Los socialdemócratas regresan a la oposición tras el peor resultado de su historia
El líder socialdemócrata interpreta el 20,5% de los votos como un mandato para abandonar la gran coalición y evitar que la ultraderecha lidere la oposición
La crisis de la socialdemocracia europea prende también en Alemania. El Partido Socialdemócrata (SPD) comandado por Martin Schulz obtuvo el domingo los peores resultados en la historia moderna del partido. Tras este golpe, ligeramente mayor al que se preveía, los socialistas optan por hacerse a un lado y pasan a la oposición. Dejan así a Angela Merkel solo una opción de Gobierno: aliarse con liberales y verdes.
El 20,5% de los votos (con una asignación provisional de 153 escaños) que le otorgan los primeros recuentos deja a la fuerza que dio cancilleres de la talla de Willy Brandt y Helmut Schmidt al borde de perder la etiqueta de “partido de masas”. Tras las debacles socialistas en países como Francia, Holanda, Grecia o España, los socialistas alemanes se ven también arrollados por el nuevo mundo que ha dejado tras de sí la Gran Recesión.
Schulz, a Merkel: "Usted es la gran perdedora"
Martin Schulz pareció este domingor inaugurar su papel como líder del primer partido de la oposición. En Alemania existe la tradición de que los líderes de todos los partidos se reúnen después de conocer los resultados en un plató de televisión en lo que se llama la ronda de elefantes. Y en esta ocasión, Schulz atacó a la canciller Angela Merkel quizás con más fuerza que durante toda la campaña electoral.
“Usted es la gran perdedora”, aseguró Schulz mirando fijamente a Merkel, a la que responsabiliza del ascenso de la ultraderecha. “La campaña que usted ha protagonizado ha sido un escándalo. Se ha retirado de todos los debates”, continuó. Una de las grandes críticas de Schulz a su rival democristiana ha sido la de rehuir el debate. Tras los malos resultados de su primer cara a cara televisivo, el candidato socialdemócrata pidió a Merkel que se celebrara otro, una petición que fue ignorada por la canciller.
Esta ronda de elefantes sirvió también para escenificar lo que puede ser la imagen del resto de legislatura: un socialdemócrata atacando a Merkel; y la líder verde y el liberal apelando continuamente a "la responsabilidad" para formar Gobierno.
Los socialdemócratas pasan voluntariamente a la oposición. Sus líderes han dejado claro a la canciller Angela Merkel que no están a su disposición para ensayar un nuevo Gobierno. “Con este porcentaje que nos han dado los votantes, vamos a luchar por nuestros principios en la próxima legislatura”, dijo Schulz nada más conocer las primeras proyecciones.
Diversos dirigentes del partido descartaron inmediatamente la dimisión del líder. Pese a unos resultados que el propio Schulz definió como “duros y amargos”, el presidente del SPD ha anunciado que pretende concentrarse en el partido para impulsar su proceso de renovación. El candidato fracasado no aspira a liderar la oposición como jefe del grupo parlamentario socialdemócrata. Los diputados del SPD votarán el miércoles para decidir sobre quién recae esa tarea.
Schulz, cuyo partido ha perdido cinco puntos porcentuales respecto a las elecciones de 2013, atacó a Merkel por una estrategia que definió como de “pastillas para dormir”; e insistió en la importancia de abandonar el Gobierno, entre otros motivos, para evitar que el papel de líder de la oposición lo asuma el partido ultraderechista de AfD. “Somos el bastión de la democracia para evitar a los derechistas”, dijo ante los aplausos de los suyos.
Crisis de 12 años
Después de esta jornada electoral, el SPD se adentra en una crisis de la que en realidad no ha salido en los últimos 12 años. Los tiempos duros para este partido centenario comenzaron en 2005, cuando el canciller Gerhard Schröder abandonó el poder fruto de su plan de reformas sociales conocidas como Agenda 2010.
Desde entonces, el SPD ha vuelto en dos ocasiones al Gobierno —de 2005 a 2009 y de 2013 a 2017—, pero siempre como socio menor de la democristiana Merkel. Y en las dos ocasiones han pagado un duro precio por aliarse con sus adversarios naturales. En las dos ocasiones, en 2009 y ahora, el SPD cayó ante la incombustible Angela Merkel y cosechó sus dos peores resultados desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
El politólogo Gero Neugebauer considera que la crisis del SPD viene de mucho antes de la llegada de Schulz, al que no responsabiliza de la derrota sufrida. “Cuando llegó él, el partido ya no tenía ninguna perspectiva. No ofrecía una respuesta clara y definitiva a la pregunta de por qué alguien ha de votarlos. Es a lo que el SPD ha de dedicarse ahora: a buscar una perspectiva a largo plazo. Sería un error deshacerse ahora de Schulz”, concluye.
Schulz fue proclamado candidato a principios de año con un aura de salvador de un partido condenado al desastre. El entonces líder, Sigmar Gabriel, le cedió el testigo convencido de que Schulz podía ser un mejor cabeza de cartel. No se sabe qué resultado habría obtenido Gabriel, pero la ironía es que ahora, que ejerce como ministro de Asuntos de Exteriores, es uno de los políticos más populares de Alemania.
El banderín de enganche de la justicia social, con el que Schulz y los suyos pretendían recuperar el apoyo perdido, no ha funcionado. Los socialdemócratas se presentaban a estas elecciones orgullosos de medidas que habían logrado imponer a Merkel, como el salario mínimo o un límite a la subida del precio de los alquileres. Pero no han conseguido transmitir estos éxitos a unos votantes que han castigado a los dos partidos en el Gobierno y han reforzado a los pequeños, sobre todo a los ultras de AfD.
En esta campaña, Schulz ha echado mano de su biografía poco usual para un aspirante a canciller —no terminó el bachillerato y tuvo serios problemas con el alcohol— en un intento de presentarse como un hombre común.
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