Brasil tiene sed a pesar de ser dueño de 20% del agua en el mundo
Una mayor demanda de los sectores agrícolas, de energía y de consumo exige una mejor gestión de sus recursos hídricos
Si Brasil tiene casi la quinta parte de las reservas de agua en el mundo, ¿por qué las noticias sobre la escasez de agua se han vuelto tan comunes en el país en los últimos años? Hay muchas respuestas a la pregunta, desde la forma en que los recursos hídricos están repartidos geográficamente y la degradación de las áreas alrededor de la cuenca del río, hasta el cambio climático y la mala infraestructura de suministro.
Los sectores que más contribuyen a la economía son los más dependientes del agua. Por ejemplo, el 62% de la energía de Brasil es generada por plantas hidroeléctricas. El agua es también esencial en la agricultura, otro sector importante para la economía. De acuerdo con la Agencia Nacional de Aguas (ANA), el riego consume el 72% del agua del país.
Este tipo de dependencia significa que en tiempos de crisis del agua -según la experiencia de Sao Paulo en 2014 y 2015- la productividad de los diferentes sectores económicos puede verse amenazada.
Estos y otros temas se discuten en un nuevo informe del Banco Mundial llamado Diagnóstico Sistemático del País (SCD en inglés), que muestra cómo los recursos naturales pueden contribuir al desarrollo económico del país.
"En Sao Paulo, durante unos meses no estuvo claro si las industrias, tales como la de aluminio, gran consumidora de agua, podían seguir produciendo al ritmo anterior a la crisis del agua", recuerda Gregor Wolf, jefe del programa de desarrollo sostenible del Banco Mundial en Brasil.
El estudio incluye algunos aspectos importantes sobre cómo Brasil está gestionando sus recursos hídricos y analiza los principales obstáculos que deben ser afrontados con el fin de establecer un modelo sostenible e integrador.
Agua, bosques y ciudades
Ante la fuerte evidencia científica de la relación entre la deforestación, la degradación de los bosques y los cambios en los patrones de lluvia, el informe advierte: las crisis del agua como la de Sao Paulo se pueden repetir en las próximas cuatro décadas, afectando el abastecimiento, la producción agrícola y la generación de energía, entre otras actividades. El estudio también destaca la reducción de la deforestación de la Amazonia en los últimos años (en 82%) y las regulaciones creadas, como el Código Forestal, para ayudar a proteger los recursos naturales en los terrenos rurales. Se trata de conquistas recientes después de décadas de devastación aunadas a la necesidad cada vez mayor de tener un control constante para que no se pierdan esos recursos.
Los más dependientes del agua
Brasil es el segundo mayor exportador de alimentos en el mundo. En el país donde la agricultura y la agroindustria representan el 8,4% del PIB, las zonas de terrenos irrigados aumentaron a ritmo acelerado en la última década y todo apunta a que el consumo de agua seguirá creciendo. Actualmente, menos del 20% de las tierras de regadío tienen acceso al riego. En el área de generación de energía, incluso con la diversificación de las fuentes previstas para las próximas dos décadas, las centrales hidroeléctricas continuarán generando la mayor parte de la electricidad que se consume en Brasil.
El sector más contaminante
La industria sigue siendo una de las principales causas de la degradación del medioambiente en Brasil. De acuerdo con el informe del Banco Mundial, los investigadores encontraron residuos industriales, incluyendo metales pesados, en los cursos de agua en varias áreas metropolitanas. Tales contaminantes se descargan sin ningún tratamiento previo. En Sao Paulo y Recife, por ejemplo, esto significa que los ríos circundantes ya no son seguros para el suministro de agua potable, obligando a las ciudades a extraer agua de pozos o cuencas más distantes. El crecimiento de los nuevos complejos industriales, en particular en el noreste, también puede resultar en impactos ambientales a largo plazo, tales como la contaminación y la competencia por los recursos naturales (especialmente agua).
Desigualdades en el acceso a agua y saneamiento
Entre el 40% más pobre del país, el porcentaje de hogares con un inodoro conectado a la red de saneamiento aumentó del 33% en 2004 al 43% en 2013. Sin embargo, el acceso es aún más bajo si se compara con el estrato más rico. Otra diferencia importante es la que existe en la cobertura nacional de agua (82,5%), las aguas residuales (48,6%) y el tratamiento real de aguas residuales (39%). La falta de tratamiento de aguas residuales hace que los contaminantes sean arrojados directamente en el agua o procesarse en fosas sépticas no reguladas, con graves consecuencias sobre la calidad de los recursos hídricos, así como en el bienestar de la población.
¿Qué hay que mejorar?
Muchas empresas de suministro todavía sufren grandes pérdidas de agua (más de la tercera parte en promedio), tienen exceso de personal y altos costos de operación. El financiamiento del sector se basa en tarifas y subsidios cruzados, con una estructura tarifaria obsoleta, incapaz de generar servicios más eficientes y sostenibles. El resultado: no tienen suficiente capital para aumentar la cobertura y hacer que la infraestructura sea más resistente a los fenómenos climáticos extremos (sequías e inundaciones).
El estudio agrega que la calidad de vida de los brasileños más pobres está fuertemente relacionada con la gestión del agua y de otros recursos naturales, y por lo tanto las políticas para conservarlos son cada vez más necesarias.
Mariana Kaipper Ceratti es productora en línea del Banco Mundial
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