Fundir cañones para hacer botones
Una ONG en Suecia utiliza el metal de armas decomisadas para fabricar productos cotidianos
El doctor Hans Blix, jefe de la inspección de la ONU que registró Irak en 2002 para buscar armas de destrucción masiva, recurre a la Biblia (“de las espadas forjarán arados; de las lanzas, podaderas”) en un edificio de oficinas de Estocolmo. Lo hace de memoria, resumiendo religiosamente el espíritu de un proyecto, Humanium, que ha venido a apoyar con su presencia. Esta iniciativa sueca presenta a empresarios de su país una idea: que todas las armas decomisadas por los Estados terminen convertidas en llaves, hebillas, relojes, mesas, estuches, botones o juguetes. De esta manera, proponen, el metal fundido tiene una utilidad práctica y cotidiana, y el dinero recaudado regresa a las víctimas como ayuda a programas de prevención de la violencia.
Se trata, dice el español Miguel Alexandre Barreiro —uno de los tres fundadores de Humanium junto a los suecos Peter Brune y Johan Pihl—, del “metal más caro del mundo”. Un metal que Humanium pone en circulación comercial con apoyo de Gobiernos y empresas; los primeros decomisan y funden las armas, las segundas convierten las planchas de metal en productos que sacar al mercado. La ONG IM Swedish Development Partner, que patrocina Humanium junto al Gobierno sueco, tiene ya varias toneladas de metal procedentes de los dos primeros países implicados, El Salvador y Guatemala. En El Salvador, precisamente, se llevó a cabo hace un mes una fundición de 1.825 armas.
Tanto Barreiro como Brune y Pihl cuentan con una experiencia de más de 15 años trabajando con Naciones Unidas en programas de desarme en diferentes partes del mundo. El experto español ha desarrollado su trabajo en países como Etiopía, Somalia y Nicaragua. Los tres cuentan que decidieron en su día hacer algo productivo con las armas que destruían los Gobiernos con los que trabajaban. De esta manera, como relatan en su página web, encontraron una manera revolucionaria de abordar el problema. Seducir al “grupo de consulta de mayor influencia que se conoce”: los consumidores.
Personajes internacionales como Blix o Desmond Tutu han apoyado públicamente la iniciativa. “La escultura de Carl Fredrik Reuterswärd, la pistola con el cañón retorcido enfrente de la sede de las Naciones Unidas, es algo que atrapa la imaginación: así es como debería ser”, dice Blix, exdirector de la Agencia Internacional de Energía Atómica, a EL PAÍS. “Las conversaciones sobre armas son muy abstractas, se habla de muchos números, de estadísticas, pero para que la gente sea consciente y se involucre, necesitamos presentarle algo más concreto. Nada puede ser más simple que derretir el maldito metal y convertirlo en algo que puede tener otro uso. Si miras aquí la mesa es de metal, las sillas son de metal, las esculturas son de metal”.
Según un informe de 2012 difundido por Naciones Unidas, el 77% de los asesinatos ocurridos en América Central fueron con armas de fuego. Y en El Salvador, país involucrado con Humanium, en el 83% de los 6.071 asesinatos registrados en 2015 fueron con armas, de acuerdo con los datos facilitados por el Gobierno salvadoreño a Associated Press. Por otro lado, en un informe de 2012 de la Organización contra las Drogas y el Crimen Organizado de Naciones Unidas (UNODC) se constató que en ese año el Gobierno informó del decomiso en ese país de 7.726 armas de fuego, entre ametralladoras, rifles, pistolas y revólveres. Es con ese material con el que trabajará Humanium para ponerlo en circulación comercial y facilitarlo a empresas e instituciones con las que se está negociando, entre ellas el gigante sueco Ikea.
“La mayor parte de mi vida he estado trabajando alrededor de armas de destrucción masiva”, afirma Blix. “Con armas nucleares, químicas y biológicas. Afortunadamente, no hemos visto el uso de armas nucleares, aunque el riesgo de un suicidio rápido de la humanidad sigue ahí. El uso de armas biológicas casi no lo hemos visto, pero sí que hemos sido testigos del uso de armamento químico. Sin embargo, la mayor parte de las víctimas lo son del empleo de armas de pequeño calibre. Hay cientos de millones de armas alrededor. Y sabemos que el acceso a ellas es el factor decisivo para su uso. Están metidas en un cajón en casa y cualquier niño puede encontrarlas y cogerlas, los pandilleros abusan de ellas, los terroristas también. Hacer que sean menos accesibles es importante, y para conseguir eso necesitamos que la gente sea consciente de ello”.
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