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Un ejército de “nasty women” y “bad hombres” para Hillary Clinton

Los términos peyorativos usados por Donald Trump se vuelven en su contra, una vez más

Silvia Ayuso
La candidata demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump en el debate
La candidata demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump en el debateGARY HE (EFE)

Las camisetas, gorras, tazas y chapas rápidamente creados con el lema nasty woman se han agotado en webs de venta online como Etsy. El término sigue siendo un popular hashtag en Twitter. Spotify informó de que la reproducción de la canción “Nasty”, un éxito de Janet Jackson de 1986, aumentó un 250% en las horas posteriores a que Donald Trump llamara nasty a Hillary Clinton durante el tercer y último debate presidencial. No hay nuevos datos, aunque es probable, que volviera a haber un pico cuando, 24 horas más tarde, Trump volvió a usar el término nasty woman contra Clinton durante una gala benéfica en Nueva York.

Nasty es una de esas palabras difíciles de traducir, porque tiene muchos matices. Significa “asquerosa”, pero también “despreciable” o “sucia”. Incluso en el original en inglés tiene múltiples acepciones. Casi nunca positivas. Hasta ahora.

Las mujeres, esa masa de potenciales votantes a la que el candidato republicano lleva agotando la paciencia desde hace meses, han dicho basta. El tono y mirada peyorativos con los que Trump pronunció ese nasty woman durante el debate, fue la gota que acabó por derramar un vaso ya desbordado desde que se filtraran los brutales y sexistas comentarios del magnate que se cree que por ser rico y poderoso puede hacer con las mujeres “lo que sea”, incluso “agarrarlas por el coño”.

Desde la noche del debate presidencial en el que Trump intentó humillar, de nuevo, no solo a la mujer con la que se disputa la Casa Blanca, sino a tantas más de las que depende su carrera política, son hordas las mujeres que han asumido la bandera del nasty woman y la ondean con orgullo en las redes sociales y hasta en el mundo analógico.

Nancy Pelosi, la demócrata más poderosa de la Cámara de Representantes, envió un tuit a Clinton felicitándola por ser una inspiración. El mensaje iba dirigido “de una mujer nasty a otra”.

La también congresista Stacey Newman se lo tomó más a pecho aún y no ha dejado de tuitear desde entonces como una nasty woman más.

La actriz y voz del feminismo más joven Lena Dunham llamó a divulgar su mensaje en las redes sociales “si eres una nasty woman y eso ha hecho que tu vida sea un maldito placer”. Más de 6.000 retuits son indicativos del sentir de toda una generación ante la nueva, aunque probablemente no última, afrenta de Trump a las mujeres.

Pero no son solo las nasty women las que se han sentido ofendidas. También hay un ejército de bad hombres” que en los últimos días se han levantado contra el republicano. Ese es el término que Trump usó durante el debate para referirse a “ilegales peligrosos”, como se refiere a los inmigrantes indocumentados, que según él deben ser deportados de inmediato del país.

Como el compositor del año, el puertorriqueño Lin-Manuel Miranda, responsable del taquillazo de Broadway Hamilton y que colgó en Twitter un mensaje firmado como “bad hombre”.

Él es uno de los latinos más famosos del país o, en palabras de Trump, algunos de los “bad hombres”, compilados por la organización Latino Vote para alentar el voto hispano el 8 de noviembre.

El guionista y caricaturista Lalo Alcaraz tampoco ha perdido el tiempo y ha empezado a publicar su propia serie de viñetas sobre el que considera el verdadero “bad hombre”, el propio Trump.

La humorista Chelsea Handler lanzó en Twitter un sondeo para saber si hay más “bad hombres” o “nasty women”. Ganaron las mujeres.

Pero los dos grupos trabajan, eso sí, por que Hillary Clinton se convierta, pronto, en la primera presidenta nasty de Estados Unidos. Algunos, en Internet, ya le han enseñado por dónde se puede ir Trump.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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