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Columna
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Luis Almagro en la Universidad de Ottawa

Una voz de alerta sobre la tragedia venezolana

El secretario general de la OEA, Luis Almagro
El secretario general de la OEA, Luis AlmagroLENIN NOLLY (EFE)

El 16 de diciembre estuvo en la Universidad de Ottawa el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro. En un "conversatorio" organizado por el Centre for International Policy Studies habló del papel de la OEA como defensora de principios fundamentales como la promoción de la democracia, los derechos humanos y la buena gobernabilidad (good governance). La tragedia venezolana apareció rápidamente en el ruedo y Almagro la atajó de una forma clara y contundente. Ya conocíamos sus posiciones al respecto, pero en el contexto de una situación que se degrada día a día debido a las decisiones de un gobierno al mismo tiempo perverso, incompetente y corrupto, lo dicho allí por Almagro tiene gran importancia.

Primero, sin rodeos, dijo que está muy bien que se dialogue, y que la OEA está totalmente con el diálogo, pero que cualquier diálogo tiene que dar resultados en el corto plazo. De otro modo, no sirve para nada y, lo que es más grave, dijo el Secretario General, en el caso venezolano después del llamado diálogo la situación ha empeorado: más deterioro de la democracia (el referéndum revocatorio pasó al olvido), empeoramiento de la situación de derechos humanos, especialmente de los presos políticos, y deterioro de la crisis humanitaria. Almagro se refirió a los disturbios, represión y atropellos que estaban sucediendo justamente en Venezuela en el momento en que hacía su presentación en Ottawa.

Definió la tragedia venezolana a partir de cuatro características: desconocimiento de la Constitución por parte del régimen, que no respeta ni reconoce a la Asamblea Nacional elegida por el pueblo; obstáculos del mismo régimen para que el pueblo pueda ejercer su derecho constitucional al voto en un referéndum para revocar o no al presidente; atropellos constantes contra los derechos humanos; agravamiento de la crisis social y económica.

El diplomático uruguayo, cuyas credenciales progresistas no se pueden poner en duda, dijo que la OEA actúa a dos niveles en el caso de Venezuela: por un lado, denuncia la situación y, por otro lado, sigue propugnando un diálogo entre las partes y entre los actores hemisféricos. Alguien le preguntó, con cierto tono de provocación, qué iba a hacer el Secretario General para cambiar la percepción regional que dice que la OEA sería un instrumento de la política y los intereses de Estados Unidos.

Almagro fue directo en su respuesta, siempre en un tono pausado y con lenguaje diplomático. Dijo que él no estaba allí para amarrarse al cargo, que seguiría jugando su papel como Secretario General para defender los principios y los protocolos de la organización ante cualquiera de sus miembros, incluyendo los Estados Unidos. También manifestó que no estaba en la OEA para defender una ideología. Recordó que lo han acusado de todo: de ser el candidato del Alba (la alianza chavista) y de ser agente de la CIA. Repitió: "mi papel es defender los principios y valores del sistema interamericano ante cualquier gobierno".

Otra persona le preguntó sobre la necesidad de atacar la desigualdad social en el Hemisferio. La respuesta de Almagro también fue impecable (y volvió a usar la crisis en Venezuela como ejemplo). Dijo el Secretario General que la prioridad es promover sistemas democráticos que respeten los derechos de la gente, y eso está más allá de cualquier consideración ideológica. Sin sistemas políticos que respeten las normas democráticas y los derechos humanos, no se puede lograr el desarrollo y atacar el grave problema de la desigualdad. Venezuela ilustra ese problema. El deterioro de la situación económica y social en el país ha estado directamente asociado al deterioro del sistema político.

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También se habló de Cuba y de la posibilidad que la isla caribeña volviera a integrarse a la OEA, de la fue expulsada en 1962. Almagro fue igualmente claro sobre esto. Para que Cuba pueda volver al seno de la OEA debe cumplir con los requisitos establecidos en la Carta Democrática. Y agregó que todavía no estamos allí, aunque el régimen cubano podría dar pasos en ese sentido. Almagro enfatizó que Cuba y el resto de los países latinoamericanos tomaron dos caminos divergentes en sus sistemas políticos: la mayoría de los países de la región fueron hacia la democracia, mientras que el régimen cubano tomó otro camino (de nuevo, el lenguaje del diplomático).

¿Saldrá Venezuela de la OEA?, le preguntaron al Secretario General. Almagro no cree que eso ocurra. Primero, porque el régimen venezolano, a pesar de toda su retórica contra la OEA, tiene interés en seguir en la organización, que le sirve como plataforma para mantener el contacto con interlocutores como Estados Unidos, Canadá y otros gobiernos. Además, es mejor que Venezuela siga dentro de la OEA con el fin de preservar vías diplomáticas y multilaterales para lograr una solución a la terrible crisis que está viviendo.

En el mismo orden de ideas, le preguntaron a Almagro si los países del Caribe temen que el cambio de gobierno en Venezuela podría afectar el suministro de petróleo que reciben vía Petrocaribe. De nuevo el diplomático demostró sus habilidades de fino analista. Dijo que a esos países les interesa más bien que la situación de Venezuela no siga deteriorándose, pues eso sí pondría en peligro a Petrocaribe. Además, dijo Almagro, la oposición venezolana ha dicho que mantendrá el mecanismo de venta de petróleo a los países del Caribe y Centroamérica, cosa que habían iniciado los gobiernos democráticos.

Almagro repitió una idea que le pareció importante remachar: su posición ha sido siempre en defensa del sistema democrático en Venezuela, él no ha planteado un cambio de régimen. Eso le toca decidirlo al pueblo venezolano, y se deben respetar los principios democráticos para que así ocurra.

Por allí alguien dijo que hacen falta "menos palabras y más acciones". Creo que las palabras de Almagro son muy importantes. Su voz contribuye a explicar la magnitud del desastre venezolano en contextos como el canadiense, y entre universitarios que ven el mundo con lentes "izquierdistas" trasnochados. Sirve también de alerta permanente para que los gobiernos, que a veces parecen indiferentes, recuerden que se está cocinando una tragedia que puede desestabilizar al Caribe y la región andina. Muchas gracias a Luis Almagro por su valentía y claridad.

Isaac Nahon Serfaty es profesor en la Universidad de Ottawa y coautor, con Meir Magar, de la novela La conjura del esplendor.

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