El banco central brasileño intenta tranquilizar ante la incertidumbre
El presidente del organismo asegura tener "munición suficiente" como para estabilizar el real ante el caos creado por Trump
El presidente del Banco Central de Brasil, Ilan Goldfajn, llevaba meses hablando de un “periodo benigno”. Como prueba citaba la inflación de Brasil, que de un 11% había bajado al 7,5% y nada indicaba que no fuera a cumplir el objetivo de llegar al 4,5% en 2017. Entonces llegó Donald Trump y su victoria en las elecciones presidenciales estadounidenses. El jueves pasado, cuando el magnate neoyorquino cumplía solo 24 horas como presidente electo, el real brasileño perdió casi un 5% de su valor ante el dólar: su mayor caída en casi una década. Desde entonces, la moneda ha intentando recuperar posiciones pero el resultado ha sido el mismo: caer de nuevo. “El periodo benigno no iba a durar para siempre”, se lamentaba esta semana Goldfajn en un encuentro con medios internacionales.
El gobernador del instituto emisor brasileño insistió en una intervención destinada a frenar el pánico en los mercadosen que todo esto es un mal pasajero que no debería dejar huella en la incipiente recuperación económica del país. “Tenemos munición para dejar a los mercados tranquilos”, aseveró.
Se refería a la táctica que el Banco ha desempolvado estos días para controlar el valor del dólar: el swap cambial, es decir, vender los dólares que el organismo tiene en sus reservas, lo que aumenta la oferta de la divisa y, por tanto, disminuye su precio y, con él, la distancia que tiene con el real. Goldfajn, conocido precisamente por su reticencia al swap, ha subrayado que el banco central de la primera potencia latinoamericana tiene suficientes billetes verdes como para aguantar el intenso aguacero. “Hemos sido cautelosos en los últimos meses, bajamos la cantidad de swaps y eso nos permite mantener ahora nuestra intervención de forma constante”, explicó. De los 100.000 millones de dólares que acumuló el instituto emisor brasileño durante las vacas gordas aún quedan 25.000.
El miedo a que la Administración Trump frustre la recuperación brasileña está empezando a cobrar fuerza entre los entendidos en economía. Estados Unidos es el segundo socio comercial más importante de Brasil y la política económica del nuevo presidente electo es la mayor de las muchas incógnitas que hay sobre sus intenciones. El presidente electo ha amenazado con reducir al mínimo el comercio con otros países, lo que supondría el enésimo revés para la economía brasileña en los últimos años.
Tasas de interés
Trump también ha dado a entender que le gustaría que subiese la tasa básica de los tipos de interés estadounidenses. Esto haría que muchos inversores abandonaran las economías emergentes —que resultan golosas por sus elevados tipos de interés pero son arriesgadas por su inestabilidad— para marcharse a EE UU, un país de economía más predecible. Brasil sería especialmente vulnerable a esta decisión porque usa sus tipos de interés para regular su proclividad a la inflación: si los precios repuntan, el banco central sube la tasa de interés de referencia, con lo que los préstamos y las tarjetas de crédito se vuelven más caras, y desalienta temporalmente el consumo. Si no, puede bajarla, lo que incentiva a que se vuelva a consumir. Si Trump cumple con su amenaza, obligaría a Brasil a hacer lo primero, justo lo contrario a lo que pretende el Banco Central, y obligaría a desandar el camino andado
“Es muy pronto para saber exactamente cuál será la respuesta a sus políticas y desde luego es demasiado pronto para hablar de las consecuencias de esa respuesta”, se ha defendido Goldfajn. “Habrá cierta volatilidad, eso es de esperar. Es parte del ciclo”. Preguntado si Brasil se había coordinado con otros bancos en peligro por la administración Trump, como el mexicano, Goldfajn ha asegurado que no ha hecho falta. “Lo importante es que los mercados sigan funcionando”, ha alentado. “El banco central está muy atento para intervenir en el mercado para que funcione correctamente”.
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