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Columna
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Renarcotizados y entre muros

Victorias tempranas en la sustitución de cultivos ilícitos y ser un muro de contención de Trump en Venezuela, los grandes retos

Diana Calderón
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El encuentro Santos-Trump salió mejor de lo esperado, si se tiene en cuenta que el presidente de Estados Unidos está sumido en la trama Casa Blanca-FBI-Rusia y que el mandatario colombiano aterrizó en Washington en momentos en que el destituido director de Inteligencia, James Comey, confesara que en una reunión a solas con Donald Trump, éste le habría pedido cerrar la investigación sobre el también destituido asesor nacional de seguridad Michael Flynn, por mentir sobre sus relaciones con los rusos.

Presidente criminal, titulaba la prensa estadounidense y en las librerías de Washington un atento observador vio cómo se llenaban las estanterías de libros sobre impeachment.

Hubo química en la primera cita de Juan Manuel Santos y Trump: las declaraciones de ambas partes los confirmaron como aliados estratégicos. Lo que significa claramente que si se sirven mutuamente todo irá bien o muy mal. Quedó claro que las relaciones Colombia-Estados Unidos se renarcotizaron y que Venezuela es el foco de la atención para Trump en el hemisferio.

La lucha antidroga y la insistencia de Trump en plantear una y otra vez que la producción de coca está disparada así lo reveló. "Estamos en extremo preocupados por esta tendencia. La epidemia de droga está envenenando muchas vidas estadounidenses, y la vamos a detener", sentenció el gringo.

Lástima que Santos, que hay que decirlo, se luce en los escenarios internacionales, no le podía responder que cada vez están menos envenados con la coca colombiana y en cambio sí por las sintéticas y otras de las que no somos responsables. Que las narices norteamericanas hace ya un tiempo dejaron de aspirar las porquerías de este lado del mundo y que ahora nos ocupamos de erradicar a mano limpia y a sembrar una paz que al menos reconoció Trump no es fácil de lograr: "No hay nada más difícil que conseguir la paz, y ustedes (Colombia) han sido un gran ejemplo".

El mejor momento quizá del encuentro fue cuando muy a lo colombiano un periodista conocido en el gremio criollo como El Flaco Maldonado le preguntó para sacarlo de los lugares comunes sobre cuánta plata, contante y sonante aportarán al posconflicto colombiano. ¿Cuánta platica van a darnos para que podamos erradicar la mata? No hubo respuesta. Por lo pronto seguimos con la promesa de unos 450 millones de dólares aprobados por el Congreso para 2017 aunque la verdad se conocerá la semana que viene cuando la administración Trump presente su propio proyecto de presupuesto. Se rumora que habrá un corte "across the board" de un 40% para toda la ayuda al exterior. America First.

En buena hora existe el general Kelly y su profundo conocimiento de la lucha enorme que Colombia ha dado contra las drogas y los narcotraficantes de una época que parecen muchos haber olvidado, al punto que se vuelven personajes de novela con la capacidad de seducir audiencias que terminan por validar a los criminales.

Lo que sí queda claro es que solo con victorias tempranas en el proceso de sustitución de cultivos se mantendrán en buen término las relaciones con Trump o no demora en proponer que se construya un muro como el que insistentemente mencionó para controlar el tráfico de personas y de droga desde México: "Los muros sí han funcionado. Pregunten a Israel".

No debe extrañar que se esté imaginando uno también en la frontera entre Colombia y Venezuela, su otra preocupación "Haremos lo que sea necesario, trabajaremos con otros países para hacer lo que sea necesario para ayudar a arreglar eso (la crisis económica y humanitaria en Venezuela)". Horas antes un senador republicano, Lindsey Graham le ofreció a Colombia colaboración militar norteamericana para disuadir la provocación venezolana. ¡Qué susto! Si algo debe tener claro Colombia es que duramos demasiados años sufriendo una guerra que todavía nos cuesta terminar como para incendiar el vecindario.

Venezuela claramente está sumida en una crisis humanitaria y su realidad política ha terminado por superar la comprensión de los más agudos analistas. Sin embargo, hay hechos objetivos, como que el 20 por ciento de la población aún apoya al chavismo privilegiando el caudillismo y la militarización, validando los quiebres institucionales, comiendo una sola vez al día e incluso prefiriendo, de poder elegir, a un empresario como Lorenzo Mendoza como presidente que a los líderes de la oposición como Leopoldo López o Henrique Capriles, a quien le quitaron el pasaporte para que no pueda viajar a Estados Unidos.

Ojalá las medidas militares no terminen por profundizar una crisis de la que una nación como Venezuela tiene la posibilidad de salir sin más muertos. Llevamos 42 desde que se calentaron las calles en menos de dos meses. Colombia tiene mucho que hacer en Venezuela, una vez los corruptos caigan con el régimen y los venezolanos recuperen su dignidad.

Nuestra relación bilateral con respecto a Barack Obama cambió. Y aunque el proceso de paz sigue siendo visto como positivo y Trump no ahorró elogios para felicitar a Santos y reconocer la importancia del Nobel de Paz, el viraje es la renarcotización de la comunicación que obliga a presentar victorias tempranas y a convencer a Washington a que no juegue a la guerra en este hemisferio. Deberemos ser frente a Venezuela el muro, pero de la contención.

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