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Dimite del Comité Olímpico Internacional el exministro holandés de Transporte por un caso de maltrato

Camiel Eurlings, también expresidente de KLM, agredió en 2015 a su exnovia pero negó su condición de maltratador tras un acuerdo extra judicial

Isabel Ferrer
Camiel Eurlings durante el Grimaldi Forum en Mónaco el 25 de octubre de 2016.
Camiel Eurlings durante el Grimaldi Forum en Mónaco el 25 de octubre de 2016.Getty Images

Un caso de violencia de género ha acabado con la carrera política y empresarial de Camiel Eurlings, un político democristiano holandés de 44 años de flamante currículo que soñó con ser primer ministro de su país. Fue ministro de Transporte (2007-2010), presidente y director ejecutivo de KLM, y directivo de American Express. Este viernes ha dimitido como miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), su último cargo, arrinconado por las críticas. Eurlings agredió en 2015 a su exnovia, Tessa Rolink, pero ha negado siempre su condición de maltratador porque llegó a un acuerdo extra judicial para evitar un proceso. El pasado 30 de diciembre no pudo más, y se disculpó oficialmente en un comunicado donde reconocía haber “subestimado el impacto público de lo ocurrido en mi vida privada”. No ha sido suficiente y ha tenido que marcharse.

Aunque la reputación de Eurlings estaba en entredicho desde 2015, el reciente intento de su abogado de explicar su situación legal no le ha beneficiado. El letrado ha dicho que “el maltrato fue ligero y sin rastro, tal y como señaló la Fiscalía”. También subrayó que el pacto alcanzado fuera de los tribunales “no suponía un reconocimiento de culpa”.Eurlings sí tuvo que prestar los servicios sociales impuestos por los jueces en su fallo.

El silencio del antiguo político, que seguía acumulando cargos, propició que circulara en su momento en la prensa nacional la posibilidad de una fractura de huesos y múltiples contusiones sufridas por Tessa Rolink, una antigua modelo, de 34 años. Ello dejaba una imagen bien distinta de la del intrépido diputado y luego ministro, que en 2010 era presentado como “el líder del futuro” por los cristianodemócratas, uno de los partidos que mayor poder ha ostentado en las coaliciones holandesas. Era el príncipe heredero, que pasó con honores a la empresa, y ha sido derribado por un coletazo de la campaña internacional contra el maltrato, MeToo.

Cuando ella le denunció hace dos años tras una fiesta, Eurlings se defendió diciendo que había sido un “forcejeo por ambas partes”. Sin embargo, el pasado 27 de diciembre admitió que “nunca en mi vida había pegado a nadie, y no volverá a pasar: nunca más”, en una entrevista al rotativo NRC Handelsblad. Para entonces, su defensor ya había dicho lo del “maltrato ligero” y las críticas arreciaron. Y lo más importante para él, empezaba a tambalearse: su cargo en el Comité Olímpico.

A pesar de la denuncia, el organismo le mantuvo activo porque legalmente no tenía antecedentes penales. “Holanda tardará años en recuperar un puesto como este en el COI si lo pierde. Creo que puedo trabajar bien. Mi labor en las comisiones financiera y de comunicación es muy interesante, y tengo buenas críticas”, aseguró en la misma entrevista. Este viernes, los términos han sido otros. “Dejo mi puesto en el Comité Olímpico con gran dolor. Es uno de los mejores voluntariados del mundo y solo debe hablarse del deporte y de los deportistas, no de mi vida privada”, reza la nota de su marcha, escrita en papel con membrete del COI, porque ya no contaba con la confianza de sus jefes.

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