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Hillary Clinton esquiva las últimas revelaciones sobre sus correos

La publicación de más 'emails' relanza las acusaciones sobre conflicto de intereses con la fundación filantrópica

Marc Bassets
Clinton después de recaudar fondos en Chicago
Clinton después de recaudar fondos en ChicagoCHRIS KEANE (REUTERS)

En una campaña tradicional, los conflictos de intereses entre la candidata demócrata, Hillary Clinton, y la fundación filantrópica que lleva el nombre de la familia habrían ocasionado una tormenta veraniega. Con un rival como el republicano Donald Trump, todo se sale de la norma. Al atraer el foco con sus salidas de tono, desvía la atención de las últimas revelaciones sobre uno de los puntos débiles de Clinton, los emails de su etapa de secretaria de Estado.

La controversia en torno a los correos electrónicos enviados por la candidata demócrata desde un servidor privado no ha desaparecido después de que en julio el FBI desaconsejase presentar cargos criminales contra ella por supuesto uso indebido de información confidencial. El grupo conservador Judicial Watch publicó el martes una nueva ronda de correos electrónicos del equipo de Clinton mientras ella fue secretaria de Estado, entre 2009 y 2011.

El mismo día, Trump animó en un mitin a los propietarios de armas a impedir la victoria de Clinton en noviembre. El comentario podía interpretarse como una incitación velada a la violencia y provocó una ola de críticas al republicano. Los titulares —negativos— fueron de nuevo para Trump y no para los problemas de Clinton con sus emails.

Los correos iluminan las complejas relaciones entre Clinton y la Fundación Clinton, la organización filantrópica que su esposo, Bill, creó después de abandonar la Casa Blanca en 2001. La fundación creció mientras Hillary Clinton desarrollaba su carrera, primero como senadora por Nueva York, después como candidata fallida a las elecciones presidenciales de 2008, luego como secretaria de Estado y finalmente como nominada del Partido Demócrata a la Casa Blanca en 2016.

Durante este tiempo, los Clinton han afrontado acusaciones de conflictos de interés. Es decir, la sospecha de que muchos grandes donantes de la fundación no entregaban el dinero desinteresadamente sino que, para ellos, era una manera de comprar el acceso a una de las familias más poderosas en Washington. Cuando Barack Obama la nombró secretaria de Estado, Clinton prometió apartarse de la fundación mientras estuviese en el cargo.

El problema del posible conflicto de intereses ya existe, para los Clinton y cualquier otro político en EE UU, con los donantes millonarios a las campañas electorales: ¿Cuántos de estos donantes esperan algo a cambio? Una de las particularidades, en el caso de la fundación, es que entre quienes financian la institución se encuentran individuos, empresas y Gobiernos extranjeros, susceptibles de influir en la política estadounidense. Los donativos de extranjeros están prohibidos en las campañas electorales, precisamente para evitar la injerencia, pero no en las fundaciones.

Favores

Entre los correos publicados esta semana, dos episodios han llamado la atención de los medios y del Partido Republicano. El primero concierne a Gilbert Chagoury, un magnate nigeriano de origen libanés, viejo conocido de los Clinton desde los años noventa, cuando Bill era presidente, y gran donante de su iniciativa filantrópica. Chagoury ha dado a la Fundación Clinton entre uno y cinco millones de dólares. En su página web, Chagoury se define como “amigo y confidente de presidentes, jefes de Estado y líderes de negocios en todo el mundo”.

En un correo de 2009, Doug Band, mano derecha de Bill Clinton durante años, pide a Huma Abedin y Cheryl Mills, asesoras de Hillary Clinton en el departamento de Estado, un contacto para Chagoury. “Necesitamos que Gilbert Chagoury hable con alguien de sustancia sobre Líbano. Como sabéis, es un tipo clave allí y para nosotros, y en Líbano se le quiere. Muy importante”. “Es Jeff Feltman. Seguro que le conoce. Hablaré con Jeff”, responde Abedin. Feltman era entonces embajador de EE UU en Líbano.

En el segundo episodio, Band envía a Abedin y Mills un mensaje con el título “Un favor…”. Se trataba de un antiguo voluntario de la fundación en Haití que busca trabajo. “Todos lo hemos tenido en nuestro radar. Personal le ha mandado opciones”, responde Abedin. La campaña de Clinton subraya que ninguno de los emails implica a la secretaria ni tiene que ver con el trabajo de la fundación. Los republicanos ven en los correos electrónicos una prueba del conflicto de intereses entre Clinton y la fundación y del peligro de que la candidata venda favores a sus donantes cuando llegue a la Casa Blanca.

Pero no está claro si esta persona que buscaba trabajo acabó encontrándolo. Y finalmente el donante Chagoury nunca se reunió con el embajador Feltman, según dijo este a The Washington Post. Si quería obtener favores a cambio de los millones que desembolsó, y esto fue todo lo que obtuvo, fue un mal negocio.

La maldición de los 'emails'

Los correos electrónicos persiguen a la demócrata Hillary Clinton. Con razón el republicano Donald Trump se enorgullece de no manejarlo. El servidor privado que Clinton utilizó cuando era secretaria de Estado y los correos que envió y recibió, algunos con información sensible, ya le han causado problemas en esta campaña. El nuevo peligro, para Clinton, es la filtración de correos pirateados por hackers. A finales de julio la organización Wikileaks publicó mensajes de varios responsables del Partido Demócrata. Esta semana, se ha difundido información privada de legisladores demócratas. La posibilidad de que en las próximas semanas se publiquen nuevos documentos robados preocupa a los demócratas. Expertos en ciberseguridad y servicios de inteligencia ven la mano de Rusia detrás de estas filtraciones.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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