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El hombre que baila entre Putin y la OTAN

El conservador Sauli Niinistö gana las presidenciales de Finlandia y podrá iniciar un segundo mandato sin necesidad de una segunda vuelta

Belén Domínguez Cebrián
El presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, se perfila para un segundo mandato en los comicios del 28 de enero de 2018.
El presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, se perfila para un segundo mandato en los comicios del 28 de enero de 2018. LEHTIKUVA (REUTERS)

El actual presidente de Finlandia, el conservador Sauli Niinistö, es el claro ganador de las presidenciales por segunda vez consecutiva con una amplísima mayoría. Con un apoyo de más del 60%, Niinistö, de 69 años, consolida su papel como líder del país nórdico durante los seis próximos años y no necesitará de una segunda vuelta. "Estoy sorprendido y emocionado por todo este gran apoyo", dijo el mandatario, según France Presse (Afp).

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Exjefe de policía municipal, a punto de traer al mundo a su tercer hijo —el primero con su segunda esposa, Jenni Haukio—, y, casi con toda seguridad, dos veces elegido presidente de Finlandia, Niinistö (Salo, 1948) reconquista con 69 años la presidencia del país con un cómodo 62,6%, un puesto estratégico porque no sólo ostenta la jefatura del Estado, sino que debe mantener los frágiles equilibrios con la vecina Rusia. Los finlandeses volvieron a confiar en él y es en parte por la cercanía que transmite. No resulta extraño encontrarlo en la puerta de su residencia, en plena bahía de Helsinki, quitando la nieve de la puerta a la vista de cualquiera. Pero también por la posición neutral que mantiene entre Rusia y la OTAN.

La delicada relación con Moscú ha sido manejada con sabiduría por Niinistö. Por un lado, cierra filas con sus socios comunitarios para imponer sanciones económicas a Moscú; pero por el otro, mantiene abiertos amplios canales de comunicación con su homólogo ruso, Vladímir Putin. “Con los rusos hay que dejar muy claro lo que quieres”, advertía en una entrevista con EL PAÍS. Por ello, Niinistö prefiere no precipitarse sobre una potencial adhesión del país a la Alianza Atlántica que, junto a Suecia, es el único país de la región del Báltico que no pertenece a la organización. Ese movimiento podría romper el ya de por sí costoso y delicado equilibrio con Rusia, con la que gestiona una frontera de 1.300 kilómetros y comparte una trágica historia de guerras en la que Finlandia se ha dejado parte de su territorio. Niinistö esperará a que las encuestas indiquen que la población quiere la adhesión. Por ahora el 42% la apoyaría y eso, de momento, le parece insuficiente.

Independiente políticamente, Niinistö se posiciona en el siete en una escala del cero al 10, donde cero es lo más a la izquierda ideológicamente y el 10 el punto más conservador, según la televisión pública. Este abogado de formación militó en la conservadora Coalición Nacional y empezó su carrera política hace 40 años en el Ayuntamiento de Salo, su ciudad natal.

Carrera política

  • 1997, Ayuntamiento de Salo.
  • 1987, diputado.
  • 1994-2001, presidente del partido Coalición Nacional.
  • 1995-1996, ministro de Justicia.
  • 1996-2003, ministro de Economía y Finanzas.
  • 2007-2011, portavoz en la Eduskunta (Parlamento).
  • 2012, presidente de Finlandia.

Entre 1994 y 2001, Niinistö fue elegido presidente de la Coalición Nacional, un cargo que compaginó con la cartera de Justicia (1995-1996), y Economía (1996-2003). Ocupó la vicepresidencia del Banco Europeo de Inversión cuando estalló la crisis financiera mundial que provocó el mayor colapso de la Eurozona.

Finlandia es el único país de los nórdicos que adoptó el euro en 2001. Y, junto a Alemania, de los más reticentes a desembolsar ayudas económicas a Grecia durante la Gran Recesión. En parte, porque los tiempos coincidieron con una profunda crisis nacional (el PIB cayó un 9% en tan sólo un año) provocada por la quiebra de Nokia, orgullo nacional.

El lugar especial para Niinistö es un bosque. Uno cualquiera. “En Finlandia hay uno en cada vuelta de esquina”, relató a la televisión pública Yle. Y es que más de la mitad de la superficie del país está cubierta de grandes extensiones de árboles, un buen escenario para pasar el rato leyendo (presume que ha leído tantos libros que ni los recuerda) o paseando a su Boston terrier Lennu.

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