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El volcán de la Camorra

La sombra de las mafias del Vesubio, dedicadas durante años al tráfico de residuos y la construcción ilegal, planea sobre los ocho incendios simultáneos que lo han arrasado

Daniel Verdú
Bañistas en una playa de Nápoles frente al Vesubio en llamas el pasado martes.
Bañistas en una playa de Nápoles frente al Vesubio en llamas el pasado martes. Ciro Fusco (AP)

La vida bajo un volcán no se parece a nada. La amenaza forma parte de una mística compleja de entender para quienes viven en una tierra corriente. Más, teniendo a pocos kilómetros la advertencia petrificada de los que pagaron desafiar a los dioses hace 2.000 años. Por eso Salvatore, un camionero de Torre del Greco que se encomendó al cielo cuando decidió vivir aquí hace 39 años con su familia, tiene su virgen de Assunta bendecida y de espaldas al Vesubio. “Nos ha protegido”, susurra. El fuego ha arrasado todo lo que tienen alrededor. Algunos han perdido sus casas. Otros lo que las rodeaba. “Miramos a la muerte a los ojos”, lamenta su esposa Ortensia. El parque natural ha desaparecido. Se buscan culpables.

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Ocho fuegos intencionados y simultáneos han arrasado sin descanso 330 hectáreas del perímetro de uno de los volcanes más famosos del mundo en una semana crítica para el sur de Italia (se han quemado 26.000 hectáreas desde mediados de junio). Aquí, cuando los bomberos apagaban uno durante el día, volvía a encenderse otro de noche como una luciérnaga. Mucha gente, como el escritor Roberto Saviano, pero también vecinos y asociaciones antimafia, creen que son los mismos que durante años se dedicaron a disparar en la calle. Luego pensaron que el negocio aquí pasaba por envenenar su tierra y los pulmones de sus vecinos con los residuos con los que traficaban. Y ahora también han prendido fuego a los bosques que contaminaron con su basura tóxica. Tres fiscalías investigan quién está detrás. Y las principales pistas conducen al negocio de los vertidos ilegales y a sus grandes promotores.

Los rescoldos de la madera de pino todavía escupen humo a un lado y otro de lo que queda del camino. Justo donde comenzaba el bosque, un hombre apoyado en el porche de su barraca ennegrecida lamenta que su vida se haya convertido en una isla en medio de la ceniza. Dos fuegos distintos llegaron hasta el níspero de su puerta. Está carbonizado. Justo ahí se pararon, explica Marco (no quiere dar su nombre real, probablemente porque su casa es ilegal), “como si fuera un milagro”. Pero el resto, sillas, mesas, todas las viñas que tenían, una bicicleta... está abrasado. “Sí, claro... ¿Usted de verdad no sabe por qué han hecho esto?, masculla en un napolitano cerrado mientras se oye el martilleo del motor de los aviones amarillos que sobrevuelan el tejado de su casa con las descargas de agua preparadas.

Un agente de los carabinieri, en uno de los bosques incendiados del Vesubio.
Un agente de los carabinieri, en uno de los bosques incendiados del Vesubio.CESARE ABBATE

Todos saben que en el Vesubio (viven 5 millones de habitantes a su alrededor) no se mueve ni una hoja sin que lo sepan los Fabbrocino, el clan que sustituyó aquí a la famosa Nueva Camorra Organizada (NCO) de Raffaele Cutolo cuando, uno a uno, fueron entrando en la cárcel. En disputa ahora con el clan Cuccaro, son los únicos que pueden vanagloriarse de no tener ni un solo arrepentido. Extorsión, tráfico de estupefacientes y blanqueo de capitales. Su influencia se extiende a muchos de los Ayuntamientos de la ladera interior, como San Giuseppe Vesuviano, víctima durante años de graves infiltraciones de la Camorra y la segunda comunidad de inmigrantes chinos más grande de Italia. Pero su influjo ha intentado penetrar en otros municipios como Carbonara di Noia, Ottaviano, Palma Campania, Poggiomarino, San Gennaro Vesuviano o Striano.

Algunos han visto estos días gatos corriendo y ardiendo por la gasolina con la que los habían rociado. Otros denunciaron a un tipo que al que juran que pillaron lanzando bengalas de alerta contra las copas de los árboles. Alessandro Pennalisco, fiscal jefe de Torre Annunziata, cree que ha sido intencionado, pero no descarta ninguna posibilidad, tampoco la de la Camorra. “Hay varias vías abiertas. Parecen provocados y organizados. Todavía es pronto para señalar a nadie”, explica a este periódico. Si son provocados y bien organizados, “dos y dos son cuatro”, señala un policía que acompaña al periodista por los caminos arrasados.

