Leopoldo López Gil: “El error de la oposición ha sido creer en la buena fe del chavismo”
El dirigente opositor cumple este domingo cuatro años de encarcelamiento
A Leopoldo López Gil (Caracas, 1944) se le quiebra la voz cuando recuerda el momento más duro que ha vivido su familia durante el encarcelamiento de su hijo, el dirigente opositor venezolano del mismo nombre que este domingo cumple cuatro años como preso político. Detenido el 18 de febrero de febrero de 2014 en medio de la primera ola de protestas antigubernamentales que enfrentó el presidente Nicolás Maduro, el dirigente fue sentenciado a más de 13 años de cárcel acusado de participar e instigar las manifestaciones, en las que hubo 43 muertos y cientos de heridos.
Poco después de su traslado a prisión domiciliaria este verano desde la cárcel Militar de Ramo Verde, el régimen amagó con regresarlo al penal tras las críticas de López contra la instalación de la Asamblea Constituyente chavista que a la postre usurpó los poderes del Parlamento. La incertidumbre de esos momentos en los que la familia no sabía qué iba a pasar con el político, cuyo partido no se presentará a las presidenciales del 22 abril por falta de garantías, aún abate a Leopoldo López padre.
Pregunta. ¿Cómo es un día cotidiano de su hijo desde que está en prisión domiciliaria?
Respuesta. Leopoldo sigue en prisión. Simplemente, el resguardo, en lugar de ser unos barrotes, es el radio de su casa. Pasa el día muy aislado, muy vigilado, le tienen absoluta prohibición de comunicarse con el exterior. Desde que está en la casa sus abogados no lo han podido visitar. Las visitas son totalmente restringidas a la familia directa. La dirección de su partido y las de otras organizaciones tampoco lo han podido visitar. Ese aislamiento lo obliga a llenar su día con muchísima lectura. Afortunadamente, él es una persona con una vida interna enorme, la prueba está en los dos libros que escribió en la cárcel. Uno, Preso pero libre, la experiencia de una persona sometida al encarcelamiento y lo que puede ser o no la vida interna de esa persona y la maldad del ser humano contra los que están en prisión; y, el otro, sobre un tema muy de Estado, Venezuela energética, el tratamiento del petróleo como fuente de nuestros recursos, como industria, y un planteamiento sobre cómo tratarla en un futuro en el que los beneficios tengan realmente un efecto directo en la población.
P. ¿Cómo llegó a ese tema?
R. Leopoldo trabajaba en el proyecto de PDVSA —de Petróleos de Venezuela— antes de ser alcalde [del municipio de Chacao] en una administración que pretendía llevar la producción de tres millones de barriles diarios a seis millones en un transcurso de 10 años. Han pasado dos décadas y estamos en la mitad [1,6 millones de barriles al día, 216.000 barriles menos que un año antes]. Se ha destruido una industria que era la savia de Venezuela.
P. ¿Y cómo ha conseguido publicar ambos textos?
R. Preso pero libre lo escribió al final [de su reclusión en Ramo Verde], cuando le quitaron todos los libros y le dejaron solamente la Biblia. Salió de forma secreta. No voy a explicar cómo, no sabemos si lo vamos a tener que usar en el futuro. Como me dijo una vez un escapado político: “Uno nunca debe decir dónde se escondió porque no sabe cuándo lo va a necesitar de nuevo”.
P. ¿Cuál ha sido el momento más duro para la familia en estos cuatro años de encarcelamiento?
R. La vez que lo volvieron a llevar a la cárcel por haber emitido opiniones [sobre el establecimiento de la Asamblea Constituyente]. La forma en la que se lo llevaron fue muy dura. Cuando lo sacaron la primera vez de Ramo Verde no le dijeron que lo estaban llevando a su casa. A medianoche aparecieron ahí, no le dejaron ni siquiera recoger sus pertenencias. Lo metieron en una camioneta y lo depositaron en su casa. De igual forma, por sorpresa, digamos que fue un mes después, lo fueron a buscar a medianoche. Primero le dicen que es para hacerle una fotografía de control —cada ciertas horas y sin ser avisado aparece una patrulla y le toman una fotografía para asegurarse de que sigue ahí—. Él está en franela y shorts de ejercicio. Cuando se asoma a la puerta lo empujan y se lo llevan en una camioneta sin saber adónde. Después de un rato se da cuenta de que iba en una caravana que en cierto momento se encuentra con otra, que era la que llevaba a Antonio Ledezma [exalcalde metropolitano de Caracas, fugado del país el pasado noviembre]. Ese momento, en el que Leopoldo pide “por favor, déjenme avisarle a mi madre que está aquí durmiendo”, no le dan permiso y se lo llevan. Después despiertan a la madre y le dicen que se lo llevaron sin saber ni quién ni adónde. Ella nos llama. Yo estaba con Lilian [Tintori, su nuera] en Estados Unidos. Tal vez ese sea el momento más duro.
