La comisión de la verdad sacude la conciencia de Túnez
Los primeros testimonios públicos de las víctimas de la dictadura buscan provocar una catarsis colectiva
Setenta meses y tres días después de que la Revolución de los Jazmines forzara la huida del dictador Ben Alí, Túnez se enfrenta cara a cara con su pasado más doloroso. La noche del jueves, y frente a las cámaras de la televisión pública, la Instancia de la Verdad y la Dignidad inauguró sus audiencias públicas, en las que diversas víctimas de la dictadura relataron sus historias de tortura, humillación y pérdida. Esta es la única experiencia de justicia transicional efectuada en un país árabe protagonista de las revueltas populares iniciadas en 2011. No en vano, Túnez es el único que ha logrado culminar una transición de una brutal tiranía a una democracia imperfecta.
“Hoy es un día histórico que nadie podría haber imaginado hace diez años ... a partir de ahora, Túnez ya nunca más aceptará la violación de los derechos humanos”, proclamó al inicio de la sesión Sihem Bensedrine, presidenta de la Instancia, y ella misma una represaliada de la dictadura. El escenario para la celebración de las dos primeras sesiones, de dos días de duración y en las que ofrecerán su testimonio una decena de víctimas, no podía ser más simbólico: la elegante villa de “Club Elyssa”, propiedad de Leila Trabelsi, la odiada esposa de Ben Alí, y dónde el presidente solía celebrar fastuosas recepciones.
“La instancia es la última esperanza que nos queda para que se haga justicia”, espetó la madre de Rauf Kaddoussi, un joven asesinado a balazos por la policía en una manifestación en Sidi Bouzid, cuna de la revolución. Al igual que las dos madres de “mártires” que le siguieron, todas ellas sosteniendo una fotografía de sus hijos durante su testimonio, expresó su ira por la impunidad de los responsables de la muerte de su vástago ante falta de voluntad de las autoridades judiciales de perseguirlos.
Creada en 2013, la Instancia ha recopilado más de 65.000 dossieres presentados por víctimas de todo tipo de abusos, también económicos, registrados entre 1955, fecha de la independencia, y 2013. “Aún no sabemos dónde están sus restos. Queremos que sea honorado con un funeral, poder ir a rezar frente a su lápida”, rogó Latifa Matmati, esposa de un opositor linchado hasta la muerte en una comisaría en 1991, pero que solo fue informada de su trágico final en 2009. Durante años, la policía le engañó, y ella se presentaba regularmente en una cárcel con ropa limpia para su marido. Posteriormente, los agentes alegaron que había escapado y era un fugitivo de la ley.
De acuerdo con los principios de la justicia transicional, la Instancia no pretende encarcelar a los perpetradores -una eventualidad prevista solo para los casos más graves-, sino desvelar la verdad para remodelar la la memoria histórica, reparar económica y moralmente a las víctimas y desmantelar la infraestructura y hábitos del antiguo régimen. “No quiero que [mis agresores] sean perseguidos. Pido solo que reconozcan lo que hicieron, que pidan perdón. Por encima de todo, quiero la verdad”, reclamó Samir Brahim, un antiguo prisionero político cuyo testimonio sobre las terribles torturas experimentadas o vistas durante sus ocho años como reo hicieron saltar las lágrimas a varios asistentes.
A pesar de la potente carga emocional de los testimonios, está por ver si las sesiones generarán la buscada catarsis de la sociedad tunecina y estimularán la reconciliación nacional. Desde su nacimiento, en un ambiente de fuerte polarización, la comisión de la verdad ha sido víctima de la politización y el desencanto de una parte de la sociedad con las consecuencias económicas de la revolución. En las elecciones de 2014, se impuso el opositor Nidá Tunis, un partido integrado por diversas personalidades del antiguo régimen y opuesto a cualquier tipo de revisión de los crímenes del pasado. De hecho, el presidente del país, Beji Caïd Essebsi, no figuró entre las personalidades políticas y sindicales presentes en el “Club Elyssa”.
“Es verdad que no hemos contado con el apoyo suficiente de algunas instituciones del Estado, como la policía, pero la voluntad de declarar de algunas prominentes figuras de la dictadura demuestra que esto va en serio”, sostiene Seif Soudani, portavoz de la Instancia. Ahora bien, sin la colaboración del ministerio del Interior, será muy difícil llegar hasta el final en la investigación de buena parte de las miles de denuncias presentadas. “Al menos, no han podido impedir esta sesión. Y pase lo que pase, la verdad es revolucionaria”, sentenció al final de su emocionante testimonio Gilbert Naccache, escritor e histórico opositor de izquierdas al régimen de Bourguiba, padre de la independencia y predecesor de Ben Alí.
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