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“Un populista enfrenta a un sector del pueblo con otro”

El historiador Enrique Krauze considera que la política exterior de EE UU impulsará la recuperación de los valores de la convivencia

José Álvarez Junco, Enrique Krauze y Jose Ignacio Torreblanca, en la Casa America durante el ciclo Pensar América, pensar España.
José Álvarez Junco, Enrique Krauze y Jose Ignacio Torreblanca, en la Casa America durante el ciclo Pensar América, pensar España. Samuel Sanchez (EL PAÍS)

Calígulas, Nerón, la misma encarnación del mal. Los historiadores Enrique Krauze y José Álvarez Junco no han ahorrado en adjetivos para calificar al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Invitados este martes por Casa América en Madrid para analizar los efectos de las sacudidas que el nacionalismo ha producido en las democracias a ambos lados del Atlántico, los dos catedráticos —mexicano el uno, español el otro— han coincidido en reconocer que la agresiva política internacional de EE UU podría marcar el paso de la recuperación de valores de convivencia, tanto en Europa como en América Latina. “Lo que caracteriza el populismo es el hechizo de un líder con mucho carisma que enfrenta un sector del pueblo con otro, que encuentra un enemigo sea esto externo o interno”, ha afirmado Krauze.

La amenaza de un sistema de vida heredado es la causa que, según estos dos intelectuales, ha dado origen a fenómenos inesperados como el Brexit y el giro nacionalista de la política de EE UU. “Creíamos que Estados Unidos eran solo Los Ángeles y Nueva York, pero con la elección de Trump nos dimos cuenta de que no era así”, ha afirmado Krauze al hacer referencia a las ciudades símbolos de dos estados donde el actual presidente se quedó por debajo del 40% de los votos. La gira de Trump en Europa se ha cerrado este martes con un duro toma y daca con la canciller alemana, Angela Merkel, en el que el presidente estadounidense ha reafirmado una vez más que primará los intereses nacionales en el ámbito económico y en el estratégico.

Junco ha reconocido que las élites que han definido la política europea en estos años “deberían reformular su discurso” para que una perspectiva supranacional vuelva a imponerse sobre los intereses locales. El excesivo tecnicismo y la falta de una respuesta adecuada a las emergencias como la de la masiva llegada de refugiados de los últimos dos años han contribuido, según este estudioso, a la difusión del miedo y de la irracionalidad. “Llega un momento en que los pueblos deciden que la situación nunca ha sido peor, sin embargo, puede que no sea cierto", ha añadido Krauze.

En Francia, donde en las últimas elecciones presidenciales la candidata ultraderechista Marine Le Pen obtuvo más del 30% de los votos, el paro ha subido en casi seis puntos en la última década. En Holanda, donde el pasado marzo el partido xenófobo de Geert Wilders ganó cinco escaños con respecto a la anterior legislatura, se ha casi doblado desde 2010, según Eurostat. Pese a la recuperación económica registrada tras la crisis empezada hace casi 10 años, organismos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OECD) señalan que ésta no está reduciendo las desigualdades. “Los líderes populistas suelen tener algo de razón”, ha reconocido Junco al explicar que históricamente estos suelen aprovechar el descontento real de los ciudadanos, “pero las soluciones que estos líderes proponen son nefastas”.

Este catedrático considera, sin embargo, que el actual contexto político internacional no es ninguna novedad, ya que el discurso de las fuerzas populistas se alimenta de arquetipos propios incluso de los mitos clásicos. La “amenaza del Apocalipsis”, la creación de un supuesto “paraíso perdido” y la llegada de un salvador: “Son escenas que hemos visto un millón de veces”, ha afirmado Junco. Pese a las amenazas, continúa, las instituciones de EE UU y del Viejo Continente están respondiendo “bien” a las derivas autocráticas de Trump, o los desafíos del Brexit. Una afirmación a la que ha hecho eco Krazue al destacar la importancia de analizar el presente en una perspectiva histórica. “Sería un error grave no considerar los tiempos de la política”, ha dicho, “Trump se quedará cuatro años. Hay que darle tiempo al tiempo”.

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