿Puede Gustavo Petro ganar las elecciones presidenciales? ¿Es posible que la izquierda, una izquierda que no pertenece a ninguna de las formaciones tradicionales, se gane la democracia más duradera de Latinoamérica? Echemos las cuentas para responder, como probablemente las estén echando él y su equipo.
Para vencer en la segunda vuelta, primero hay que estar. Lógico. Así que toca empezar con la primera. El candidato que logró pasar a segunda vuelta con un menor porcentaje de votos fue Antanas Mockus en 2010: un 21.5%. Eso, con el censo actual y una participación en la media (de más o menos la mitad de los votantes registrados), deja el listón en unos 3.700.000 votos. En su consulta Petro ya sumó 2.850.000. Si le añadimos el medio millón de su rival, Caicedo, la barrera está a escasos 300.000 sufragios de distancia. Incluso si la subimos un poco, al cuarto millón, no parece para nada inalcanzable. Las encuestas ya le están dando esos valores. Además, en torno a un 30% de los votantes potenciales estaría a la izquierda del espectro ideológico. Suficiente para completar la cifra mágica. Pero claro, esto es una competición de cinco, y la posición final de dicha barrera depende enteramente de lo que hagan sus rivales. En otras palabras: para que las opciones de Petro se mantengan vivas, el voto de centro-derecha tiene que unirse, y el de centro-izquierda debe mantenerse dividido.
Los partidos que apoyan a Sergio Fajardo y a Humberto de la Calle sumaron por sí solos esos cuatro millones de votos que empiezan a colocar a un candidato muy cerca de la segunda vuelta. El problema, claro está, es que permanecen divididos. Más aún: el problema es que, gracias a la hábil convocatoria de una consulta, Petro ha logrado hacer ver que su candidatura es de alguna manera más viable que la de sus rivales, aunque cuando uno cuenta voto por voto esto no sea cierto… siempre que dichos rivales lograsen unir sus fuerzas, claro. Mientras eso no pase, Petro es de hecho más viable. Y por tanto también está en disposición de lograr esos 500.000 o 600.000 votos extra (del Polo, de la Alianza Verde, de los flancos más izquierdistas del liberalismo, de la abstención), que pueden verse atraídos por la viabilidad del exalcalde.
Una vez conseguido eso, Petro necesita que la derecha se una. Pero no demasiado. Volvamos a los números: todas las formaciones que no son de izquierda (U, Cambio Radical, Conservadores, Centro Democrático, Opción Ciudadana y votos cristianos) casi alcanzaron los diez millones de sufragios el pasado domingo. Ese es el caudal que se disputan Vargas Lleras y Duque. Si se lo dividen parejo, tocan a casi cinco para cada uno. Una cifra difícilmente alcanzable para Petro, toda vez que Fajardo y De La Calle no van a desaparecer del mapa. Sin embargo, si uno de los dos candidatos de derecha sube será porque el otro baje. Si desciende lo suficiente como para que a Petro le baste ese mágico cuarto millón, tendrá todas las opciones de pasar. Pero claro, no tanto como para que le venzan en primera vuelta.
Centro-izquierda dividido, derecha coordinadama’ non troppo. No suena tan difícil, dado el panorama actual. De hecho, parece lo más plausible hoy por hoy. Pongamos, por tanto, que Petro llega así a la segunda vuelta contra el que domine en el otro extremo entre Vargas y Duque. Ya está compitiendo por la Casa de Nariño. ¿Cómo la logra?
Para empezar, y en cualquier caso, hay que aclarar que Petro necesita el voto de centro y centro-izquierda. Si no absorbe la mayoría de esos cuatro millones liberales, verdes y polos, ni siquiera cuenta con una base razonable para competir. Se quedaría sin ellos en un Mockus 2010, en los entornos del 30%.
Pero con sumarlos no basta. Si (llamémosle así) Duque/Vargas logran acumular casi todo el caudal de casi diez millones, ¿qué puede hacer toda la izquierda y el centro ante eso? ¿Qué le queda a Petro? Le quedan dos cosas: desmovilizar el voto de derecha con campañas negativas, y sacar apoyos de la abstención al tiempo que mantiene la coordinación del centro y de centro-izquierda en torno suyo. Una estrategia Galán-Gaitán-Rojas Pinilla, por citar un famoso verso del rock colombiano de los noventa. Las recientes referencias de Petro a las dos primeras figuras de esa lista no es, ni mucho menos, casual (al General se le suele dejar de lado por aquello de que fue el único gobernador no electo de Colombia).
Él mismo sabe, o debería saber, que esta es una hazaña harto difícil… en 2018, al menos. Pero, ¿y en 2022? Repasemos el que ahora mismo aparece como escenario central: Petro llega a segunda vuelta, se muestra como única alternativa viable a la derecha, y desarrolla una campaña que, aunque no triunfe, va encaminada a atacar con saña a sus vivales además de ampliar su base con aquellos que compren sus ataques desde posiciones otrora más moderadas. Esta es, en realidad, la única forma que tienen los extremos de conquistar un espacio político. Es a lo que Podemos se refería en España con la metáfora de ‘asaltar los cielos’. Lo que lograron Correa, Evo y Chávez en sus respectivos países. Primero, dividir la oposición de la que formas parte. Después, identificar un rival en el extremo ideológico y social opuesto. Por último, asegurar que, con la oposición dividida, tú eres la opción de cambio que queda.
Esta es la auténtica batalla de Petro: conquistar la oposición, achicar las posiciones moderadas. Es eso lo que está en juego de aquí al 27 de mayo, más que la propia presidencia. Si han echado las cuentas, el candidato y su equipo lo saben: está en juego el espacio de centro e izquierda. Porque la derecha ya ha demostrado que puede poner diez millones de votos en las urnas, uno a uno. La pregunta es quién quedará de pie la mañana del 18 junio para construir una alternativa en los siguientes cuatro años.
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