Un debate en Davos analiza soluciones a la crisis de la UE
La alianza de periódicos LENA organiza una mesa redonda para reflexionar sobre las consecuencias en la UE del 'Brexit' y de la presidencia de Trump
El enfado de los votantes europeos con la élite económica, la sacudida que ha supuesto para la UE el Brexit, la inminente llegada del magnate Donald Trump a la presidencia de EE UU y la consiguiente amenaza que supone para el comercio mundial fueron las líneas debatidas este miércoles en una mesa redonda organizada en Davos (Suiza) por la alianza de periódicos LENA (de la que forma parte EL PAÍS).
Boris Johnson, ministro de Exteriores de Reino Unido, siempre ha sido controvertido y su cercanía a los populismos ha levantado la polémica. Los votantes británicos viraron el pasado junio tras el referéndum de permanencia en la UE la dirección de sus políticas sabiendo canalizar el enfado de los ciudadanos. Esta ola de ira ciudadana ha entregado a Donald Trump —que tomará posesión como presidente el próximo viernes— la Casa Blanca, ha posicionado a Reino Unido en la casilla de salida del club comunitario y ha puesto en jaque el futuro del comercio mundial.
Europa comenzó a tambalearse a partir de la fuerte crisis económica que ha azotado al continente desde 2008. A esta ola de desencanto por el proyecto comunitario tras los rescates financieros y la austeridad propiciada en gran medida por el gigante alemán, se sumó el drama de los refugiados, asunto al que la Unión Europea aún no ha encontrado una respuesta definitiva más allá de invertir millones de euros en cooperación internacional con los países de origen de los huidos y cerrar un polémico (y a día de hoy frágil) pacto de retorno con las autoridades turcas.
El italiano Leonardo Quattrucci, asistente político en la Comisión Europea, asegura que no se puede "seguir pensando como las víctimas, sino que hay que actuar”, declaró frente a un auditorio de más de 200 personas que no necesitaron acreditarse, lo que contrasta con las estrictas condiciones y medidas de seguridad que el Foro Económico Mundial practica. Este es un espacio abierto para debatir ideas candentes con ciudadanos que no tienen acceso a las exclusivas reuniones que discurren a puerta cerrada en Davos.
Por su parte, Jacques de Watteville, diplomático suizo, se considera un optimista por naturaleza y dice que le gustaría “que la UE se preguntara qué está pasando”. Pese a que Suiza no forma parte del bloque comunitario, el diplomático considera que las relaciones con Bruselas deben considerarse como "un matrimonio”. Y que la solución a la crisis casi existencial por la que atraviesan los Veintiocho (27 sin Reino Unido) vendrá con una “Europa a la carta”, ya que cada país deberá avanzar a distintas velocidades. Clamó también a una fortaleza común para mantener un balance mundial con China, Rusia y EE UU.
La catedrática británica de la Universidad de Oxford, Ngaire Woods, aseguró que los riesgos de la UE están en su interior, y avanzó que los desafíos del futuro no son ni Rusia ni Trump, sino más bien los países miembros. Woods añade que la gente ha perdido la confianza en todos los aspectos, “en sus Gobiernos, en los académicos e incluso en los medios de comunicación". "Las redes sociales han ayudado a hacer eco de lo que sucede, pero hay que asegurarse de que la información que difunden sea veraz". De esta manera, la gente se siente con miedo, lo cual “ayuda a que aparezcan los [movimientos] populistas", concede. "Tenemos que estar alerta".
Una Europa, varias velocidades
Junto a Wood, los invitados del acto coinciden en que Europa debe reformular un nuevo modelo de distintas velocidades. Un programa a la carta para la Unión de los 28 países. Y a este ritmo, los expertos estiman que "se reforzará la cooperación entre Alemania, Holanda y Bélgica”, mientras que los países del sur como España, Italia y Portugal deberán avanzar a otras velocidades. El empresario Peter Brabeck-Letmathe, presidente de la multinacional Nestlé, explica que "Europa debe avanzar con una “unión digital”.
El encuentro también contó con la presencia de Aurelia Frick, ministra de Asuntos Exteriores de Liechtenstein, país vecino de Suiza y con la que comparte la misma moneda: el franco suizo. La política aseguró que los europeos suelen ser "nostálgicos" y asegura que muchos piensan que "antes de Europa estábamos mejor", algo que recordó se debe enmendar mirando al futuro. Al igual que sus contertulios, Frick cree en una Europa a distintas velocidades. Y asegura que “no hay que encontrar una nueva Europa, sino una definición de qué es lo que se quiere" como continente.
La académica Ngaire Woods resaltó que los referendos son corrosivos para la democracia. Y cita como ejemplo lo que pasó en Reino Unido con el Brexit, lo mismo que ocurrió en Colombia con la firma de paz, y en Italia con el plebiscito que terminó con la dimisión de Matteo Renzi como jefe del Ejecutivo.
Las personalidades que se han congregado esta semana en los Alpes suizos están deseosas de hablar sobre cómo arreglar los problemas del mundo; quieren calmar la furia populista haciendo de la globalización una propuesta más lucrativa para las masas. Lo que sorprende son los temas que generalmente no se discuten, como reforzar el poder de los trabajadores, negociar mejores salarios y redistribuir la riqueza.
Desigualdad
La desigualdad global ha crecido hasta el punto de que solo ocho de las personas más ricas del planeta tienen una riqueza igual a la de la mitad más pobre de la población mundial, según un estudio publicado por la ONG Oxfam.
Así, el alto ejecutivo de Nestlé asegura que Europa necesita una nueva narrativa. Y unos políticos y empresarios que miren a largo plazo. Woods finaliza la charla asegurando que la gran gloria de la UE es que “países que antiguamente fueron enemigos ahora se sientan en la misma mesa y dialogan, en vez de ir a la guerra”.
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