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La Liga llama a la puerta del Movimiento 5 Estrellas

Salvini, convertido en el motor del centroderecha, se abre a cualquier combinación para formar Gobierno excepto a un pacto con el PD

Daniel Verdú
Matteo Salvini, líder de la Liga, ayer en Roma.
Matteo Salvini, líder de la Liga, ayer en Roma.Alessandra Tarantino (AP)

La situación política en Italia se parece cada día más a aquellas adivinanzas en las que un granjero debía cruzar a la otra orilla de un río a un lobo, una cabra y una col sin que alguien terminase engullido. Nadie tiene los números para formar Gobierno por si solo, pero las combinaciones que lo permitirían no gustan a sus protagonistas. Matteo Salvini no quiere al PD, que es el único con quien, en cambio, pactaría su socio, Silvio Berlusconi. En cambio, el líder de la Liga, se abre a un acuerdo con Movimiento 5 Estrellas, que preferiría hacerlo con la formación de Matteo Renzi, que prometió antes de dimitir que aceptaría cualquier cosa menos un pacto de Gobierno con los grillinos.

Diez días después de las elecciones, nadie en Italia tiene ni idea de cómo encajar el complejo resultado con la formación de un gobierno. Los vencedores reales, Movimiento 5 Estrellas (32,7% de los votos en la Cámara de Diputados) y La Liga (17,4%), cada vez lo son más y lideran los movimientos subterráneos necesarios para llegar a algo parecido a un acuerdo antes del día 23 de marzo, cuando se formarán las cámaras y deberían fijarse unos mínimos comunes para elegir a sus presidentes. Ambos partidos han dejado claro que no quieren un gobierno técnico de transición. De modo que o se pasa por su aro, o Italia volverá a pasar por las urnas. Una situación que incomoda enormemente al presidente de la República, Sergio Mattarella, por la inestabilidad que genera y por el coste que supone (alrededor de otros 300 millones de euros)

Matteo Salvini, líder de la creciente Liga, engrandece su peso político a medida que pasan los días y sus apariciones se multiplican. Su socio, Silvio Berlusconi, quién sabe si a la espera de algún golpe oculto, va menguando en silencio. Y el que manda ahora mismo, que este miércoles visitó la asociación de la prensa extranjera de Roma para hablar en clave europea, asegura que la coalición se abrirá al Movimiento 5 Estrellas para formar un Ejecutivo, pero en ningún caso al PD. “Estamos abiertos a todas las posibilidades, menos a un Gobierno con los grandes derrotados”, lanzó tras asegurar que habla en nombre de la coalición de centroderecha y que La Liga que no participará en ningún Gobierno sin su socio de Forza Italia

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Esa posibilidad sería la peor para Berlusconi, que ya ha transmitido que preferiría al PD. Pero la realidad es que el botín de Forza Italia es tan exiguo que, por primera vez en mucho tiempo, está condenada a ejercer el papel de comparsa que el exCavaliere había destinado a Salvini. El próximo 23 de marzo se formarán las cámaras —Senado y Congreso— y podrá verse por dónde van los tiros. Pero Salvini no ha empezado a negociar, aseguró este miércoles. “Hoy llamaré a Di Maio. Espero que tenga el teléfono encendido”. Tampoco exige ya ser primer ministro para formar un gobierno con el Movimiento 5 Estrellas. Solo pide —al menos en público— que se aprueben los ejes básicos de su programa: un tipo fijo de impuestos al 15%, abolición de la ley Fornero (retraso de la edad de jubilación) y una Italia más federal. Excepto en el tema de la rebaja de impuestos, no parece difícil encontrar puntos de encuentro con el M5S.

Es tiempo de negociar, y Salvini también ha rebajado considerablemente su beligerancia contra la UE en los últimos días. Continúa diciendo que “el euro fue una decisión equivocada”, pero el miércoles señaló por primera vez su voluntad de respetar los parámetros de Bruselas y adaptarse a la norma del 3% de déficit. “Aunque si para hacer crecer a Italia hay que saltarse algunas décimas, lo haremos”. Un pequeño matiz comparado con los desafíos de los últimos meses que trata de mitigar la incomodidad de Berlusconi con sus posiciones antieuropeas.

Mientras tanto, el PD vive instalado en una de sus maravillosas paradojas. Ha sacado el peor resultado de la historia, su secretario general ha tenido que dimitir y las distintas facciones afilan los cuchillos para la guerra civil que se avecina. Pero quien quiera gobernar, casi obligatoriamente tendrá que pasar por ellos. El ministro de Agricultura, Maurizio Martina, ha sustituido ya hasta las siguientes primarias a Matteo Renzi al frente del partido. Y la consigna, de momento, es la misma: no entregar el poder al M5S. Pero nadie tiene claro si sería peor el supuesto pacto de la vergüenza o volver a elecciones. Ambos escenarios son demoledores para la supervivencia de un partido que afronta una disyuntiva parecida a la del PSOE en las últimas elecciones.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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