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Kabila se quiere perpetuar en Congo

El presidente estirará su mandato ante la falta de fecha electoral mientras crecen la protesta y represión

Manifestación de la oposición a Kabila, el 31 de julio en Kinshasa.
Manifestación de la oposición a Kabila, el 31 de julio en Kinshasa.

“Si empujamos a Kabila a irse ahora nos arriesgamos a que cree más inseguridad en el este, pero si no, las herramientas democráticas perderán credibilidad”. En una discusión de atardecer, un grupo de jóvenes estudia el incierto futuro político de su país. Es aquí, en el este, donde siempre se ha pagado el precio más caro de la guerra de Congo -considerada la más letal tras la II Guerra Mundial con entre dos y cinco millones de muertos, según las estimaciones-. Bañada por una tranquilidad extraordinaria, la volcánica ciudad de Goma, capital de la provincia oriental Kivu Norte – con más asfalto, menos polvo y muchos menos militares de lo habitual- se pregunta, como el resto del país, qué va a pasar tras el aplazamiento de las elecciones presidenciales, que no podrán celebrarse antes de que finalice el mandato de Joseph Kabila, en el poder desde 2001.

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A Kabila el poder le pilló por sorpresa. Cuando asesinaron a su padre, Laurent-Desiré, hace 15 años, él fue la opción improvisada para llenar el vacío que su padre había dejado como presidente del país. Pero ahora, tras década y media con la batuta, no muestra indicios de querer irse. Las elecciones presidenciales estaban previstas para el próximo mes de noviembre. El último mandato de Joseph Kabila expira el 19 de diciembre. Pero nada se va a cumplir. Es lo que los congoleños han bautizado como “resbalón electoral” –posponer de forma indeterminada los comicios-. El gobierno se excusa en la falta de fondos y la imposibilidad de actualizar el censo en el plazo previsto. Y el Tribunal Constitucional ya ha despejado el camino anunciando que, siguiendo “el principio de continuidad del Estado y para evitar el vacío en el cargo", el presidente permanecerá en el cargo hasta las futuras elecciones.

El líder opositor Moise Katumbi.
El líder opositor Moise Katumbi.Kenny Katombe (Reuters)

Las legislativas y municipales del pasado año tampoco se celebraron. Se presentó un proyecto de ley que quería vincular la celebración de elecciones a una renovación del censo. La protesta, con miles de personas en la calle, paralizó la iniciativa. Fue en enero 2015 y se consideró el primer intento del Gobierno de perpetuar a Kabila en la presidencia. Resultado: violentos disturbios, cuarenta muertos y trescientas personas detenidas.

La tensión y la represión crecen ahora junto a las críticas. “Un día te manifiestas pero al siguiente tienes que volver a trabajar, aquí no podemos permitirnos dos días sin ganar ni un franco”, dice una trabajadora de Goma, tras una de las jornadas de protesta contra Kabila. La presión se cierne sobre la joya de los Grandes Lagos. Congo tiene 800.000 km2 de tierra cultivable, 1.100 tipos de minerales y metales preciosos – entre ellos el rey de nuestra era, el coltán, la esencia de las nuevas tecnologías- y un río, el majestuoso y caudaloso Congo, con una potencial hidroeléctrico que podría alumbrar toda África austral, aunque solo el 7% de los congoleses tienen acceso a electricidad. La economía congoleña creció entre 2010 y 2015 un 7,7% de media, pero bajo el paraguas de las cifras macro, que reposan en la industria extractiva, burbujea una economía informal, agrícola y de minería artesanal castigada por el desorden y el abuso institucional.

“Hace un par de años, había que pagar hasta 46 tasas para llevar un saco de maíz del pueblo de producción a la ciudad, ¡dentro del mismo Congo!” cuenta Valériane Ndema, joven emprendedora congoleña. Con la presión de los campesinos han logrado que se reduzcan a 25 ahora. Pese a los grandes contratos mineros y las inversiones extranjera, dos tercios del país sigue viviendo en la pobreza, según el Banco Mundial.

