El Estado Islámico lanza una yihad global tras verse acosado en sus feudos
El ISIS ataca los países que bombardean sus bastiones mientras pierde posiciones
Cuando los yihadistas del Estado Islámico (ISIS, ISIL o Daesh) conquistaron la ciudad de Mosul, la tercera mayor de Irak, en junio de 2014, proclamaron un califato islámico a caballo entre el norte iraquí y el valle del Éufrates en la vecina Siria. Fue la primera entidad paraestatal del islamismo radical desde la caída de los talibanes en Afganistán tras los atentados del 11-S. A diferencia de Al Qaeda, que nunca contó con un territorio propio y que mantuvo como objetivo golpear al Occidente y a los países islámicos que colaboraban con los “cruzados”, el ISIS se afianzó sobre el terreno en un territorio en el que impuso la Sharía, recabó tributos, organizó la vida civil cotidiana según sus reglas y recreó para miles de radicales el ensueño de un califato en expansión, como en los primeros tiempos del islam, hace ahora 11 siglos.
Los ataques del ISIS en París, que se cuentan entre los más sangrientos y osados del yihadismo, se han dirigido precisamente contra uno de los países que bombardeaba sus posiciones y sus bases. La oleada de atentados de la capital francesa ha coincidido además con una de las mayores derrotas del califato en el norte de Irak, tras más de un año de victorias ininterrumpidas. El ISIS ha emprendido una yihad global, en la estela la antigua estrategia de Al Qaeda, que parece responder a una reacción defensiva ante el acoso y el confinamiento que empieza a sufrir en sus propios bastiones, a pesar de contar con “provincias” como Libia, el Sinaí o el Magreb. En lo que va de año el ISIS ha causado más de 800 muertes fuera de Siria e Irak en acciones terroristas cada vez más sangrientas.
Javier Martín, autor del “Estado Islámico. Geopolítica del caos (La Catarata, 2015), cree que “existe una relación evidente entre los bombardeos de la coalición [encabezada por Estados Unidos, y en la que participa Francia] y los atentados de París”. “Pero el objetivo del ISIS no es Occidente por definición; lo principal sigue siendo consolidar y ampliar el califato en las tierras de la antigua Mesopotamia”, puntualiza.
“Hemos asistido al nacimiento de un califato islámico territorial, en el que el líder de ISIS se erige en jefe religioso en una región del planeta”, reconocía el año pasado a EL PAÍS—poco después de la proclamación efectuada en Mosul por Abubaker el Bagdadi-- Olivier Roy, politólogo francés experto en el islam. ”Los notables y los miembros de las tribus suníes necesitan a los yihadistas locales y extranjeros para luchar contra los chiíes, en Irak, o los alauíes en Siria”, según el director del programa para el Mediterráneo en el Instituto Universitario Europeo de Florencia,
Casi nadie reparó en que el mismo día de la masacre de París, el Estado Islámico había perdido ante las tropas kurdas de Irak la ciudad de Sinjar, un punto estratégico para sus rutas comerciales, de avituallamiento y de reclutamiento de extranjeros, destaca ahora Martín. Se trata de uno de los retrocesos militares más importantes del ISIS en más de un año de avances triunfales. “Pero gracias a su propaganda, ha quedado ensombrecida por la “victoria de París” ante sus seguidores”, argumenta este periodista español especializado en Oriente Próximo, que considera por el momento “muy posible” que otros países implicados o que se impliquen en la coalición contra el Estado Islámico “sufran atentados si los bombardeos prosiguen”.
Pero mientras los atentados del pasado mes de enero contra el semanario satírico Charlie Hebdo, en una clara agresión a la libertad de prensa de las sociedades occidentales, y el supermercado judío de París fueron obra de “lobos solitarios” que actuaron aislados y aparentemente descoordinados, la cadena de ataques registrados ahora en la capital francesa estaba perfectamente “coreografiada”, según los expertos, como las atentados islamistas radicales de Bombay en 2008.
En poco más de un mes, entre el 10 de octubre y el 13 de noviembre ha golpeado con dureza en los países que han participado activamente en bombardeos y operaciones contra sus milicias en Irak y Siria. París (130, muertos). Beirut (43) en un barrio chií de estilo de vida occidental pero que apoya a Hezbolá, que combate a los yihadistas en las filas del régimen sirio. Península del Sinaí (224), todos los ocupantes del Airbus ruso que se estrelló cuando transportaba turistas desde Sharm el Sheij hasta San Petersburgo. Rusia interviene directamente en la guerra siria en el bando de Bachar el Asad. Ankara (100 muertos), dos atentados suicidas sembraron el terror en un acto político en plena campaña electoral turca.
Se trata sin duda de las réplicas del ISIS a países o grupos que combaten contra el califato. Excepto en Túnez, el país pionero de la “primavera árabe” y el único en el que parecen haberse consolidado las reformas democráticas. Javier Martín, que precisamente ejerce como delegado de la agencia Efe en la capital tunecina—tras haber informado desde El Cairo, Teherán y Jerusalén--, considera que los atentados contra el museo del Bardo, en marzo, y en la localidad costera de Susa, en junio, “respondieron a un entorno local, a los objetivos y a las necesidades de combate de los grupos yihadistas en Libia y Túnez”. Sostiene que ambos fueron planeados y ejecutados por grupos con financiación y recursos propios para golpear al turismo en pleno proceso de transición. La toma de rehenes del viernes en Bamako, que se saldó con 27 muertos, se inscribiría también es esta perspectiva local, además de que no se acreditado la lealtad al ISIS de los comandos que actuaron en la capital de Malí.
En clave local
Todos estos ataques y atentados deben ser considerados en última instancia como “una forma de autodefensa y una cruenta campaña de propaganda del ISIS”, según el autor de El Estado Islámico. Geopolítica del caos. Así, el doble atentado suicida de Líbano que precedió a la oleada de ataques en París contiene “un evidente componente religioso” contra la comunidad chií. Respecto al Airbus 321, cree que se trata de “un aviso para Rusia”, si bien también pude responder a intereses locales, igual que en Túnez, con el objetivo de “causar daño al Gobierno egipcio mediante el hundimiento del turismo”. Los objetivos están cuidadosamente preparados y elegidos y tienen un doble mensaje, según Martín: “Uno para consumo externo: cada enemigo recibirá su castigo donde más le duela. Y otro de consumo interno: aunque el califato sufra derrotas, es lo bastante fuerte como para acoger a sus seguidores”.
En una tribuna publicada esta semana en The New York Times, Olivier Roy resalta que el Estado Islámico no es el principal enemigo del régimen de Bachar el Asad ni de Rusia, que combaten fundamentalmente a otros grupos rebeldes; ni de Turquía, concentrada en su lucha contra las milicias kurdas sirias y turcas; ni de los kurdos, que se mueven dentro de en sus fronteras étnicas; ni de los saudíes, con quienes comparten una visión rigorista del islam; ni de los iraníes, que aspiran a contener al ISIS sin que deje de amenazar al mismo tiempo otros grupos suníes. Hasta Israel parece satisfecho de que grupos árabes e islámicos peleen entre sí, mientras el conflicto palestino queda en el olvido. Nadie parece tener la intención de derrotar a un ISIS que ya ha alcanzado sus límites territoriales en territorio suní. “Estancado en Oriente Próximo, se vuelve ahora hacia el terrorismo globalizado (…) Los atentados de Sharm el Sheij, de Beirut, de París, tienen el mismo objetivo: mantener vivo el terror”, concluye el autor de El islam mundializado.
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