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EE UU y Rusia pactan consolidar la tregua para atacar juntos al yihadismo

El acuerdo para reducir la violencia en siria exige que el régimen deje de bombardear a la oposición y que los rebeldes se separen de Al Qaeda

John Kerry y Serguéi Lavrov, el sábado en Ginebra.Foto: reuters_live | Vídeo: REUTERS
Juan Carlos Sanz

El acuerdo de alto el fuego que debe comenzar en toda Siria al atardecer del Eid al Adha, la señalada fiesta islámica del sacrificio que se celebra el lunes próximo, puede marcar un punto de inflexión en los esfuerzos diplomáticos para poner fin a cinco años y medio de una guerra con implicaciones internacionales, que han generado uno de los mayores éxodos de refugiados desde el fin de la II Guerra Mundial. Si el régimen de Bachar el Asad y las milicias rebeldes logran acatarlo una semana y lo siguen observando, Estados Unidos y Rusia, artífices de la tregua, lanzarán por primera vez ataques conjuntos contra los yihadistas el Estado Islámico (ISIS) y las filiales de Al Qaeda que se han hecho fuertes durante el sangriento conflicto civil en el país árabe, y desde donde han golpeado con el terror al resto del mundo.

Después de una larga espera atribuida a la desconfianza hacia el Kremlin en el seno de la Administración del presidente Barack Obama, los jefes de las diplomacias norteamericana y rusa han suscrito en la madrugada del sábado en Ginebra cinco documentos de entendimiento que recogen los detalles del cese de hostilidades y la cooperación militar, cuyo contenido no se ha hecho público. En esencia, estos son los principales puntos del acuerdo del Eid al Adha —“que no se basa en la confianza, sino en la verificación de su cumplimiento”, advirtió John Kerry— según ha trascendido de las palabras del propio secretario de Estado y del ministro de Exteriores Serguéi Lavrov.

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La oposición parece haber aceptado con cautela el compromiso. “Damos la bienvenida al acuerdo si se acata por todas las partes”, afirmó este sábado Basma Kodmani, miembro del Alto Comité para las Negociaciones, que agrupa a los principales grupos y milicias que combaten al régimen. “Confiamos en que sea el principio del fin del sufrimiento de los civiles”, dijo a través de un comunicado esta profesora siria, que suele ejercer como portavoz de la oposición. Kodmani precisó que los insurgentes se han visto obligados a mezclarse con los yihadistas a causa del cerco que las tropas gubernamentales ejercen sobre Alepo y otras zonas. “Cuando cese el asedio, los yihadistas serán marginalizados, como ya ocurrió tras el alto el fuego de febrero”, precisó.

En Washington, el Pentágono ha difundido un comunicado en el que advierte que “observará y controlará el cumplimiento del acuerdo preliminar alcanzado”. “Sus compromisos deben ser completamente respetados antes que pueda llevarse a cabo una potencial cooperación militar [con Rusia]”, puntualizó un portavoz del Departamento de Defensa de EE UU citado por Reuters.

No hay constancia, por ahora, de cómo afectara el acuerdo de Ginebra al futuro político de El Asad en una transición política; ni al papel de los rebeldes kurdos, que combaten al ISIS con el respaldo aéreo de EE UU en el noreste de Siria. Tampoco sobre las milicias chiíes, como la libanesa de Hezbolá, que han sido uno de los principales apoyos del régimen; ni sobre la suerte de decenas de miles de prisioneros opositores en manos del Ejército, que según decisión del Consejo de Seguridad de la ONU en diciembre, deberían ser liberados inmediatamente después de un cese de hostilidades.

Pocas horas después del anuncio de la tregua de la fiesta del sacrificio a partir del lunes, la agencia estatal de noticia siria Sana informaba este sábado del recrudecimiento de las hostilidades en Alepo, donde siete civiles murieron en un ataque con cohetes y otros 24 resultaron heridas. Varios incidentes armados seguían marcando la rutina de la vida cotidiana de los sirios en otros puntos del martirizado país árabe.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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