El campo norteamericano une sus fuerzas en favor del TLC: “El comercio no es un juego de suma cero”
Las asociaciones agrarias de México, EE UU y Canadá remarcan la importancia del acuerdo comercial para sus intereses
El campo estadounidense, mexicano y canadiense cierra filas con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC). Una nutrida delegación de representantes del sector primario de los tres países ha exhibido este jueves en la Ciudad de México su unidad en la defensa de un acuerdo comercial que, desde su firma en 1994, ha permitido multiplicar los intercambios de productos agrarios. “El comercio no es un juego de suma cero”, han subrayado los representantes de la asociación Farmers for Free Trade, en un evento presidido por un enorme cartel blanco firmado por un millar de agricultores de los tres países que se juegan buena parte de su negocio en el TLC.
“Como ha demostrado el crecimiento de los intercambios comerciales agrícolas entre Estados Unidos y México en los últimos 24 años [desde que el TLC entró en vigor], las dos partes de un acuerdo comercial pueden crecer y prosperar cuando se abren mercados y se rompen las barreras al comercio fronterizo”, han subrayado los representantes de Farmers for Free Trade, una asociación constituida para presionar por un buen acuerdo en el TLC y que cuenta con el apoyo explícito de decenas de organizaciones sectoriales del campo estadounidense, mexicano y canadiense. “Empeñados en luchar por que los mercados de los tres países se mantengan abiertos para los tres países”. A los representantes institucionales se han sumado en esta ocasión granjeros de Wyoming o Montana (EE UU) y de Manitoba (Canadá), entre otros.
“Ganamos cuando estamos juntos, como ha sido estos años. Los granjeros creemos que el TLC ha sido muy bueno para los tres países y para el mundo”, ha subrayado, en perfecto español, el director ejecutivo de Farmers for Free Trade, Brian Kuehl. La oposición del campo estadounidense a la ruptura del TLC es una de las más sensibles electoralmente hablando para Donald Trump. En buena medida fueron sus votos los que le dieron la presidencia de la primera potencia mundial. Y podrían ser esos mismos sufragios los que le impidiesen ser reelegido en 2020.
“Nadie habla del consumidor final, pero ha sido y es el gran beneficiado de este espectacular intercambio”, ha subrayado Mario Andrade, vicepresidente de comercio exterior del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), que representa el 85% de la producción mexicana. “El TLC ha beneficiado la competitividad y nos ha permitido tener una simbiosis y relación estrecha con nuestros pares canadienses y estadounidenses. Somos una industria de millones de familias que han incrementado su nivel de vida gracias al libre comercio”.
El enconamiento de las conversaciones en los puntos más polémicos -sobre todo, reglas de origen en el sector automotor, cláusula de terminación automática del acuerdo cada lustro y capítulos de resolución de controversias- contrasta con el buen avance de las conversaciones en materia agrícola. Con un único pero: el intento estadounidense de poner barreras de entrada a algunos productos mexicanos en determinadas épocas del año, cuando compiten con algunos Estados de EE UU, como Florida.
“Pese a los altibajos, las negociaciones técnicas siguen y eso es, en parte, por el trabajo de cabildeo en EE UU”, ha agregado Andrade. “El capítulo agropecuario sigue avanzando, sin grandes líneas rojas, de forma lenta pero concisa. No vemos grandes obstáculos y es uno de los temas que se puede cerrar en la próxima ronda”. Las mayores preocupaciones hoy para los agricultores de los tres países no son tanto las cuestiones específicas del campo sino la marcha general de la negociación en otros asuntos y la posibilidad, todavía no descartada, de que Trump tome el camino de salida del acuerdo.
“México es nuestro primer cliente de maíz, cebada, segundo de sorgo… Para nosotros no hay ningún mercado tan importante como este”, ha remarcado Ryan LeGrand, del US Grains Council. “Hemos visto los beneficios del libre comercio y no querríamos ver nada que nos pueda hacer daño. La amenaza de cancelación debe desaparecer la mesa de negociación”. Solo en el caso del grano -maíz, cebada y sorgo, fundamentalmente- las exportaciones del campo estadounidense a México ascienden a 3.000 millones de dólares al año, una cifra que no ha dejado de crecer desde la firma del TLC, hace casi un cuarto de siglo.
Escasos avances en la negociación
La marcha a EE UU del representante estadounidense en la mesa de negociación de las reglas de origen en la industria automotriz, Jason Bernstein, ha dejado en pausa las negociaciones en ese capítulo, uno de los más espinosos de la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC). A ese impasse se suma el de la mesa de inversión, donde las posiciones son mucho más cercanas pero que no avanzará en la actual ronda, la séptima del proceso negociador, que se celebra en la Ciudad de México. A la larga, en cambio, el viaje de Bernstein a la capital estadounidense, donde está manteniendo reuniones con los gigantes del sector automotor -General Motors y Ford, entre otras, con posiciones alineadas con las tesis de México y Canadá- podrían ayudar a destrabar el diálogo trilateral.
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