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Rusia y Turquía apoyan la creación de zonas de seguridad en Siria

Putin y Erdogan continúan normalizando sus relaciones aunque se mantienen distantes con los visados y la exportación de tomates

Pilar Bonet
Erdogan (i) y Putin, este miércoles en la residencia del presidente ruso en el mar Negro
Erdogan (i) y Putin, este miércoles en la residencia del presidente ruso en el mar NegroAP

Rusia y Turquía respaldan la creación de zonas de seguridad en Siria para reforzar el régimen de alto el fuego, según dijo el presidente Vladimir Putin tras reunirse con su colega turco Recep Tayyip Erdogan en Sochi, en la costa del mar Negro. Estas zonas de seguridad irían acompañadas de un espacio de exclusión aérea. “La aviación no penetrará (en ellas) a condición de que no haya ninguna actividad militar”, explicó el presidente ruso.

Moscú ha esbozado cuatro zonas de seguridad en Siria y espera que sus planes sean debatidos en las negociaciones entre el régimen sirio y la oposición que se reanudaban este miércoles en Astaná, la capital de Kazajistán. La creación de estas zonas de seguridad fue tratada el martes en la conversación telefónica con el presidente norteamericano Donald Trump, dijo Putin, que dijo haber consultado provisionalmente con Damasco y Teherán, tras convencerse de que la administración norteamericana “apoya” la idea.

Turquía y Rusia continuarán colaborando por la pacificación de Siria, pero sus posiciones e intereses difieren, tanto en lo que se refiere a la continuación en el poder del presidente Bachar el Asad como en su actitud ante los combatientes kurdos. Ni Putin ni Erdogan nombraron al presidente sirio durante la rueda de prensa conjunta, en la que el líder turco dejó claro que consideraba al movimiento kurdo YPG (milicias del Kurdistán sirio) como un grupo terrorista más. “No establecemos diferencias entre las organizaciones terroristas. El Estado Islámico, YPG, Al Qaeda, son lo mismo para nosotros. Nuestra responsabilidad mutua es erradicarlos”, exclamó Erdogan. “No permitiremos formaciones amenazadoras al sur de nuestras fronteras”, sentenció el líder turco, cuyos aviones realizaron incursiones contra reductos kurdos en el noreste de Siria e Irak en abril. El suministro de sistemas antimisiles rusos S-400 a Turquía fue también tratado durante las conversaciones en Sochi, entre otros temas de cooperación militar, según confirmó el secretario de prensa del Kremlin, Dmitri Peskov. Por su parte, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, confirmó que continúan los contactos militares de trabajo entre Rusia y EEUU sobre Siria.

Putin y Erdogan se esfuerzan por demostrar que han superado la crisis causada por el derribo por parte de Turquía de un avión militar ruso en la frontera con Siria en noviembre de 2015. Pero la normalización de relaciones tiene límites. Alegando razones de proteccionismo económico y de seguridad, respectivamente, Rusia se resiste a desmantelar en la práctica dos de las sanciones que impuso a Turquía tras el derribo del avión. Se trata de las restricciones a las importaciones de tomates (que constituían el grueso de las exportaciones agrícolas turcas a Rusia) y del régimen de visados a los ciudadanos turcos, que antes podían viajar a Rusia sin visado. Alegando la necesidad de proteger a los agricultores rusos que “pidieron créditos”, invirtieron y construyeron invernaderos para desarrollar la producción, Putin dijo que, de momento y hasta que esas inversiones sean amortizadas, no puede restablecerse las importaciones de tomates turcos, “más baratos” que los rusos.

Putin dijo también que se mantendrá el régimen de visados para los ciudadanos turcos, aunque los ministerios de exteriores establecerán distintas categorías profesionales a las que se les facilitará la obtención de visado. Pese a los tomates y los visados, el líder ruso dijo que “hoy se puede constatar con seguridad que el periodo de restablecimiento de las relaciones ruso turcas ha concluido. Volvemos a la cooperación normal entre socios”. Rusia invierte 22.000 millones de dólares en la construcción de una central nuclear en Turquía y ambos países han ratificado un acuerdo firmado en octubre de 2016 para construir un gasoducto desde Rusia a Turquía por el fondo del mar Negro, que tendrá dos ramas (una para Turquía y otra en dirección a Grecia y la UE) con una capacidad respectiva de 15.75 mil millones de metros cúbicos de gas al año.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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