‘Agua cruda’, el peligroso y caro capricho de Silicon Valley
Se impone la moda de beber muestras tomadas de lluvia o depósitos, sin filtrar ni tratar
Las contradicciones son constantes en Silicon Valley. Por un lado aseguran querer erradicar todo tipo de enfermedades hasta hacer al ser humano inmortal. Por otro, toman decisiones que atentan de manera explícita contra el bienestar y la salud. La última moda puede hacer acreedores del premio Darwin (ya se sabe, ese desgraciado galardón que recae en aquellos que desconfían de la ciencia arriesgando sus vidas). “Agua sin tratar, sin depurar, pura”, son algunas de las etiquetas del raw water, literalmente “agua cruda”, comercializada también como Live Water por cifras de escándalo. Más de 60 dólares por 10 litros.
Como no podía ser de otra manera, hay startups dedicadas al producto. Zero Mass Water propone un sistema para recoger el agua que cae en las propiedades privadas cuando llueve, y usarlo en el hogar tanto para usos habituales como para beber. La pequeña empresa ya ha levantado, como se denomina a la financiación en el argot, 24 millones de dólares.
Entre los impulsores de esta moda está Doug Evans, fundador del último fiasco de Silicon Valley, Juicero, la máquina de zumos al estilo Nespresso, cuyo mecanismo no era necesario para conseguir la bebida. Era suficiente usar unas tijeras y empujar el contenido del sobre-cápsula con las manos. The New York Times se ha hecho eco de esta tendencia. Evans les contó cómo llevó casi 100 litros de agua cruda al festival en el desierto Burning Man, a finales de agosto, justo cuando se cerraba su empresa. “Me interesa muchísimo la salud. Hay muchos más haciendo lo mismo”, relata en el emprendedor.
Vídeo de promoción del 'agua cruda', donde se desgranan sus supuestas facultades.
Live Water es una de las empresas que recoge, trata y vende el agua. Al final de su página web aclaran que no está aprobado por la FDA, el equivalente a la agencia del medicamento y la regulación sanitaria de productos en Estados Unidos. Rainbow Grocery es uno de los puntos físicos de San Francisco donde se puede comprar. Viene embotellada en frascos de vidrio.
La pseudociencia tiene un gran papel en toda esta trama comercial. “Impactante pero cierto. Otras aguas naturales embotelladas y filtradas llegan con rayos UV, con ozono y rastro de más cosas. Al igual que sucede con el zumo y la leche pasteurizada. Por desgracia, esta esterilización destruye los beneficios de los minerales y probióticos”, sostienen en su web. Y continúan: “Por cada célula en nuestro cuerpo, los humanos tenemos 10 veces más microbios. Hay más terminaciones nerviosas en nuestras tripas que en nuestro cerebro. Y la pelea es constante entre las bacterias buenas y malas. De los microbios de nuestro intestino depende nuestro peso, ansiedad, estado de ánimo. Tomar nuestro agua es clave para conseguir el equilibrio”, sostienen en una mezcla de conceptos poco sólida.
Otra iniciativa que vende agua embotellada directamente de la naturaleza, promocionando su producto.
Rematan su argumentario con otro término en boga, los probióticos: “Puede que haya muchos beneficios todavía sin descubrir en el presente. Los probióticos son imperativos para una óptima salud física y mental. Sin ellos no podemos asimilar los nutrientes de la comida”.
Bill Marler, un facultativo consultado por Business Insider, desaconseja el consumo de esta sustancia: “No podemos evitar que los adultos hagan estupideces, pero sí podemos intentarlo. Como los que toman la leche cruda o los antivacunas, estas tendencias son nocivas para la salud pública”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.