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China inaugura el cónclave que extenderá el poder de Xi Jinping

El primer ministro Li Keqiang anuncia un crecimiento del presupuesto de Defensa del 8,1%, el mayor aumento en tres años

Macarena Vidal Liy
Apertura de sesión de la Asamblea Nacional Popular.
Apertura de sesión de la Asamblea Nacional Popular.Etienne Oliveau (Getty Images)

Por una vez, los números eran casi lo que menos importaba. Estaban allí: un objetivo de crecimiento del PIB en torno al 6,5% para este año y un aumento del presupuesto de Defensa superior al de 2017 y que ahora subirá un 8,1%, el mayor incremento en tres años. Pero en la inauguración este lunes de la sesión legislativa de la Asamblea Nacional Popular, la gran reunión anual de la jerarquía china, en el Gran Palacio del Pueblo, las protagonistas no eran las cifras que pronunciaba el primer ministro chino, Li Keqiang, al presentar los objetivos económicos del año. La atención se concentraba en el presidente Xi Jinping, para quien esta semana desaparecerán oficialmente los límites temporales a su mandato.

Sobre el inmenso podio en el escenario del Gran Salón, decorado con pancartas y banderas rojas, la importancia del líder más poderoso en China desde los tiempos de Mao podía apreciarse en todo tipo de detalles. Desde el estruendoso aplauso con el que fue recibido por los 2.980 diputados al cuidadoso recambio de su taza usada cada vez que se acababa su té (al resto de los líderes solo se les rellenaba con más agua caliente la taza que ya tenían).

Al menos catorce veces Li Keqiang invocó el nombre de Xi, su “pensamiento para una nueva era socialista con características chinas” o su título honorífico de “núcleo” del Partido. Un Li que a simple vista parece haber perdido peso, tanto física como figurativamente en el Ejecutivo, a medida que el que fuera su compañero de dupla gubernamental hace cinco años lo ha ido ganando.

Aunque normalmente el trabajo de la ANP se limita a aprobar sin especial debate y con abrumadoras mayorías las leyes que se les ponen delante, este año sus diputados tienen una misión especialmente importante: aprobar, en una votación el día 11, la reforma de la Constitución que eliminará el límite de dos mandatos de cinco años para el presidente. Un cambio al que el portavoz de la Asamblea Nacional, Zhang Yesui, restaba importancia este domingo en una rueda de prensa para afirmar que, simplemente, pretende armonizar el tiempo de permanencia en los tres cargos principales del máximo líder chino: jefe de Estado, presidente de la Comisión Militar Central y secretario general del Partido.

Sin "MeToo" en el Gran Palacio del Pueblo

De los casi 3.000 delegados en la reunión legislativa en el corazón de Pekín, apenas un 24,9% ó 742 personas son mujeres. La cifra es aún más descorazonadora a medida que se asciende por la jerarquía del Partido Comunista. En el segundo nivel de mando, en el Politburó, de 25 miembros, únicamente hay una mujer. En el primer escalón, ninguna: solo siete hombres.

No parece, de momento, que vayan a producirse grandes cambios. Movimientos de reivindicación de derechos como el "Me Too" están estrictamente limitados, cuando no firmemente prohibidos. La huelga feminista del próximo día 8 ni está, ni se la espera. El Día de la Mujer, en China, es más bien una fiesta comercial a lo San Valentín o una jornada de celebración de la mujer patriótica, al gusto de la organización oficial Federación de Mujeres de Toda China.

Aunque sí parece soplar al menos una brizna de aire de cambio. Si en el pasado quienes servían el té a los líderes durante las largas sesiones legislativas eran siempre mujeres jóvenes que se movían al unísono y en uniforme, esta vez, en las filas, también había camareros varones.

Esa medida abre el camino para que Xi Jinping -tan seguro en el cargo, o tan aburrido, que a diferencia del resto de diputados no iba leyendo palabra por palabra el texto del discurso de su primer ministro- pueda quedarse en el poder más allá de 2023, cuando expirará su segundo mandato.

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La reforma constitucional también incluye una serie de cláusulas que permitirán la creación de una nueva Comisión Nacional de Supervisión que, con el argumento de luchar contra la corrupción, tendrá amplios poderes de vigilancia sobre los ciudadanos. Este nuevo organismo, que tendrá competencias superiores a las de los propios fiscales, se desarrollará a partir de un proyecto de ley que se aprobará el martes 13.

Además de los cambios en la Constitución, los parlamentarios dedicarán también la segunda parte de la sesión, antes de que concluya el día 20, a aprobar una serie de nombramientos y reorganización en los cargos del gobierno.

Entre ellos se espera que se nombre como vicepresidente a Wang Qishan, el hombre que ha sido la mano derecha de Xi durante los últimos cinco años y que ha conducido con mano de hierro la Comisión Central para la Disciplina, el organismo que ha cesado o encarcelado a más de un millón y medio de funcionarios por cargos de corrupción.

Otro hombre de confianza de Xi, Liu He, podría quedar nombrado como viceprimer ministro con responsabilidad sobre la marcha de la economía, o presidente del Banco Central. Liu ha viajado a Washington la semana pasada para reunirse con las autoridades económicas de la Administración Trump y tratar de evitar un choque de trenes que pueda llevar a una guerra comercial, después de que la Casa Blanca haya anunciado nuevos aranceles al aluminio y al acero. Este domingo Zhang Yesui, advertía que “China no quiere una guerra comercial, pero si nuestros intereses se ven perjudicados, China no se quedará de brazos cruzados”.

En su discurso, Li no hizo ninguna referencia a ninguna de estas cuestiones, ni el inminente cambio constitucional ni la reorganización en el Gobierno. Tampoco hubo alusiones a la situación internacional, ni a sus roces con Estados Unidos en lo comercial, sobre Corea del Norte o sobre Taiwán. En su lugar, repitió los temas principales, sobre todo los económicos, que ya había expuesto Xi Jinping en su discurso de renovación de mandato durante el XIX Congreso del Partido Comunista de China el pasado octubre.

Además de aludir en varias ocasiones al “pensamiento de Xi Jinping para una Nueva Era de Socialismo con Características Chinas”, el primer ministro aludió a las “tres batallas críticas” de su Gobierno contra “los riesgos potenciales, la pobreza y la contaminación”.

En un sistema donde la importancia del Partido se encuentra por encima del Estado, y donde la estabilidad es el gran objetivo del gobierno, Li aseguró que Pekín continuará aplicando “el principio general de lograr el progreso mientras se garantiza la estabilidad, y considerar la estabilidad y el progreso como algo indivisible”. La lucha contra la pobreza, que el Gobierno se ha prometido eliminar en las áreas rurales para 2020, conseguirá sacar este año al menos a diez millones de personas de esta lacra.

En cuanto a la Defensa, el presupuesto de este año alcanzará 1.11 billones de yuanes, o 175.000 millones de dólares. Esto representa un aumento del 8,1% con respecto al año anterior, y un nuevo crecimiento del ritmo de gasto después de que el año pasado el alza se redujera al 7% . Este año se ha reducido el personal militar en 300.000 personas, parte de la reforma emprendida durante el mandato de Xi y que prevé reducir estas fuerzas para modernizarlas.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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