El presidente Kabila preside los actos por la independencia, el pasado 30 de junio.
El presidente Kabila preside los actos por la independencia, el pasado 30 de junio.Kenny Katombe (Reuters)

El rival más peligroso de Kabila es sin duda Moise Katumbi. Exgobernador de Katanga y examigo de Kabila, Katumbi aspira a la presidencia. Lejos queda su apoyo al joven Kabila, el “artesano de la paz” que, en 2006, se presentaba a las primeras elecciones democráticas de la historia de Congo después de haber liderado el Gobierno de transición. Popular, carismático y rico, Katumbi se divorció políticamente de Kabila y desde entonces se le han abierto dos procesos judiciales. Uno, por “atentar contra la seguridad del Estado” y otro, por un delito inmobiliario. En junio, estando él fuera del país, fue condenado en ausencia a tres años de cárcel. “Dos procesos falsos”, según el abogado George Kapiamba.

Pero también desde la sociedad civil se alzan las voces exigiendo la alternancia. Grupos como Lucha o el célebre doctor Mukwege piden que se respete el juego democrático. A pesar que centenares de personas están pagando las críticas con detenciones y encarcelaciones.

Dos soldados se llevan a un manifestante tras una protesta en Kivu Norte contra el Gobierno por la violencia en el este del país, el pasado mes de agosto.
Dos soldados se llevan a un manifestante tras una protesta en Kivu Norte contra el Gobierno por la violencia en el este del país, el pasado mes de agosto.Kenny Katombe (Reuters)

“Me torturaron un poco”. Honoré Mvula acaba de salir de los calabozos del servicio de inteligencia congoleño. El 1 de septiembre unos hombres vestidos de civil y algunos policías le metieron en un camión y le llevaron a una celda con otros 45 jóvenes. Es el líder de la juventudes del partido Envol y es una de las decenas de personas que han pagado con el apresamiento las críticas a Kabila. “Me colocaron unos auriculares con la música a todo volumen, sonaba [el músico congoleño] Werrason, me vendaron los ojos y me maniataron”. Sin cargos, sin acusaciones, sin abogados, le apartaron del grupo después de que consiguiera hacer una llamada a una periodista, que alertó de su detención. “Entonces, me ataron a una mesa, rodeado de alambre de espino para que no pudiera moverme y me dejaron bajo un goteo que me caía en la cabeza”. Le leyeron algunos de sus comentarios en Twitter y Facebook y le preguntaron que si Katumbi le pagaba por escribir todo esto.

“Los casos de represión son muchos y muy inquietantes”. El abogado George Kapiamba, defensor de muchos de los prisioneros políticos, escucha los detalles de la captura de Honoré. “Este año hemos registrado 124 encarcelamientos políticos, que no incluyen los centenares de arrestos como los de Honoré, los que desparecen unas horas, unos días o unas semanas”. En su punto de mira, dos hombres, dos nombres: el director de la ANR (la Agencia Nacional de Información), Kalev Mutond, y el jefe de la Policía en Kinshasa, el general Kanyama – desde junio bajo sanciones de Estados Unidos-.

Kabila, como sus vecinos, quiere mantenerse al mando. Tanto el presidente del otro Congo-Brazzaville, Sassou Nguesso, como el ruandés Paul Kagame y el burundés Pierre Nkurunziza han modificado la Constitución para poder acomodarla a su presidencia. El principal rival presidencial, condenado. Disidentes detenidos, encarcelados o desparecidos. La investigadora de Human Rights Watch, Ida Sawyer, expulsada. Mientras, en el este del país, ni el Ejército ni la misión de la ONU en Congo (MONUSCO) son capaces de sofocar la guerra. La última masacre, el 12 de agosto, causó la muerte en Beni de medio centenar de civiles.

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