P. Los abogados de su hijo han denunciado que sufre torturas psicológicas en prisión domiciliaria.
R. La gran tortura se puede resumir en una palabra: incertidumbre. El haber ejecutado la orden de llevárselo otra vez preso sin aviso, sin comunicación, sin debido proceso… Yo me imagino que él se acuesta todas las noches, como nosotros, pensando que a lo mejor va a volver a aparecer ese personaje que se lo lleva. Esa incertidumbre es una tortura para todos. Y si nosotros sentimos angustia por Venezuela —y al menos yo puedo escribir, puedo manifestar mi inconformidad—, para un dirigente que lo que quiere es hacer recuperarse al país tiene que ser una tortura que le tengan impedido comunicarse hasta con su propia gente [del partido].
“Una jaula puede ser de oro, pero jaula es; mi hijo sigue preso”
P. ¿Por qué cree el chavismo trasladó a su hijo a prisión domiciliaria?
R. Creo que este Gobierno, maléficamente, lo pensó muy bien: “Vamos a sacarlo de la cárcel y lo vamos a llevar a la casa de forma tal que ya no sea la víctima que es”. Cuando estaba en Ramo Verde todo el mundo estaba pendiente de él. Ahora, estando en su casa, la gente puede confundirse. Una jaula puede ser de oro, pero jaula es. Él está entre rejas, solo que ahora los barrotes son el radio hasta el que le permite llegar el grillete electrónico que tiene en el tobillo.
P. ¿Por qué Maduro logró desactivar las protestas de 2017?
R. Se juntaron varios factores. El primero fue el terror. Después de 200 muertos [la Fiscalía certificó más de 120] empezamos todos los venezolanos conscientes a ver si no había otra forma de lograr un entendimiento con el Gobierno que no implicara más sacrificios de jóvenes. Las cifras son espeluznantes. Son 200 muertos en tres meses, más de 2.000 heridos y 6.000 detenidos. Todavía hoy hay 300 presos políticos [la organización Foro Penal Venezolano registra 233]. Algunos de ellos, como el general [Raúl] Baduel, están metidos en un sótano sin coger ni un rayo de sol, sin abrirles un juicio. Estamos viviendo una reedición de la época estalinista o de la barbarie que puso en práctica Fidel Castro con la Revolución Cubana.
“El chavismo nunca ha querido volver al sistema democrático”
P. ¿Qué ha fallado en la estrategia de la oposición?
R. Creer en la buena fe del adversario. Este adversario nunca creyó en el diálogo, en la negociación, en la tolerancia, ni mucho menos en volver al sistema democrático. A mí no me extraña. Me llamó la atención que un Gobierno que sabe por las encuestas que tiene un 70% de rechazo se iba a atrever a celebrar unas elecciones. Nadie va a unos comicios con ese porcentaje en contra, a menos que los resultados estén totalmente controlados. ¿Qué estaba haciendo el Gobierno? Ganar tiempo engañando con esta invitación a un diálogo y pretendiendo que, como de alguna forma había ciertos observadores internacionales, esto podía alargarse en el tiempo. Al final ellos pusieron un papel en el que no se aceptaba ninguna de las condiciones que había propuesto la oposición.
P. ¿Cómo califica la mediación de Zapatero?
R. Eso lo dejo al presidente Maduro, que lo tiene bien calificado.
P. La ex fiscal general Luisa Ortega Díaz asegura que la presionaron para acusar a Leopoldo.
R. Ella está reconociendo que fue obligada o presionada. Pero había llegado a decir una cosa tan absurda como que lo único que había hecho era cumplir con su función como fiscal de haberlo puesto en manos de la justicia. Y que la justicia fue la que se encargó de hacer el desbarajuste de juzgarlo mal. Ahora, como se da cuenta de que eso no se mantiene, está reconociendo que ella fue partícipe de esa trampa. Ha usado una fórmula muy curiosa diciendo que, aunque Diosdado [Cabello, el hombre fuerte del régimen y número dos del chavismo] le pidió que culpara a Leopoldo de terrorismo y asesinato, ella de alguna forma no estuvo de acuerdo. Pero no es así. La Fiscalía acusó de todos esos crímenes a mi hijo y fue posteriormente que se levantaron los cargos por asesinato y terrorismo porque había pruebas demasiado evidentes que los desmentían.
“Santos sacrificó a Venezuela con tal de lograr una paz mal negociada con las FARC”
P. El presidente colombiano Juan Manuel Santos se ha movilizado para aislar al régimen de Maduro y a la vez ha anunciado controles más estrictos para la entrada de venezolanos a Colombia.
R. Al Gobierno de Colombia, particularmente al presidente Santos, le replicaría con un refrán criollo: “Tarde piaste, pajarito”. Lamentablemente, desde aquella frase infame —“Chávez es mi nuevo mejor amigo”— y hasta que no se le presentaron millones de refugiados en su frontera, no se dio cuenta del sufrimiento de Venezuela. Por su empeño en lograr una paz mal negociada con las FARC sacrificó a Venezuela. Y esas FARC están metidas en nuestras fronteras. Todos los alijos de armas están en la frontera venezolana en los hatos de [Ramón] Rodríguez Chacín [exministro del Interior y exgobernador del Estado de Guárico].
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