El pragmatismo seca la mística del río Po
Las dos pujantes regiones del norte de Italia, alejadas ya del anhelo secesionista y gobernadas por la Liga Norte, consultarán a su población el día 22 de octubre
La propia naturaleza se había encargado de dibujar la línea que separaba el imaginario cultural y económico de las dos Italias a través del río Po. Por debajo quedaban el despilfarro, la mala gestión y el caos dialectal. Encima se encontraba la ordenada y cívica Padania, un mundo imaginario diseñado por los caballeros de la Liga Norte que comandaba Umberto Bossi, hoy condenado junto a su hijo por robar a su propio partido y marginado en todos los mítines. De aquella mitología romántica queda más bien poco y es raro escuchar una defensa de la independencia. La batalla es otra. Pragmática y financiera. El próximo 22 de octubre las regiones de Véneto y Lombardía —15 millones de habitantes y alrededor del 30% del PIB— celebran un referéndum no vinculante para autorizar a sus presidentes a negociar más autonomía, algunas transferencias y una parte de los impuestos. ¿Poca cosa comparado con aquella mística de la marcha sobre el Po?
Giorgio Valoti estaba ahí el 15 de septiembre de 1996. Claro que entonces pensaba en la secesión. Pero hay que adaptarse, saber leer los tiempos, señala. Hoy es el alcalde de Cene, un pueblo 4.264 habitantes a 66 kilómetros de Milán, en pleno Valle Seriana. Elcifprimer Ayuntamiento que ganó la Liga Norte y que jamás volvió a perder, todo un feudo del movimiento. Corría 1990 y la Democracia Cristiana, en pleno crepúsculo por los casos de corrupción, gobernaba a lo largo de la provincia de Bérgamo. Pero aquí ofrecieron respuestas, política directa, arremangarse. Y no han vuelto a perder. ¿La independencia? “Ahora no va de eso. Es un tema principalmente fiscal”, dice mientras muestra el déficit de 23 millones anuales que el supuesto escaso retorno de los impuestos provoca en su Ayuntamiento. “No es un referéndum excluyente. Es repartir de forma más justa, algo que también ayudará a gestionar mejor a otras regiones”, apunta.
Lombardía y Véneto, las regiones que votarán el día 22, representan el 30% del PIB italiano
El día antes a esta conversación, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha amagado con una declaración suspendida de independencia. Aquí nadie ha entendido nada. “¿Sí o no?”, preguntan. No hace tanto, el separatismo catalán huía de la comparación con la Liga Norte por considerarla demasiado radical. Aunque quizá lo más parecido en la Europa moderna a lo sucedido el miércoles en el Parlament lo ejecutó aquel 15 de septiembre de 1996 Umberto Bossi. Ese día proclamó la independencia de la República Federal de Padania y anunció la celebración de un referéndum para confirmar su independencia del Estado italiano. Votaron 5 millones de personas y ganó el sí con un 95%. Ningún estado reconoció la epopeya nacionalista. Y ahí terminó la historia.
Hoy cambian las tornas. Valoti y el resto de alcaldes de la Liga Norte consultados —Cristian Vezzoli en Seriate o Stefano Locatelli en Chiuduno, dos jóvenes y muy apreciados regidores que muestran una Liga Norte renovada, moderna y con un discurso de corte nacional— se esfuerzan en explicar que lo suyo, una votación en la que participarán más de 10 millones de personas y cuya organización costará unos 50 millones de euros (solo la Iglesia se ha manifestado abiertamente a favor del no), es muy distinto de lo sucedido en Cataluña. El propio Matteo Salvini rechazó el referéndum catalán por “inconstitucional”. Pero todos admiten que los tiempos y la coincidencia no podían ser peores para la participación, la única variable que importa en un una consulta que solo servirá para cargarse de razones cuando los presidentes de Lombardía, Roberto Maroni y de Véneto, Luca Zaia, se planten en Roma a pedir dinero.
