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Kim Jong-un intensifica el acercamiento a Corea del Sur

El líder norcoreano ha dado órdenes de profundizar "el cálido clima de reconciliación" al regreso de su hermana Kim Yo-Jong

Macarena Vidal Liy
El líder norcoreano, Kim Jong-un, recibe este martes a la delegación del país que acudió a los Juegos Olimpicos de Invierno en Corea del Sur.
El líder norcoreano, Kim Jong-un, recibe este martes a la delegación del país que acudió a los Juegos Olimpicos de Invierno en Corea del Sur. KCNA (REUTERS)

Corea del Norte parece decidida a ahondar en la “ofensiva de encanto” que ha lanzado para ganar simpatías en el sur. El propio líder supremo norcoreano, Kim Jong-un, ha agradecido personalmente los esfuerzos “sinceros” de Seúl por ofrecer a su hermana, Kim Yo-Jong, y una delegación de altos funcionarios el mejor trato posible durante su visita de tres días al país vecino.

La visita ha supuesto un éxito diplomático para Pyongyang. Durante los tres días de estancia, y pese a que no pronunció una sola palabra en público, Kim Yo-Jong oscureció por completo al vicepresidente de EE UU, Mike Pence, que acudió a la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos con el objetivo declarado de contrarrestar la “propaganda” norcoreana y solo consiguió parecer hosco frente a las sonrisas de la 'hermanísima'.

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La visita, en la que Kim transmitió la invitación personal de su hermano al presidente surcoreano Moon Jae-in para viajar a Pyongyang, ha dejado las relaciones intercoreanas en su momento más cálido en años. Pero aún es necesario esperar para ver si se trata de una tendencia duradera o una mera tregua.

Según ha informado la agencia de noticias norcoreana KCNA, al recibir entre honores a su hermana y los altos funcionarios regresados de Seúl, Kim ha dado instrucciones para intensificar el “cálido clima de reconciliación y diálogo” y aprovechar la buena voluntad generada en los Juegos. Los medios oficiales norcoreanos no han precisado qué medidas exactas tiene en mente su líder.

Corea del Sur ha acogido el aparente entusiasmo del Norte con una optimista cautela. Moon, que ganó las elecciones presidenciales el año pasado con un programa de diálogo con sus vecinos del norte, aún no ha respondido si acepta la oferta de visita. “Hay que crear las condiciones adecuadas para permitirlo”, ha declarado el jefe de Estado.

En un memorando con sus conclusiones sobre la visita, Seúl ha puesto de manifiesto que el envío de un miembro de la propia familia Kim “demuestra que Corea del Norte tiene un deseo fuerte de mejorar las relaciones y Pyongyang puede adoptar medidas osadas y sin precedentes si lo juzga necesario”.

Sin embargo, recuerda el informe, hasta ahora no se han producido progresos para que Corea del Norte se deshaga de su programa nuclear. Por tanto, “el asunto es si podremos desarrollar las avenidas de diálogo y cooperación que se han abierto mediante los Juegos para llegar a una fase de mejores relaciones intercoreanas y establecimiento de la paz”. Ambos países tendrán que tomar medidas que permitan aumentar la confianza, indica el documento.

Para la negociación, Moon cuenta con un respaldo importante de la población surcoreana: aproximadamente el 64% de los votantes aprueban su gestión. No obstante, entre muchos sectores la desconfianza es patente hacia un vecino dotado de un flamante armamento nuclear, al que perciben como dispuesto a todo para garantizar la continuidad de su régimen. Precisamente, recuerdan, las palabras de agradecimiento de Kim hacia el sur han llegado en el primer aniversario del asesinato de su hermanastro, Kim Jong-nam, en el aeropuerto de Kuala Lumpur con un agente nervioso.

Para los jóvenes, la idea de la reunificación con una Corea del Norte mucho más pobre ya no es el imperativo de las generaciones previas. Un 60% se opone a la unidad de los dos países. “Cuando nacimos nosotros ya éramos países separados. Para nosotros es lo normal. No necesitamos que cambie”, explica Reva Park, una estudiante de 23 años.

Y aunque la unificación aún encuentra apoyo en las generaciones de más edad -solo un 30% se resiste a la idea entre los mayores de 60 años-, este sector de población es en general menos favorable a la idea de un diálogo con el régimen de la familia Kim.

Ni unos ni otros le perdonarían gestos que se pudieran interpretar como cesiones a Pyongyang a cambio de poco o nada. “Ya estamos pagando a Corea del Norte para que venga a nuestras Olimpiadas”, recuerda Park. Seúl se ha hecho cargo del coste de la participación olímpica del norte, que según la propuesta presupuestaria del Ministerio de Unificación presentada este martes asciende a 2,7 millones de dólares.

Fuera de la península, el acercamiento también se percibe con reticencia. Japón y Estados Unidos, aunque han expresado un apoyo cauto a las conversaciones intercoreanas, insisten en la necesidad de mantener una fuerte presión sobre Pyongyang. Pence hablaba este fin de semana en el avión de regreso de “presión máxima y contacto al mismo tiempo”.

La primera prueba de la voluntad de diálogo tendrá lugar en abril. Entonces está previsto que Washington y Seúl retomen el calendario de maniobras militares conjuntas que aplazaron durante los Juegos Olímpicos y Paralímpicos. El Norte percibe esos ejercicios como una amenaza y suele responder a ellos con pruebas de misiles.

El Pentágono ha expresado su voluntad de reanudar las maniobras en cuanto se clausuren los Paralímpicos, a mediados de marzo. El Ministerio de Defensa surcoreano ha sido mucho menos tajante. “Los calendarios específicos están aún en proceso de decisión de los dos países”, ha dicho este martes la portavoz de ese departamento, Choi Hyun-soo. “Daremos a conocer los detalles en el momento debido”.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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