El único detenido que hay hasta la fecha, como publicaba ayer Il Mattino, el periódico de la región, fortalece la pista de la quema de residuos (hay más de 1.200 vertedederos ilegales en toda la región). Fuentes policiales consultadas por este periódico —y el anterior presidente del parque, Maurzio Fraissinet en una entrevista— también avalan esa tesis. La Tierra de los Fuegos, como se conoce a la parte del norte de la ciudad sembrada con desechos tóxicos, no ha parado de extenderse.

Perché il Vesuvio brucia? Provo a spiegarlo qui. Il Parco Nazionale del Vesuvio contende pendici alle discariche abusive, metro per metro, centimetro per centimetro in una lotta che con gli incendi è già persa. Ciò che brucia diventa discarica abusiva e le discariche sono gestite dalle organizzazioni criminali. Altrove si appicca il fuoco anche per un altro motivo: i terreni che potrebbero essere destinati a edilizia, se arsi, restano bloccati per 15 anni. Ed ecco l'ennesimo ricatto: o paghi le organizzazioni criminali per le aree edificabili oppure arrivano le fiamme a bloccare le concessioni edilizie. Il fuoco è un capitolo fondamentale per le organizzazioni criminali nel nostro Paese e il fuoco sul Vesuvio è come la Sicilia che brucia, come i roghi sulle colline di Caserta, come le montagne verdi del Cilento in fiamme. È finito il tempo in cui potevamo chiamare piromane chi appiccava il fuoco. È finito il tempo delle balle. Basta con l'incapacità della politica di far fronte alle emergenze e basta con l'inconsapevolezza del Paese che non riesce a capire chi c'è davvero dietro questi disastri.

Gepostet von Roberto Saviano am Mittwoch, 12. Juli 2017

Durante años ese ha sido aquí el problema. Cuando los bomberos terminan de enfriar el lomo del Vesubio, en el centro de Nápoles comienza una concentración contra los incendios de vertidos tóxicos de la Camorra. Antonio D'Amore, coordinador de la asociación antimafia Libera, explica como el volcán y sus laderas han sido durante años territorio de los clanes. Además de los vertederos que pueden verse desde la carretera principal que serpentea hasta el cono del Vesubio, se han dedicado a la construcción de las casas ilegales —algunas han ardido estos días— y a la coacción de Ayuntamientos para obtener contratos públicos. "El ente parque Natural es independiente de los consistorios, es su enemigo. Pronto iban a demoler algunas casas ilegales, no ha cedido parte de su negocio, trató de impedir los vertederos... Esto es claramente un ataque contra esa institución. Una venganza", analiza.

Casualmente, la sede del parque está desde 2003 en la casa-castillo que el Estado italiano confiscó al capo de la NCO Raffaele Cutolo en 1999. Su presidente Agostino Casillo no quiere entrar en polémicas y pasa el día de un lado al otro del parque, sin medios ni demasiados recursos, intentando solucionar la grave crisis que le ha tocado vivir en su primer año de mandato. Pero no tiene duda de la intencionalidad del fuego y de que se sabrá quién ha sido. "Por cómo ha prendido, no hay duda de que son provocados".

De un modo u otro el volcán iba a estallar. Los vecinos han construido sus casas ilegales cada vez más arriba poniendo a prueba su paciencia. La leyenda en la zona sostiene que el Vesubio no volvería a entrar en erupción hasta que los árboles lleguen hasta la corona. Hace dos semanas, antes deque alguien le prendiese fuego, faltaban solo unos 200 metros. Puede que ahora, al menos, se hayan asegurado algunas décadas más de paz.

La Shanghai del Vesubio

San Giuseppe Vesuviano es una de las comunidades chinas más grandes de Italia despúes de Prato, en la Toscana. En realidad, toda la ladera interior del volcán se ha convertido en uno de los epicentros de la inmigración de esta nacionalidad: Carbonara di Noia, Ottaviano, Palma Campania, Poggiomarino, San Gennaro Vesuviano, Striano. El fenómeno comparte una composición y un tejido empresarial idéntico: talleres de rompa. Son lugares donde se genera gran cantidad de residuos, tejídos y químicos, que alguien tiene que hacer desaparecer.

Gran parte de los residuos que se han ido acumulando en los vertederos ilegales proceden de ahí. “Muchos clanes se han dedicado a hacerlos desaparecer. Todavía pueden verse en los márgenes de la carretera”, asegura Antonio D’Amore.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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