Misuri, un destino de riesgo para los negros
La principal organización afroamericana difunde su primer aviso para viajes dentro de Estados Unidos
El Departamento de Estado hace frecuentemente recomendaciones de viaje. Hay determinados países en los que aconseja a los ciudadanos estadounidenses extremar la precaución por motivos de seguridad. Pero ahora por primera vez se ha emitido un aviso de viaje para una parte de Estados Unidos. No lo ha hecho la diplomacia estadounidense sino la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP, en sus siglas inglesas), la principal organización de defensa de los afroamericanos. El lugar es el Estado de Misuri, en el Medio Oeste del país, epicentro en los últimos años de la enquistada tensión racial en EE UU.
Es la primera vez, desde su fundación en 1909, que la NAACP difunde un aviso de este tipo. En junio lo aprobó la rama local de la asociación en Misuri y la semana pasada se validó en la reunión nacional de la organización.
El mensaje es a la vez claro y alarmante: si eres negro, ten cuidado en Misuri. “Se recomienda a los individuos que viajen al Estado con extrema precaución. La raza, el género y los delitos basados en el color tienen una larga historia en Misuri”, reza el aviso. “Misuri fomenta las disparidades raciales y étnicas en educación, salud, economía, distribución de poder y justicia criminal”, añade.
La medida parece soslayar el hecho de que un 11,8% de los seis millones de habitantes del Estado son afroamericanos. Misuri, como muchas otras zonas del país, acarrea un pasado y un presente problemáticos en la discriminación a la población negra. La NAACP justifica su decisión en varios incidentes en el Estado en los últimos años y en la reciente aprobación de una ley que dificulta denunciar casos de discriminación por clase, raza o género.
La advertencia de viaje expira el 28 de agosto, cuando entra en vigor la ley, conocida como SB 43, en lo que se interpreta como un gesto hacia el gobernador, el republicano Eric Greitens, mientras revisa la norma. Uno de sus impulsores es un senador republicano dueño de una empresa denunciada por discriminación racial.
Los defensores esgrimen que la ley busca la equiparación con otros Estados, reducir litigios y mejorar el clima empresarial. Los críticos alegan que la norma enterraría las protecciones de derechos civiles levantadas en las últimas décadas por motivos de etnia, sexo, origen, religión, edad o discapacidad. Según la NAACP, “previene a los individuos de protegerse de discriminación, acoso y represalia”.
Misuri no fue un Estado clave en la larga lucha de la población negra en EE UU para equiparar sus derechos con los blancos. Durante la Guerra Civil, en el siglo XIX, el Estado se mantuvo dividido entre la Unión, que defendía el fin de la esclavitud, y los Estados sureños de la Confederación, que querían preservarla. Aunque la discriminación seguía blindada por ley, Misuri tampoco tuvo el papel primordial de sitios como Alabama o Misisipí en los años sesenta del siglo pasado en las protestas que derrumbaron la segregación legal de los negros.
Pero en los últimos años cuesta pensar en un Estado que simbolice mejor las tensiones raciales y la pervivencia de las desigualdades. Fue en Ferguson, un suburbio de San Luis, donde, en agosto de 2014, estalló de nuevo el debate sobre el trato de la policía con los afroamericanos. La muerte, en circunstancias confusas, de Michael Brown, un joven negro desarmado, a manos de un agente blanco propició un debate nacional sobre el gatillo fácil de la policía y el sentimiento de alienación e injusticia de muchos afroamericanos. Muertes similares y la exoneración de los agentes en otras partes de EE UU han mantenido vivo el debate.
La muerte de Brown destapó un patrón de racismo institucional en Ferguson y en otras partes del Estado. Un informe realizado en 2016 por el fiscal general de Misuri reveló que los conductores negros eran parados por la policía un 75% de veces más que los blancos.
“Es algo simplemente inadmisible en una sociedad progresista”, dijo el presidente interino de la NAACP, Derrick Johnson, al anunciar la recomendación de viaje, que advierte de posibles arrestos y búsquedas policiales injustificadas. “Compartimos la alarma y preocupación de que los individuos negros en autopistas, carreteras y lugares de interés puedan no sentirse seguros”.
Las palabras evocan la historia de los llamados freedom riders (viajeros de libertad), los ciudadanos blancos y negros que a principios de los años sesenta viajaron en autobuses al sur de EE UU para denunciar la prohibición de que los afroamericanos pudieran subirse a determinadas rutas de transporte intraestatales.
Hay otros ejemplos recientes que han motivado la decisión de la NAACP. Las protestas en 2015 en la Universidad de Misuri, en Columbia, de estudiantes negros tras varios incidentes racistas que fueron tolerados por la cúpula universitaria. También está la muerte en febrero de dos hombres indios en Kansas City por disparos de un blanco que creyó que eran musulmanes. Y el caso de un joven negro con una deficiencia mental que murió en marzo en una prisión de una zona rural tras recibir tres disparos de una pistola eléctrica.
Discriminación positiva, a debate
Los programas de discriminación positiva de Estados Unidos en el acceso a la universidad, es decir, las prácticas que favorecen la entrada de las minorías raciales, se han puesto en tela de juicio.
El departamento de Justicia ha decidido poner en marcha una investigación para esclarecer si tales políticas suponen una discriminación contra la población blanca y asiática, según publicó The New York Times esta semana, citando una oferta de empleo para investgadores. El Gobierno concreta que busca profesional para esa cuestión a raíz de la denuncia de 2015 por parte de 64 asociaciones asiático-americanas, que alegan que el actual sistema supone una discriminación contra su raza.
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