La derecha inicia la campaña de primarias con Juppé y Sarkozy como favoritos
Siete candidatos han logrado los avales necesarios para participar en la carrera
Uno de ellos, si los sondeos no se equivocan, tiene grandes posibilidades de ser el próximo presidente de la República Francesa. De ahí la cantidad de pretendientes que quisieron estar en estas primarias. Solo seis han resistido a la criba de avales y firmas, según ha comunicado este miércoles el principal partido de la derecha, Los Republicanos, que ha dado el pistoletazo de salida de la campaña de las primarias, a celebrar a finales del próximo mes de noviembre. Dos candidatos parten como indiscutibles favoritos: el veterano y moderado Alain Juppé y el expresidente Nicolas Sarkozy, que le disputa el electorado al Frente Nacional.
Durante la larga precampaña electoral, el que más ha visitado los feudos del Frente Nacional ha sido Nicolas Sarkozy, que este mismo miércoles está de visita en la Jungla de Calais, donde se hacinan casi 10.000 refugiados. También es Sarkozy el que más polémicas ha suscitado con su discurso profundamente nacionalista. “Desde que uno se convierte en francés, sus ancestros son galos”, declaró el lunes en un mitin, insistiendo en su idea de una sociedad uniforme, libre de “la tiranía de las minorías” y fiel a la cultura francesa. Frente al terrorismo pide el internamiento de todo sospechoso (más de 10.000 en toda Francia) y terminar con el derecho de suelo que convierte en francés a todo el que nace en su territorio. Para frenar la inmigración pide la suspensión del derecho a la reunificación familiar.
Jefe del Estado entre 2007 y 2012, salpicado por graves casos de corrupción (está ya imputado en dos de ellos), se mantiene en los sondeos, sin embargo, como uno de los favoritos, pisándole los talones a Alain Juppé, de 71 años, ex primer ministro de Jacques Chirac, cinco veces ministro y actual alcalde de Burdeos. También ha tenido que dar cuentas a la justicia. Pero su tendón de Aquiles es la edad. Lo solventa asegurando ser partidario de un solo mandato, una afirmación popular en un país que sufre una tradicional acumulación de mandatos que favorece la endogamia política.
Frente a Sarkozy, Juppé representa al ala más moderada de la derecha. De hecho, acusa a Sarkozy de haber roto el partido con una derechización que ha arrinconado a los centristas y considera inhumano no permitir la reunificación familiar. Juppé se ha desmarcado de Sarkozy defendiendo una integración más pluralista de la sociedad francesa. Es lo que él llama “la identidad feliz”, un concepto que Sarkozy ha tachado de ingenuo, “impropio de alguien que pretende ser el jefe del Estado”.
Los dos, como el resto de los candidatos, presentan un programa económico liberal. Piden una drástica reducción de impuestos, más ayudas a la empresa para dinamizar la economía y un ahorro del gasto público de entre 100.000 y 150.000 millones de euros anuales. Para ello, Sarkozy propone la supresión de 300.000 puestos de funcionarios.
Las primarias tendrán que resolverse, previsiblemente, a dos vueltas (el 20 y el 27 de noviembre). Están abiertas a los simpatizantes, que solo tendrán que aportar dos euros y firmar una carta de adhesión a los principios del centro derecha. La suerte de Juppé depende del nivel de movilización ciudadana. Entre los militantes de la derecha gana Sarkozy. En la sociedad francesa, Juppé.
Pero también tendrá una influencia importante el nivel de apoyos de los candidatos derrotados en la primera vuelta. En este terreno, Juppé parece tener también más opciones. Nathalie Kosciusko-Morizet está alineada con sus ideas. Exministra de Sarkozy, es la única mujer candidata. A punto estuvo de arrebatarle a la socialista Anne Hidalgo la alcaldía de París y ha mostrado públicamente su desacuerdo ideológico con Sarkozy, lo que le costó la vicepresidencia del partido en diciembre pasado. Juppé incluso hizo a la vuelta del verano un llamamiento para apoyarla. Consideraba una vergüenza para el partido que no hubiera una sola mujer en la lista de candidatos. Las elevadas exigencias impuestas por el partido para poder estar en la carrera dificultaron la campaña a Kosciusko-Morizet, que solo en el último momento pudo presentar los avales requeridos.
Las primarias tendrán que resolverse, previsiblemente, a dos vueltas: el 20 y el 27 de noviembre.
Es improbable que François Fillon, otro candidato, apueste por Sarkozy. Fue su primer ministro, pero está enemistado con su antiguo jefe desde que este apoyó a Jean-François Copé al frente del partido. Más favorables a Sarkozy serían los otros dos contendientes en liza Copé y Bruno Le Maire. Copé presidió el partido entre 2012 y 2014 hasta que abandonó por otro caso de corrupción política, el de la financiación ilegal de la formación para la campaña de 2012, si bien ahora ha quedado oficialmente libre de culpa. Le Maire, exministro de Agricultura, presenta su madurez juvenil (tiene 47 años) como una buena carta de presentación. De hecho, es el tercer favorito, aunque alejado de los dos primeros, en las encuestas. Hombre moderado y de consenso, mantiene una buena relación con su antiguo jefe, aunque se ha sumado a las críticas sobre el radical nacionalismo de Sarkozy. Ultra liberal en lo económico, para él la reducción del gasto público pasa por la supresión de hasta 500.000 puestos de funcionarios.
Hay un séptimo candidato: el representante del Partido Cristiano-Demócrata Jean-Frédéric Poisson. Es el único que por ser de otro partido no ha tenido que buscar firmas y avales. La exigencia ha sido tan alta que algunos han tenido que recabar apoyos incluso entre el centro izquierda. Un contendiente que había logrado entrar en la lista ha sido descartado esta mañana. Se trata de Hervé Mariton, uno de los primeros que desveló sus aspiraciones. Muy conservador en el terreno social y detractor del matrimonio homosexual, Mariton es diputado y fue un brevísimo ministro de Jacques Chirac.
La derecha francesa, en definitiva, se renueva para seguir teniendo la misma cara. A excepción de Poisson, todos los candidatos seleccionados han tenido altas responsabilidades en la Administración del Estado y el partido; antes UMP, ahora Los Republicanos. Las pocas posibilidades de que Hollande se alce con la victoria en las presidenciales del próximo año convierten al ganador de estas primarias en un presidenciable con opciones.
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