Marruecos y Argelia extienden su pulso a África
Mohamed VI pretende incorporarse a la Unión Africana y expulsar a la República Árabe Saharaui Democrática
El rey de Marruecos desarrolla estos días en África una actividad diplomática sin precedentes. En noviembre visitó Ruanda, Tanzania, Gabón y Senegal. En la capital de Senegal pronunció su discurso de conmemoración del 41º aniversario de la Marcha Verde ante un mapa de África. De allí voló a la cumbre climática COP22 de Marrakech, donde ejerció como anfitrión ante 20 jefes de Estados Africanos. Enseguida partió hacia otra gira por Etiopía y Madagascar. En Madagascar declaró, en alusión clara a Argelia, el más firme aliado del Frente Polisario: “Yo sé que le presencia marroquí en África y, particularmente la gira que efectúo en estos momentos, disgusta a algunos”. Y este viernes aterrizó en Nigeria, país que apoya abiertamente al Frente Polisario y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
Mohamed VI suma ya 40 viajes en el continente desde que fue coronado en 1999. Todo ello con el objetivo estratégico de afianzar su influencia económica, diplomática y religiosa. Pero también con el fin inmediato de conseguir ser aceptado en la Unión Africana (UA), para después conseguir la expulsión de la RASD, a quien los medios oficiales marroquíes denominan Estado fantasma o fantoche. Pero Argelia, su gran rival político enfrentado por el Sáhara Occidental, cuenta con poderosos aliados en el continente y también ha comenzado a moverse. Sin ir más lejos, Argel ha organizado entre el 3 y el 5 de diciembre el primer Foro Africano de Inversiones y Negocios, con más de 800 empresarios invitados.
El pulso económico entre ambos países se libra en todo el continente. Pero la batalla política se dirimirá, sobre todo, dentro de la Unión Africana. Marruecos es el único país africano que no pertenece a la UA. Abandonó en 1984 lo que entonces se llamaba Organización para la Unidad Africana (OUA, fundada en 1963), cuando 26 Estados aprobaron la incorporación de la RASD. Rechazó incorporarse en 2002, cuando 54 países fundaron la actual Unión Africana; y desde entonces ha venido practicando una diplomacia de silla vacía. Diplomacia que no debió darle muy buenos resultados si se tiene en cuenta que el pasado julio Mohamed VI cambió por completo de estrategia y escribió una carta al presidente de turno de la UA, el chadiano Idris Deby, en la que solicitaba el ingreso en la UA.
“Conozco África y sus culturas mejor que muchos otros”, afirmó el monarca. “Gracias a mis múltiples viajes conozco también la realidad del terreno”, añadió. Y expresó claramente que pretendía expulsar a la RASD: “Cuando un cuerpo está enfermo es mejor curarlo en el interior que en el exterior del organismo”. A partir de ese momento, la división en el máximo órgano de representación política del continente quedó de relieve: 28 de los 54 países miembros de la UA apoyaron la expulsión de la RASD. Entre ellos se encontraban Gabón, Libia, Sudán y varios del África Occidental, donde Marruecos ha ejercido desde siempre mayor influencia. Pero faltaban los dos Estados con mayor Producto Interior Bruto de África y mejores aliados de Argelia: Sudáfrica y Nigeria, el más poblado. También faltaban Túnez y Egipto.
Marruecos se retiró de la IV Cumbre Árabe-Africana que se celebraba Guinea Ecuatorial en protesta por la presencia de una bandera de la RASD
En septiembre Marruecos formalizó su petición de ingreso. Y desde entonces intensificó su actividad diplomática. La prensa local argelina ha expresado su preocupación ante los avances de Marruecos en el continente. El sitio de Internet TSA comentaba en noviembre que desde que el presidente Abdelaziz AbButeflika fue elegido en su cuarto mandato en 2014 al menos 15 jefes de Estado africanos han visitado Argel y se han organizado varias comisiones mixtas con sus correspondientes acuerdos económicos. Pero Argelia se encuentra ahora con la desventaja de unos precios del petróleo bajísimos que asfixian su economía y un presidente octogenario que solo se desplaza al exterior para someterse a cuidados médicos en Francia.
Mientras tanto, Marruecos va estrechando lazos económicos por toda África, incluso con países, que apoyan abiertamente la permanencia de la RASD en la Unión Africana, como es el caso de Nigeria, con el que Marruecos ha firmado este fin de semana un acuerdo para crear un gaseoducto que una ambos países. “Nosotros no hemos esperado a anunciar el retorno de Marruecos a la UA para invertir en África”, recordó Mohamed VI en Madagascar. En un reciente viaje a India el monarca señaló que Marruecos es el primer inversor en África occidental y el segundo de todo el continente. Las mayores empresas marroquíes, como Maroc Telecom o el banco Attijari, tienen presencia en más de diez países del continente. Y la empresa nacional de aviación, la Royal Air Maroc, cuenta con 22 destinos subsaharianos frente a los cinco de Air Algérie.
En este pulso que libran Argelia y Marruecos, cualquier movimiento cuenta, por más nimio que parezca. Por ejemplo, este fin de semana la ministra de Exteriores de Kenia, Amina Mohamed, ha visitado los campos de refugiados saharauis en Tinduf. Amina Mohamed ha presentado ya su candidatura para suceder a la sudafricana Nkosazana Dlamini-Zuma en la presidencia de la Comisión de la Unión Africana. Marruecos acusó esta semana a Dlamini-Zuma de obstruir su incorporación al organismo. Pero si Rabat no ha encontrado en Dlamini-Zuma una aliada, mucho menos lo va a encontrar en Amina Mohamed, quien ya reclamó hace una semana en Nairobi el "derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación".
Cualquier detalle en esta partida diplomática adquiere una gran importancia. El pasado miércoles, Marruecos se retiró de la IV Cumbre Árabe-Africana que se celebraba en Malabo (Guinea Ecuatorial) en protesta por la presencia de una bandera de la RASD en la sede donde se celebraba la conferencia. A Marruecos le siguieron en su gesto siete países árabes (Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Bahréin, Catar, Jordania, Yemen) y ningún africano. El problema para los aliados de Argelia es que las inversiones de esos países árabes en África son muy preciadas.
Fuentes próximas al Frente Polisario indicaron que ahí quedó en evidencia “el aislamiento diplomático” de Marruecos en África. “Se fue Marruecos y se quedaron en la cumbre de Malabo países muy relevantes de la Unión Africana como Egipto, Sudán, Mauritania, Libia y Túnez. Todos estos países están dispuestos a darle la bienvenida a Marruecos en la UA, igual que nosotros. Marruecos tiene pleno derecho a formar parte de esta organización. Pero no puede forzar a los otros a que rompan el acta constitutiva de la UA. Por eso no consiguió que retirasen nuestra bandera del centro de convecciones y no conseguirán expulsarnos de la Unión Africana”.
El movimiento clave de este pulso que divide al continente africano se desarrollará en la cumbre de la Unión Africana que se celebrará a finales de enero en Etiopía. Marruecos intentará incorporarse en ese momento, y a partir de ahí trabajará para expulsar a la RASD. Pero si no logra expulsarla, Marruecos se verá obligado a compartir el mismo techo diplomático con un miembro al que no reconoce como Estado. Algo que siempre ha procurado evitar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.