Así es el procedimiento para formar Gobierno en Italia
El presidente tiene que sondear a los diferentes grupos políticos en busca de un candidato. Se iniciará entonces un camino complicado en el que caben distintas fórmulas
El escenario electoral que han dejado los comicios en Italia, sin mayorías, deja necesariamente la pelota sobre el tejado del presidente de la República, Sergio Mattarella. Mattarella será el encargado de sondear a los diferentes grupos políticos para encontrar un candidato al que encargar la formación de Gobierno, el cual deberá ser capaz de obtener la confianza del Parlamento y una mayoría absoluta que garantice un Ejecutivo con plenitud de poderes.
El proceso para llegar al nombre de ese candidato se prevé largo. Los marcos posibles son múltiples pero será necesario jugar cuidadosamente con los números y con las propuestas para alcanzar una alianza sólida que saque adelante un ejecutivo estable y que pueda durar en el tiempo. Una vez que Mattarella tenga claro el nombre del candidato, le encargará la formación de Gobierno. Este, antes de aceptar, deberá asegurarse de conseguir los apoyos necesarios para ser capaz de obtener la confianza del Parlamento y formar un Gobierno sólido.
En 2013, el entonces presidente de la República, Giorgio Napolitano, inicialmente encargó la misión al líder del centroizquierda Pier Luigi Bersani y tras varios días de conversaciones tuvo que rechazarla por no haber conseguido el sostén necesario. Si el candidato cuenta con apoyos y acepta el encargo, el presidente le nombrará oficialmente primer ministro. A partir de ese momento, se configura el nuevo Gobierno con la repartición de carteras y el juramento de sus cargos —el Movimiento 5 Estrellas, buscando un estudiado golpe de efecto en campaña electoral escenificó este paso ante su electorado a tres días del voto—. Es el momento en el que el Gobierno en funciones de Paolo Gentiloni presenta su dimisión. Pero aún queda el paso fundamental: obtener la confianza del Parlamento, tanto en la Cámara de los diputados como en el Senado, ya que en Italia rige un sistema bicameral perfecto.
El nuevo Ejecutivo deberá dirigirse a las cortes, presentar su proyecto de Gobierno y someterse a al voto de confianza. Cada parlamentario votará públicamente ‘sí’ o ‘no’. En este punto es suficiente una mayoría simple, por lo que constitucionalmente el Gobierno podría salir adelante sin un gran número de apoyos, o incluso con abstenciones, pero políticamente seguirá necesitando una mayoría absoluta en ambas cámaras para poder desarrollar sus funciones íntegramente y evitar el bloqueo en alguna de las dos cámaras.
Por eso, es imprescindible llegar al Parlamento con los deberes hechos y acuerdos sólidos en el bolsillo. Podría darse el caso de que un partido acuerde la confianza parlamentaria con otra u otras formaciones sin que ello implique necesariamente un apoyo de gobierno en el futuro, con reparto de ministerios incluido, sino acuerdos limitados en materias puntuales, como algunos analistas discuten si podría suceder en el caso de un acercamiento entre el Movimiento 5 Estrellas y la Liga. Pero este sería un escenario incierto.
El 23 de marzo Italia vivirá su primera cita trascentental después de las votaciones. Ese día se conformará el Parlamento, la Mesa parlamentaria y se elegirán a los presidentes de ambas Cámaras. De esta atmósfera, el presidente Mattarella deberá tomar buena cuenta para encaminar después sus consultas. De las diferentes alianzas, acercamientos o de los comportamientos de voto que se vislumbren podrán salir las claves para emprender los acuerdos para formar Gobierno. A partir de ese momento y tras la formación de los grupos parlamentarios, Mattarella comenzará la rueda de consultas con los líderes de las distintas formaciones y los presidentes de las cámaras con el objetivo de percibir qué candidato podría hacerse con la mayoría necesaria para formar Gobierno.
En este momento tienen cabida todo tipo de fórmulas. Napolitano encargó las consultas a ‘comisiones de sabios’ en las que expertos jurídicos o socioeconómicos para explotar posibles alianzas y evitar. Cualquier vía alternativa estará en manos de la habilidad del presidente de la República.
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