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Optimismo y miedo en el corazón de la burocracia brasileña

Frente a las dolorosas reformas económicas del Gobierno hay dos tipos de funcionarios: los que temen los cambios y los que los desean

Es la hora de la comida, la primera tras el impeachment a Dilma Rousseff y la puerta del ministerio de Planificación se llenó de las conversaciones de un corro de funcionarios. Discuten de política, sobre todo el inagotable Michel Temer versus Dilma Rousseff que ha marcado a Brasil los últimos meses. Muchos de los que trabajan en la Esplanada, área de Brasilia que concentra los ministerios, están recelosos ante lo que se les venía encima. Otros, optimistas­. Unos por los cambios de puestos de mando que anticipaban para un futuro próximo y la posibilidad de pérdida o mejora de sus cargos. Y otros por la llegada de un cuerpo dirigente nuevo.

Lucas Melo y Maria Luiza Pereira, opuestos en cuanto al Gobierno Temer.
Lucas Melo y Maria Luiza Pereira, opuestos en cuanto al Gobierno Temer.

"Si vivíamos una era neoliberal (los 13 años de gobierno petista, o sea, del Partido de los Trabajadores, que terminaron con el impeachment), ahora tendremos una planificación más estrictra. Tocará apretarse el cinturón porque [el nuevo presidente del gobierno, Michel Temer] quiere un Estado mínimo, lo que exige recortes en las áreas sociales y en el funcionariado", decía el geógrafo Antonio Afonso, de 27 años. Lúcio Gomes, de 31 años, no estaba de acuerdo con la visión pesimista de su compañero: "Todo va a seguir igual. El Estado ya está muy perjudicado, colapsado", resaltaba.

Tanta inquietud y tanta charla de pasillo tienen su justificación. Los ajustes con el cambio de guardia histórica tras 13 años con el mismo partido en el poder todavía están en marcha (los cargos de segundo nivel todavía no han sido reasignados). Pero hay signos de otros cambios más profundos. Ya que el país está sumido en una grave crisis que afecta de pleno a las cuentas públicas, la tijera ya había azotado a los proyectos ya en 2015, con Rousseff. Ahora, Temer y su equipo económico esbozan reformas afectarían directamente al tamaño del Estado y a la vida de los funcionarios. También prometen resistirse al aumento del Poder Judicial. Todo esto tendría un efecto dominó en categorías del funcionariado, no solo en Brasilia, sino también en los Estados.

"Vamos a volver a la época de Fernando Henrique Cardoso, en donde uno o era pobre o rico. No había otra clase"

La propuesta que el Gobierno considera más inminente y prioritaria es la llamada 241: la del techo de gastos, en trámite en el Congreso. Limita el crecimiento del gasto público a la variación de la inflación del año anterior y, de superarlo, demanda una fuerte contención. Quienes la critican solo ven en ella un descenso continuo de inversiones en Sanidad y Educación. Y aún están sobre la mesa, aunque no se sepa ni cómo ni cuándo, una reforma de la Seguridad Social (y Temer ya dijo que le gustaría unificar los regímenes públicos y los de la iniciativa privada) y la temida reforma laboral.

Inquietud en el subsuelo

Mientras en el primer nivel las sustituciones son prácticamente instantáneas —ya han sido cuatro ministros—, en el subsuelo de la política de Brasilia sigue habiendo cargos importantes nombrados por el PT. Son cerca de 50 cargos con sueldos que oscilan entre los 8.000 y 14.000 reales [entre, aproximadamente, 2.700 y 4.700 dólares]. El Gobierno quería esperar a que pasase el proceso de destitución de Dilma Rousseff para ocupar todos los cargos.

En el ministerio de Trabajo, las recepcionistas Jane Sousa, que ha pasado la mitad de sus 50 años en ese edificio, y Raquel Silveira, de 53 años (20 de ellos allí), se preocupan de sus propios empleos. Ellas, subcontratadas, están cumpliendo el periodo de preaviso, puesto que el contrato de la empresa con el ministerio ha concluido. "Nadie sabe qué va a pasar. Dicen que algunos se quedaran, pero que van a despedir a 170", cuenta Raquel. "La situación ya era mala, no creo que Temer vaya a poder arreglarlo en poco tiempo. ¿Viste la noticia ayer? ¡El precio de la bombona de butano va a aumentar a 90 reales (unos 30 dólares)!, exclamaba. "¿Y qué vamos a hacer si nos despiden, si no hay trabajo en ninguna parte?", se preguntaba.

Cerca del Ministerio de Hacienda, otro grupo vuelve de comer con una discusión acalorada. El agente administrativo Lucas Melo, de 24 años y de "Temer hasta la muerte", está a gresca con la secretaria Maria Luiza Pereira, de 42 años, que ve los gobiernos petistas como "los únicos que gobernaron para el pueblo". "Temer tiene un conocimiento mayor y más apoyo en el Congreso. Van a mejorar mucho las listas que se nombrarán [para los puestos de mando]", puntualiza. "Vamos a volver a la época de Fernando Henrique Cardoso, en donde uno o era pobre o rico. No había otra clase. En el ministerio, durante el Gobierno interino, echaron a un montón de gente. Un montón de padres de familia", destacaba ella. "Pero es que, lo que sucede hoy es reflejo del pasado. Si hay recortes es porque hubo muchos gastos los últimos años", refutaba Lucas.

"Todo va a ir a peor", sentenciaba Ludmila, empleada de otro ministerio, que prefirió no dar su apellido. "Temer va a sustituir a todos los ministros porque hasta ahora había una formación provisional, solo para conseguir el impeachment. Ahora es cuando va a montar su equipo. Y, así, lo que se venía haciendo se para una vez más. Empieza un nuevo mandato y lo que estábamos haciendo no se termina", destacaba ella.

En el Ministerio de Sanidad, los funcionarios ya apuntaban nombramientos en el área técnica, el primer día del Gobierno definitivo de Temer. "Ya vimos que están cambiando los puestos de mando. Alguna reorganización está al caer. Yo no tengo vínculo, soy un cargo de confianza, así que estoy insegura, afirmaba otra funcionaria de 34 años, que prefirió mantenerse en el anonimato. "Habrá que esperar."

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