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El SPD señala su disponibilidad a dialogar para desbloquear la crisis en Alemania

Tras una reunión maratoniana de la cúpula del partido, el secretario general afirma la voluntad de negociar

El presidente Steinmeier con Schulz, líder del SPD, este jueves. En vídeo, dos diputados socialdemócratas piden que inicien conversaciones con Merkel.Vídeo: BPA (REUTERS) / REUTERS-QUALITY

Todas las miradas están puestas en la socialdemocracia alemana (SPD). Es el partido que tiene la llave para desbloquear la crisis política alemana, que mantiene en vilo a Europa tras el fracaso de las negociaciones para formar una coalición gobernante, y cuya onda expansiva impacta ahora de lleno en el SPD. Ellos solos se metieron en un callejón de difícil salida al negarse categóricamente a repetir una Gran Coalición con la canciller Angela Merkel, con la idea de reconstruirse en la oposición tras su histórica derrota electoral en septiembre. Pero según arrecia la presión, el Nein socialdemócrata se reblandece.

El jefe de filas del SPD, Martin Schulz, se reunió la tarde del jueves con la ejecutiva de su partido en la Casa de Willy Brandt, el cuartel general socialdemócrata para acordar los pasos a seguir. A las dos de la mañana terminó por fin una reunión que no arrojó resultados claros pero que sí apuntó en una dirección clara: El SPD está ahora dispuesto a ceder y a sentarse a hablar con Merkel de posibles acuerdos de Gobierno. “El SPD está firmemente convencido de que debe haber conversaciones [con los otros partidos, incluido el de la canciller]. El SPD no está cerrado a hablar”, dijo Hertbus Heil, secretario general del partido en la madrugada del viernes, sin detallar qué tipo de colaboración tiene el SPD en la cabeza.

La situación tras el fracaso del embrión de coalición Jamaica –conservadores, liberales y verdes- ha dado un vuelco y la presión ahora para el SPD es inmensa. Porque una cosa es decidir teniendo en cuenta el futuro del partido y los posibles réditos electorales y otra bien distinta tener a las espaldas la responsabilidad de la estabilidad del país y en buena medida el futuro de Europa.

Conscientes de esa responsabilidad, desde el miércoles, crecían las voces en el partido defendiendo flexibilizar el “no” con el fin de evitar unas nuevas elecciones se cuentan ya por decenas, según publicaba ayer la prensa alemana. Horas antes, Schulz se había reunido con el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, en el palacio de Bellevue.

Desde principios de semana, el presidente se ha ido reuniendo con los partidos para tratar de evitar la temida repetición de unas elecciones que se calcula podrían celebrarse en Semana Santa. El nuevo Ejecutivo se formaría consecuentemente en verano. Teniendo en cuenta que las elecciones se celebraron en septiembre pasado, ir de nuevo a las urnas supondría un vacío político de casi un año en la capital que en buena medida rige el destino de Europa. La misión de Steinmeier es evitar ese escenario a toda costa.

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La madrugada del lunes colapsó el proyecto de coalición de Gobierno tripartito capitaneado por el bloque conservador de Merkel y en el que participaban también liberales y Verdes. La pelota acabó de rebote en el tejado de los socialdemócratas, los únicos capaces de sumar con la CDU/CSU una mayoría suficiente para formar Gobierno y evitar, de esa forma, una temida repetición de comicios.

“Esta es una cuestión existencial para nuestro partido. Nos jugamos desaparecer, como en Grecia, o como en Holanda; nos jugamos el futuro de un partido que tiene 144 años”, reconoce a EL PAIS el veterano diputado socialdemócrata Axel Schäfer. Se define como perteneciente al ala izquierda del partido y, como la mayoría de diputados del SPD, no quiere saber nada de una nueva Gran Coalición con el bloque conservador de la canciller, porque sostiene: “Hemos tenido muy malas experiencias con Merkel. Yo defendí la Gran Coalición en 2013, pero fue un error. Al final, ella siempre es la que gana las elecciones”.

Pero sí defiende “tolerar” un Gobierno en minoría conservador con acuerdos en áreas de consenso como la política exterior. “Estoy en contra de unas nuevas elecciones. Nos han elegido para cuatro años, no para cuatro semanas”, añade Schäfer, quien reconoce que la situación es muy incierta. “Por primera vez en 40 años no sé qué quiere la mayoría de mi partido”.

El problema es que hasta ahora Merkel se ha negado a contemplar la opción de un Ejecutivo en minoría, inédita en Alemania y que considera una fuente de inestabilidad. “Este es un país estable, con miles de personas trabajando para el Gobierno. Funciona. Esto no es la República de Weimar, no son los años veinte”, dice Schäfer, en alusión al periodo de fuerte inestabilidad política que precedió al nazismo.

Dilema mayúsculo

El dilema del SPD es mayúsculo en estas circunstancias. Si aceptan participar en una Gran Coalición su credibilidad podría quedar tocada, después de haber jurado en todos los idiomas posibles que no lo harían. Pero si rechazaran apoyar a Merkel, serían los culpables de que Alemania tenga que celebrar de nuevo unas costosas y dilatadas elecciones, cuyo resultado además se prevé en principio similar al actual y que, por tanto, situaría previsiblemente al SPD en idéntico dilema: Gran Coalición sí o no.

En unos nuevos comicios, la posibilidad de que Schulz ya no sea el candidato va en aumento, según confirman fuentes del partido. Dentro de dos semanas, el SPD celebrará su congreso, en el que el expresidente del Parlamento Europeo debería ser reelegido. Lograr un acuerdo de Gobierno con Merkel podría ser paradójicamente una de las escasa vías de salvación de Schulz.

Los socialdemócratas han salido escaldados de las grandes coaliciones que han mantenido con Merkel (de 2005 a 2009 y de 2013 hasta hoy), a la que consideran la canciller atrapalotodo. Dicen que acapara e invisibiliza al socio minoritario y se apunta los tantos ajenos. Pero sobre todo creen que la Gran Coalición ha contribuido a que el proyecto político socialdemócrata se desdibuje. Que los ciudadanos ya no sean capaces de distinguir entre conservadores y socialdemócratas porque los dos grandes partidos han venido actuando en bloque y han compartido programa.

Sienten que solo en la oposición serán capaces de reconstruirse y emerger después de la derrota histórica (20,5% de los votos) de las últimas generales. Argumentan también que los votantes han emitido un mensaje claro: que no quieren más a la Gran Coalición que, ante la ausencia de una fuerza opositora al Gobierno, ha contribuido a oxigenar a la extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD), de modo que esta ha logrado entrar en el Parlamento federal por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial con el 12,6% de los votos.

“Después de las elecciones, Schulz dijo que no quería otra Gran Coalición. Si ahora acepta una, desatará un gran debate sobre si controla el partido y sobre su credibilidad”, interpretaba ayer el politólogo Thorsten Faas en un encuentro con periodistas.

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