Degollado en un cementerio el alcalde de una ciudad belga por una venganza
El sospechoso del asesinato ha sido detenido por las autoridades de Mouscron, que investigan una posible venganza
El asesinato del alcalde de Mouscron, un municipio belga fronterizo con Francia, ha sacado a la palestra un caso de odios y venganzas guardados durante años. Alfred Gadenne, de 71 años, convivía con los muertos con naturalidad. Pese a ser el alcalde, cada mañana y cada noche abría y cerraba las puertas del cementerio personalmente. Su casa se encontraba cerca del camposanto y convirtió esa labor en un hábito que su homicida conocía. En la noche del lunes, cuando se disponía a clausurar el cementerio como cada día, fue degollado.
La búsqueda de su agresor no se demoró. El sospechoso fue detenido en el lugar del crimen tras entregarse a la policía, y las primeras hipótesis apuntan a la venganza como móvil del asesinato. La agencia belga ha informado de que el arrestado es un joven de 18 años que buscó vengar la muerte de su padre, un bombero y trabajador de la administración local despedido de su trabajo en 2015 que tras perder su empleo se suicidó. Dos años después, su vástago, culpando al alcalde del suceso, se abalanzó sobre Gadenne con un cúter y lo asesinó.
Los indicios muestran que el ataque fue cuidadosamente planificado: la prensa belga señala que el menor aguardó hasta cumplir la mayoría de edad para ejecutar el asesinato para evitar que su madre afrontara responsabilidad civil alguna, a pesar de que así su condena será mayor.
El político, miembro del Centro Democrático Humanista (CdH), había accedido a la alcaldía tras imponerse por mayoría absoluta, y había sido también diputado en Valonia, por lo que su fallecimiento ha generado reacciones entre las más altas instancias del Gobierno belga. "Me entero con horror de la muerte brutal de Alfred Gadenne. Mi solidaridad con su familia y sus allegados", tuiteó el lunes por la noche el primer ministro Charles Michel.
Mouscron, de 60.000 habitantes, apenas ha registrado incidentes violentos en los últimos años. La policía presumía de un descenso generalizado de la criminalidad y los homicidios se cuentan en los últimos años con los dedos de una mano.
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