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El ISIS, acorralado en sus feudos antes del ataque de Barcelona

A las campañas de Raqa y de la provincia petrolera de Deir Ezzor se añade otra ofensiva en Irak

Juan Carlos Sanz

En la víspera del ataque terrorista de Barcelona, un mapa publicado por la edición digital de la BBC mostraba con claridad el retroceso territorial del ISIS, que ha perdido cerca de las dos terceras partes del territorio que llegó a controlar a comienzos de 2015, su momento de máxima expansión. La derrota del Estado Islámico en su bastión de Mosul, en Irak, donde proclamó hace tres años el califato, está acelerando en las últimas semanas su retroceso en casi todos los frentes, sobre todo en Siria. La aparente capacidad operativa desplegada en el atentado cometido en España parece apuntar a una reacción del grupo yihadista contra Occidente y no a la acción de lobos solitarios adoctrinados a través de Internet.

Tropas libanesas atacan posiciones yihadistas en la frontera siria junto a Ras Baalbek.
Tropas libanesas atacan posiciones yihadistas en la frontera siria junto a Ras Baalbek.AFP

Las milicias del ISIS están cercadas por Estados Unidos y sus aliados kurdos en Raqa, su principal feudo en el noreste de Siria, y sienten ya la presión del Ejército del régimen de Damasco, apoyado por la aviación rusa, en la cercana provincia petrolera de Deir Ezzor. A estas ofensivas se suma la de Irak en Tal Afar, reducto yihadista próximo a la frontera siria. La reducción experimentada por las fronteras del ISIS  representa una caída del 80% en Irak y de casi un 60% en Siria. Según reflejan los datos cerrados el pasado día 14 por el centro de inteligencia geoespacial IHS Conflict Monitor, que fueron los utilizados por la cadena británica BBC, el ensueño del califato prácticamente se ha desvanecido.

Salvo en la zona de Hawija, al este de la ciudad iraquí de Kirkuk, en algunas zonas desérticas próximas a Palmira y en el enclave de la triple frontera entre Siria, Jordania y los Altos del Golán (ocupados por Israel), el Estado Islámico sufre el acoso militar en todos sus territorios.

El frente más activo contra el yihadismo es ahora el de la ciudad de Raqa, donde los servicios de inteligencia occidentales y árabes situaron en el pasado el centro de mando de la campaña de terror global. La ciudad del Éufrates se encuentra asediada desde el mes de junio por las fuerzas de la coalición Frente Democrático de Siria, una alianza kurdo-árabe respaldada por Estados Unidos con apoyo aéreo y suministro de material bélico, y que además cuenta con asesoramiento y asistencia sobre el terreno de unidades de las fuerzas especiales norteamericanas. Las milicias Unidades de Protección del Pueblo (YPG, en sus siglas en kurdo) se han apoderado ya de la mitad del centro de Raqa.

El Ejército de Siria y sus aliados chiíes avanzan mientras tanto hacia Deir Ezzor después de haber conseguido movilizar a una gran parte de las tropas que se encontraban estancadas en los frentes de las llamadas zonas de distensión. Este es el caso del establecido en el norte de la provincia de Homs (centro) tras el acuerdo ente Rusia y Turquía (que sostiene a grupos rebeldes) con el propósito de detener los combates entre régimen e insurgentes, y evitar de paso el riesgo de enfrentamiento accidental entre sus respectivos aliados. Estados Unidos se ha sumado indirectamente al plan para rebajar la tensión en la zona segura instaurada en las provincias meridionales de Deraa, Quneitra y Sueida con el visto bueno de Jordania.

Provincia petrolera

En un aparente gesto de debilidad ante el avance gubernamental en el frente de Deir Ezzor, el ISIS se ha visto obligado por primera vez a decretar la movilización forzosa de todos los hombres con edades comprendidas entre los 20 y los 30 años que estén en condiciones de combatir.

Mientras se estrecha el cerco en torno a la ciudad de Deir Ezzor, capital de una provincia rica en yacimientos de petróleo, las fuerzas del presidente Bachar el Asad han acorralado a las milicias de Estado Islámico en Uqairabat, una zona desértica del centro de Siria. La agencia Reuters, que citaba al Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, informaba ayer del nuevo revés militar sufrido por el ISIS.

Tras su laboriosa victoria en Mosul tras ocho meses de asedio, las Fuerzas Armadas de Irak han lanzado esta misma semana una ofensiva aérea sobre Tal Afar, ciudad situada 80 kilómetros al oeste de Mosul y que es un reducto del ISIS que se interpone entre las tropas leales a Bagdad y la ruta hacia la frontera siria. Irak se dispone a lanzar la campaña militar terrestre en los próximos días, según fuentes del Ministerio de Defensa citadas por Reuters.

En la frontera con Líbano, Siria y sus aliados de la milicia chií Hezbolá están machacando también en las últimas horas una bolsa de resistencia yihadista, a la espera de que el Ejército regular de Beirut culmine su aniquilación en territorio libanés.

En Damasco, mientras tanto, el régimen celebra la reapertura de la Feria Internacional de la capital siria después de seis años sin poder celebrarse a causa de la guerra, según SANA. Aparentemente, las empresas internacionales tratan de ganar posiciones ante el negocio de la reconstrucción que se avecina tras el final de un conflicto que el Gobierno de El Asad cree que se encuentra ya en su “penúltima etapa”. 

El declive de un califato con poder territorial

El califato se afianzó en un territorio de 90.800 kilómetros cuadrados situado a caballo entre Siria e Irak en el que impuso la sharía, recaudó tributos y organizó la vida cotidiana según su visión extremista del islam. La sucesiva expulsión de sus feudos está devolviendo al ISIS a sus orígenes como escisión de Al Qaeda, para devenir en un movimiento yihadista que impulsa campañas de terror contra los países que han golpeado con más de dos años de bombardeos aéreos su autoproclamado Estado Islámico hasta que ha comenzado a colapsar.

Cuando en junio de 2014 arrolló a las fuerzas de Bagdad en Mosul, el ISIS llegó a tener bajo su control una población de unos 10 millones de habitantes, musulmanes suníes en su mayoría descontentos con los Gobiernos de Bagdad (de base chií) y Damasco (aluí). Minorías como la yazidí, en el norte de Irak, o la cristiana, en ambos países, sufrieron las consecuencias de su intolerancia.

El “renacimiento de un califato territorial con un líder que se erige en jefe religioso”, como describía la irrupción del Estado Islámico el politólogo francés experto en el islam Oliver Roy, parece estar tocando a su fin. No así la expansión de un grupo terrorista global que ha diseminado su propaganda yihadista a través de las redes sociales.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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