Tillerson: EE UU necesita “un nuevo enfoque” hacia Corea del Norte
El secretario de Estado opina que la política de los últimos 20 años "ha fracasado" en atajar el programa nuclear norcoreano
Estados Unidos necesita “un enfoque diferente” para hacer frente al programa nuclear de Corea del Norte, porque el empleado durante las últimas dos décadas no ha arrojado resultados. Esta es la opinión del secretario de Estado Rex Tillerson, presentada en una rueda de prensa en Tokio al comienzo de una gira del jefe de la diplomacia estadounidense por el noreste de Asia, que tendrá la amenaza norcoreana como su principal eje.
“Los esfuerzos diplomáticos y de otra naturaleza de los últimos 20 años para conseguir la desnuclearización de Corea del Norte han fracasado”, ha señalado el jefe de la diplomacia estadounidense. Esos esfuerzos comenzaron en 1994 con un acuerdo para proveer asistencia humanitaria; a cambio, el régimen de la familia Kim renunciaría a hacerse con la bomba atómica. Desde entonces, los intentos de negociación no han llevado a ninguna parte y Pyongyang ya cuenta con un armamento nuclear cada vez más avanzado. Entre tanto, ha puntualizado Tillerson, Estados Unidos ha aportado 1.350 millones de dólares en asistencia.
El secretario de Estado no ofreció pistas sobre cuál pueda ser la nueva actitud que prepara su Gobierno —inmerso en una revisión de su política hacia Corea del Norte— para desnuclearizar Pyongyang. Pero indicó que el país no debe “temer” a Estados Unidos. “Parte del objetivo de mi visita a la región es intercambiar puntos de vista sobre un enfoque nuevo”, apuntó, tras una reunión con el ministro de Exteriores japonés, Fumio Kishida.
La gira del secretario de Estado y antiguo consejero delegado de la petrolera Exxon Mobile llega en medio de tensiones en la región que han ido en aumento desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. Corea del Norte ha amenazado con probar un misil intercontinental y ya ha lanzado misiles de alcance intermedio en dos ocasiones en lo que va de año: la primera, mientras Trump cenaba con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, en su club privado en Florida, y la segunda a comienzos de este mes. En esa ocasión lanzó cuatro cohetes, coincidiendo con el inicio de las maniobras anuales conjuntas Foal Eagle entre Corea del Sur y Estados Unidos, que Pyongyang percibe como un pretexto para preparar una invasión de su territorio.
“Estados Unidos llama a Corea del Norte a abandonar sus programas nucleares y balísticos y a abstenerse de cualquier posible nueva provocación”, declaró Tillerson, quien también se reunió con el primer ministro japonés, Shinzo Abe.
Este viernes también tiene previsto conversar en Seúl con las autoridades de Corea del Sur, un país que se encuentra en un interregno político, a la espera de celebrar elecciones después de que la presidenta Park Geun-hye quedara depuesta la semana pasada. El sábado se reunirá en Pekín con el presidente chino, Xi Jinping, en la etapa más esperada de su viaje.
La nueva Administración estadounidense considera que China no ha hecho lo suficiente para presionar a Corea del Norte, de la que es teórico aliado, y reclama que Pekín tome medidas más duras. El Gobierno de Xi replica que ya hace lo que puede —el mes pasado anunció la suspensión de sus importaciones de carbón, una de las principales fuentes de divisas para el régimen de Kim Jong-un— pero que la solución al problema no pasa únicamente por la imposición de sanciones, sino también por el regreso a la mesa de negociación. La semana pasada, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, propuso la suspensión de las maniobras militares estadounidense-surcoreanas a cambio de que Pyongyang cesara sus lanzamientos de misiles.
Hasta el momento, ninguna de las partes ha expresado ningún entusiasmo ante la idea. Pero China insiste en que su propuesta, “bajo las actuales circunstancias, es el único plan correcto, racional y factible presentado hasta el momento”, en palabras de la portavoz de su Ministerio de Exteriores Hua Chunying.
Además, China querrá expresar a Tillerson su enfado por el comienzo del despliegue en Corea del Sur del escudo antimisiles de fabricación estadounidense THAAD. Washington y Seúl insisten en que el sistema defensivo tiene como única meta impedir ataques del norte, pero Pekín ve con sospecha los potentes radares, capaces de detectar movimiento dentro de su territorio. Precisamente esos radares han llegado este jueves ya a suelo surcoreano para su instalación: Corea del Sur y Estados Unidos quieren que el escudo se encuentre operativo para finales de abril, antes de las elecciones del 9 de mayo en el país asiático.
La rueda de prensa con Kishida era, aparentemente, la única comparecencia ante los medios que efectuará Tillerson en su gira, que tuvo lugar apenas unas horas después de que en Washington la Casa Blanca anunciara su propuesta de presupuesto para este año, que prevé una reducción del 29% de la partida para la política exterior estadounidense y un aumento de 54.000 millones de dólares a la asignación del Pentágono. Tillerson —un hombre que proviene de los consejos de administración de la empresa privada, que carece de experiencia previa en el mundo diplomático y que ya ha comenzado a acumular críticas por su aparente falta de peso específico dentro de la nueva administración—, aseguró estar conforme con esos recortes. En su opinión, el gasto del Departamento de Estado hasta ahora “no era sostenible”. Él acometerá “de buena gana el desafío” de aplicar esos recortes.
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