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El preso Tommy Arthur es ejecutado en Estados Unidos tras eludir la pena de muerte siete veces

El convicto, de 75 años, había logrado retrasar la aplicación de la pena desde 2001

Pablo de Llano Neira
Tommy Arthur, ejecutado este viernes.
Tommy Arthur, ejecutado este viernes.AP

Tommy Arthur, de 75 años, fue capaz de eludir la pena de muerte siete veces cuando ya se había dictado la fecha de su último día. A la octava, este viernes, él y sus abogados no han logrado detener de nuevo la maquinaria y el preso ha sido ajusticiado en el Estado de Alabama (sureste de Estados Unidos) pasada la medianoche. Su final, como su vida desde que fue condenado a la pena capital en 1983 por un asesinato del que siempre se declaró inocente, estuvo envuelto en un enervante suspense burocrático que se decantó para él de la peor manera cuando a las 22.40 (hora local) de la dilatada jornada el Tribunal Supremo dio luz verde a la ejecución. Murió a las 00.15 por inyección letal.

La aplicación de la pena de muerte estaba programada para las seis de la tarde. Pero el Supremo intervino poco antes ordenando que se detuviese el proceso hasta que sus jueces pudieran revisar los últimos recursos de los defensores del preso, finalmente desestimados.

Arthur fue condenado a muerte por asesinar por encargo en 1982 al marido de su amante Judy Wicker, que supuestamente le pagó 10.000 dólares por acabar con él para poder embolsarse la indemnización del seguro. Troy Wicker Jr. murió de un balazo en el ojo derecho. Arthur sostuvo su inocencia y afirmó que si lo ejecutaban se estaría cometiendo "un asesinato". Antes del asesinato de Wicker Jr., ya había cumplido cinco años de cárcel por el homicidio -no premeditado, según la sentencia- de su cuñada.

Una vez cumplida la pena de muerte, la gobernadora republicana de Alabama, Kay Ivey, ha declarado: "La sentencia era justa y con justicia se ha cumplido". El fiscal general del Estado, Steve Marshall, también se ha mostrado satisfecho: "Los intentos de Thomas Arthur por escapar de la justicia han llegado a su fin. Lo más importante es que la familia de Troy Wicker puede comenzar después de tanto retraso el proceso de recuperación por su dolorosa pérdida".

La directora del grupo partidario de la pena de muerta Víctimas del Crimen y la Clemencia, Janette Grantham, había calificado al preso de “[Harry] Houdini” de la pena de muerte, comparando su habilidad y la de sus abogados para paralizar las ejecuciones con la del histórico ilusionista. El fiscal Marshall lo había acusado de haber “abusado del proceso judicial presentando en los tribunales recursos frívolos y sin fundamento en el último minuto para tratar de evitar su legítima ejecución”.

Una sobrina de Troy Wicker Jr., Vicki Wilkerson, declaraba al portal de Alabama AL.com anteayer: “No hay palabras para describir el infierno en vida por el que ha pasado la familia Wicker. Esperamos, rezamos por ello, que la ejecución no se retrase más”.

El proceso de administración de la inyección letal a Tommy Arthur se inició a las 11.50 y duró 25 minutos. Antes de comenzar, levantó los pulgares en dirección a su hija Sherrie, que estaba tras la ventana en la habitación de testigos. Con voz temblorosa, pronunció el nombre de sus hijos y sus últimas palabras: "Siento haberos fallado como padre. Os quiero más que a nada en este mundo".

Arthur era el tercer preso que llevaba más tiempo en el corredor de la muerte entre los 184 que estaban condenados a la pena capital en Alabama. Desde que le fue dictada sentencia en 1983, este Estado había ejecutado a 58 personas. La primera de las siete veces que Arthur logró esquivar la ejecución fue en 2001. La última, en noviembre pasado.

Desde la reinstauración de la pena de muerte en 1976 ha sido ejecutados 1.453 ciudadanos en Estados Unidos. Entre los 12 ejecutados en 2017, contando a Arthur, la media de tiempo transcurrido desde la sentencia hasta su último día ha sido de 19 años.

La sombra del tormento físico

En una última batalla extenuante, los abogados de Arthur pidieron este jueves al Supremo la suspensión de la ejecución por dos motivos. Uno, que Alabama usa para la inyección un sedante –midazolam– que en varias ejecuciones no ha sido eficiente para evitar el dolor abrasivo que pueden causar los otros elementos del cóctel mortal que se utilizan para detener el funcionamiento del corazón y los pulmones. Sus letrados lo definieron como “el equivalente químico a ser quemado en la hoguera”. La octava enmienda de la Constitución prohíbe “castigos cruel o inusuales”.

El otro motivo: la petición de los abogados de poder disponer de un teléfono móvil o de una línea fija en la habitación habilitada para los testigos de la aplicación de la pena para poder llamar al Tribunal Supremo si se apreciaban problemas en el protocolo de ejecución.

La decisión del Supremo no fue unánime. No se sabe por ahora cuántos jueces votaron a favor de la rechazar los recursos y cuántos en contra, pero ya consta que la magistrada Sonia Sotomayor se opuso. Afirmó: "Yo continúo teniendo dudas de que el midazolam sea apto para dejar a los presos insensibles al agudísimo dolor de la inyección letal y de que su uso sea constitucional". La petición de los abogados de entrar con teléfono también fue denegada, a lo que la magistrada añadió: "Esto significa que cuando Thomas Arthur pase al cuarto de ejecución esta noche, estará dejando al otro lado de la puerta sus derechos constitucionales".

En abril, el sureño Estado de Arkansas ejecutó en ocho días a cuatro presos. La razón de la premura fue que su reserva de midazolam estaba a punto de caducar. El último de los cuatro ejecutados, Kennetk Williams, sufrió convulsiones, según testigos. En diciembre el preso Ron Smith fue ejecutado en Alabama con una inyección letal y tardó más de media hora en morir. Según las descripciones de su muerte, durante 13 minutos se apreció sufrimiento. Smith cerraba el puño izquierdo y levantaba el pecho. En 2014, al preso Joseph Wood se le administró la inyección con midazolam en el Estado de Arizona (fronterizo con México) y tardó casi dos horas en fallecer. Durante ese tiempo, para culminar la ejecución, se le aplicaron 14 inyecciones extra. Ese mismo año, el preso Clayton Lockett fue ajusticiado en el Estado de Oklahoma (Medio Oeste) empleando midazolam y, según testigos de su muerte, recobró en parte la conciencia e incluso intentó hablar.

De acuerdo con los testimonios de esta noche, en la ejecución de Arthur no se han observado signos de sufrimiento.

La decisión de las principales compañías de la industria farmacéutica de prohibir que se usen sus sustancias para ejecutar la pena de muerte ha dificultado a los 32 Estados que la imponen el acceso a componentes con la potencia necesaria. En 2011 la empresa Hospira dejó de producir el barbitúrico que se venía usando en las ejecuciones en Estados Unidos, el tiopental sódico, más fuerte que el midazolam. Con todo, el Supremo ha rechazado las demandas que han exigido que no se use más el midazolam. A finales de 2016, Arizona optó por dejar de utilizarlo.

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