La dirección del SPD propone a una popular exministra para liderar el partido
La socialdemocracia alemana trata de poner orden en sus filas tras la caída en desgracia de Schulz
La dirección del partido ha propuesto a Andrea Nahles, una política experimentada y respetada en el partido y por las bases, para reemplazar a Martin Schulz, caído en desgracia a raíz de las negociaciones del acuerdo de gran coalición con el bloque conservador de Angela Merkel. El congreso del SPD, que se reunirá en abril en Wiesbaden debe aún aprobar la propuesta de la dirección. "Con Nahles a la cabeza, el SPD va a recuperar su fuerza del pasado", dijo Schulz en su última intervención como líder, en la que presentó formalmente su renuncia.
Con este nombramiento, la socialdemocracia alemana trata de poner orden en sus filas, en plena crisis interna y de popularidad y en un momento muy delicado. En dos semanas, los 460.000 militantes del SPD decidirán si Alemania tendrá por fin Gobierno tras cuatro meses de bloqueo político en una consulta sobre el acuerdo de gran coalición.
Nahles ha sido un figura clave en la negociación de la alianza de Gobierno y su liderazgo se considera crucial con vistas a la consulta. A ella se le atribuye que el Congreso del partido diera luz verde al proyecto de gran coalición, gracias a un discurso muy convincente, que según los analistas terminó por inclinar la balanza y lograr un 56% de los apoyos de los delegados. "Haré campaña [por la gran coalición] y haré todo lo que pueda para que salga adelante", dijo a la prensa tras conocerse su nominación. "El acuerdo de coalición es algo de lo que estar orgulloso. Cumple promesas socialdemócratas cruciales".
Si logra la aprobación del congreso del SPD, a Nahles le tocará juntar los pedazos de un partido quebrado y en busca de una nueva identidad. Trümmerfrau, la llama estos días la prensa alemana en alusión a las conocidas mujeres de los escombros, que tras la guerra limpiaron y reconstruyeron las ciudades bombardeadas.
La elección de Nahles, de 47 años y exministra de Trabajo, estuvo sin embargo rodeada de polémica y abrió una nueva brecha en un partido dividido. Todo estaba preparado este martes para una sucesión limpia y rápida, según la cual la candidata asumiría de forma interina la jefatura a partir de ya, tras la renuncia formal de Schulz. Pero el martes, en cuestión de horas, se multiplicaron las voces que se oponían a ese esquema de sucesión. El problema no era Nahles, sino el nombramiento a dedo, aunque fuera solo de manera interina, que las delegaciones críticas temían que pudiera caer mal entre una militancia crecientemente distanciada de sus líderes.
Los estatutos del partido establecen que debe ser uno de los seis vicepresidentes los que deben reemplazar al presidente en caso de necesidad. Lo recordaba el martes el jurista del SPD, Harald Baumann-Hasske, quien se mostró contrario a la designación interina de Nahles. "Esto no está previsto en nuestros estatutos", dijo a Die Welt. Nunca antes, alguien que no fuera vicepresidente había dirigido de forma provisional el partido. También protestó contra la designación automática de Nahles el SPD en los Estados de Berlín, Schwelig-Holstein y Sajonia Anhalt. Simone Lange, la alcaldesa de Flensburg, casi en la frontera con Dinamarca, presentó además una candidatura alternativa a la de Nahles. Al final, será Olaf Scholz, el alcalde de Hamburgo y uno de los barones del SPD, el encargado de dirigir el partido hasta el congreso de abril, en el que se elegirá formalmente al nuevo líder.
Tecnicismos aparte, la jornada vivida el martes en el SPD refleja el enésimo dilema en el que se encuentra el partido. Por un lado, necesita un presidente de forma inmediata, capaz de liderar la campaña a favor de la gran coalición en las próximas semanas y hasta el 2 de marzo, fecha en la que se acaba el plazo para votar. De convencerles de que merece la pena una gran coalición como las dos anteriores, que les han costado una sangría de votos.
Pero por otro, la designación a dedo, por muy provisional que fuera, corría el riesgo de alimentar el malestar entre unas bases, que sienten que la élite del partido cocina los grandes asuntos de espaldas a los militantes. A la coyuntura de la consulta de las bases se le añade el oportunismo de cuadros medios regionales que huelen el cambio generacional que se avecina y que asoman la cabeza deseosos de participar en el nuevo reparto.
Desplome en las encuestas
La retirada y caída en desgracia de Martín Schulz ha sido el colofón de un declive que cristalizó en las elecciones de septiembre, al lograr el SPD su peor resultado de la historia de la Alemania moderna (20,5% de los votos). Schulz, que hace un año parecía capaz de llevar al SPD hasta la cancillería, se desinfló con el paso de los meses y a golpe de errores de cálculo político, hasta descalabrar al partido, según reflejan consistentemente las encuestas.
El último sondeo de INSA para Bild sitúa al SPD en un nuevo mínimo histórico, con el 16,5% de intención de voto y superando apenas por un punto y medio a la extrema derecha (AfD). Nunca los partidos de la gran coalición habían sido tan impopulares. Juntos suman un 46% de apoyo, en un electorado que presenta una fragmentación sin precedentes.
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