Pero Cataluña, en todo caso, sirve para acentuar su agravio. En miles de flyers de la consulta puede leerse que el déficit fiscal lombardo con el estado italiano es de 54.000 millones de euros anuales. Al lado, un gráfico con un montoncito de monedas cifra en 8.000 el catalán. Una cantidad que también contrastar con el déficit fiscal de Véneto, de unos 18.000 millones de euros, el tercero después de Emilia-Romaña, que también se plantea pedir un régimen fiscal distinto. Una corriente que empieza extenderse y que el propio Berlusconi ha dicho que apoyará.
¿La independencia? Ahora no va de eso, es más bien un tema fiscal”, dice el alcalde Giorgio Valoti
En Cene todos los que se cruzan con el alcalde en la calle dicen que irán a votar: el peluquero Sergio Scarpellini, el párroco Don Guido y hasta la revindicativa Francesca, que come en restaurante del pueblo con su madre y no cree en otra democracia que la directa. Pero la batalla se dirige desde el piso 32 del segundo edificio más alto de Italia. El rascacielos que alberga al gobierno de la región lombarda, que preside el histórico de la Liga Norte, Roberto Maroni, y desde donde se ven los confines de la región. Ministro del Interior en el gobierno de Silvio Berlusconi, ha puesto la cara en este referéndum. Están en juego 23 competencias que pueden ser transferidas —educación, tutela de la sanidad, complemento de pensiones— y unos 27.000 millones de euros para pagarlas, la mitad del supuesto déficit fiscal. Los críticos alegan que se podía pedir sin referéndum. Maroni discrepa. “En 16 años, muchas regiones lo han pedido, pero el Gobierno siempre lo ha negado. Así que si mucha gente vota ahora, nos daría más fuerza para negociar”.
Los agravios entre sur y norte son todavía notables en Italia, donde cinco regiones tienen un estatuto fiscal y administrativo especial (Trentino-Alto Adige, Sicilia, Cerdeña, Valle d'Aosta y Friuli-Venezia Giulia). Aceptada esa distinción desde la Segunda Guerra Mundial, algunos críticos —incluso socios de la Liga Norte, como Giorgia Meloni, de Fratelli di Italia— observan el referéndun como una falta de solidaridad hacia las regiones del sur. Visto así es un torpedo dirigido al nuevo discuro de corte nacional y soberanista de la Liga Norte, que aspira a tener votos en todo el territorio y a liderar la gran coalición de centroderecha. “Yo pido más competencias, pero no le quito a los demás. En los recursos, en cambio, sí. De esos 54.000 millones que van al sur, lo que retenga no irá ahí. Pero eso no les daña, porque si tenemos más dinero puedo hacer crecer la economía de Lombardía y la de Italia. Y eso también es una ventaja para ellos. Que nos den más recursos no es gastar menos en ellos, sino gastar mejor. Este referéndum no choca con el discurso nacional”, defiende Maroni. Todo un equilibrismo político alejado ya de la heroica del Po, pero que llega en el momento más delicado.
"Esta consulta no es como la de Cataluña"
La reivindicación catalana se ve desde aquí con una cariñosa nostalgia, pero el rumbo fijado es otro. Además, como subraya la propia pregunta del referéndum, se hace desde el marco de la constitución y la unidad de Italia. Roberto Maroni (Varese, 1955), presidente de la región, además, señala algunas diferencias. "En Cataluña hay una cosa fundamental para esa batalla que aquí no existe: la lengua. No tenemos es ligamen que te hace sentir independiente. Lo nuestro es una cuestión de conveniencia. En Cataluña hay un sentimeinto de identidad que aquí no existe, aunque lo hayamos probado ya como Liga Norte”.
Maroni se refiere a cuando La Liga Norte proclamó la independencia de la Padania y terminó ante la justicia, por motivos parecidos a lo que ahora sucede en Cataluña. Pero es pasado. Ahora, dice, están la tercera fase. “En el 2000 pasamos de la Revolución a la reforma. Cambiar el sistema desde dentro. Y ahora estamos en la tercera fase: el neorregionalismo. Cambiar la relación entre región y centro, desde las regiones. Yo y Zaia somos los protagonistas”.
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