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Mauricio Macri choca contra el tarifazo del gas

Los aumentos están paralizados por la Justicia y reactivan la protesta social

Federico Rivas Molina
Una mujer golpea su cacerola durante una protesta contra el tarifazo, el 14 de julio pasado en Buenos Aires.
Una mujer golpea su cacerola durante una protesta contra el tarifazo, el 14 de julio pasado en Buenos Aires.Telam

El aumento de las tarifas de los servicios públicos en Argentina ha puesto al presidente, Mauricio Macri, ante su primera gran crisis de Gobierno. Las subidas de hasta 1.000% en las facturas del gas golpean a las clases medias y bajas, cuando Argentina enfrenta el inicio del invierno más duro de la última década. El tarifazo reactivó los cacerolazos, el distintivo de la crisis de 2001, y disparó una avalancha de amparos judiciales. Macri está a la defensiva y espera que la Corte Suprema habilite los aumentos. Mientras tanto, ensaya medidas contra la caída de la popularidad.

El jefe de Gabinete, Marcos Peña, advirtió el lunes pasado a los usuarios de que las facturas de gas no deben pagarse hasta que “no se resuelva el fallo” de la Corte. Lo cierto es que casi tres meses después de haber decretado el nuevo cuadro tarifario, presentado como una medida necesaria para terminar con 12 años de subsidios kirchneristas a la energía, los usuarios no saben cuánto deberán pagar por el gas que utilicen. La reacción social al tarifazopilló desprevenido al Ejecutivo, que hoy se pregunta cómo no pudo prever las consecuencias. Dos veces debió dar marcha atrás con las subidas, luego les puso un tope del 400% y ahora espera una decisión judicial.

Algunas declaraciones de Macri tampoco han ayudado a su imagen: en un discurso ante un grupo de obreros advirtió de que si uno anda por su casa “en mangas cortas y en patas” es porque derrocha energía. El pulso se tensó la semana pasada, cuando miles de personas cortaron 20 puntos de la ciudad de Buenos Aires a golpes de cacerolas. El grupo Barrios de Pie realizó 100 ollas populares en la capital y el extrarradio. La protesta social terminó por pasar su propia factura a la Casa Rosada.

Las empresas de gas no registran ingresos desde junio. Al costo de tener que emitir dos veces todas sus facturas han tenido que sumar la anulación judicial de las subidas. Los aliados de Macri han tomado posiciones. Sergio Massa, un peronista disidente que acompaña de forma ambivalente al oficialismo, dijo que el tarifazo fue como “entrar a un quirófano con una motosierra”. Nadie duda de la necesidad de adecuar las tarifas, pero pocos defienden que se haya hecho de golpe. El radical Ernesto Sanz, integrante del núcleo duro de Macri, señaló que “era necesario readecuar el esquema tarifario” y pidió a la gente que entienda que “las marchas y contramarchas en el Gobierno se dan en un escenario muy complejo”.

Resaca de subsidios

El escenario tiene que ver con la “herencia recibida”, como gusta llamar el macrismo al estado en que la expresidenta Cristina Kirchner dejó la economía. El kirchnerismo destinó entre 2006 y 2015 casi 139.000 millones de dólares en subsidios a la energía y al transporte. En el caso del gas se generó un círculo vicioso: mientras el consumo subió, la producción cayó un 18%, según el Instituto Argentino del Petróleo y Gas. El Gobierno debió importar hasta 310 barcos con gas licuado entre 2013 y 2015 para paliar el déficit. En abril, Macri decidió reducir los subsidios y aumentar las tarifas, pero lo hizo de una sola vez, con un alto costo político.

Toda la ira popular se ha concentrado en el ministro de Energía, Juan José Aranguren, expresidente de la petrolera Shell. Aranguren cuenta con el respaldo de Macri, quien asumió en persona la trama de errores y rectificaciones del nuevo cuadro tarifario y el evidente malhumor social. No le ha ido tan mal. Un sondeo de Giacobbe&Asociados registró que el 61,8% de los consultados vio como “un signo de inteligencia” que el Gobierno rectifique sus políticas. El 71% dijo que las tarifas de gas, luz y agua debían aumentar tarde o temprano, pero el 81,3% advirtió de que las subidas deberían haberse hecho en forma gradual. Ese es el dato que más preocupa al macrismo.

La caída libre del consumo

La crisis económica ha golpeado a los grandes supermercados en junio. La consultora privada Scentia determinó que el consumo cayó un 6,4% en junio en comparación con el mes anterior. El primer semestre, en tanto, cerró con una baja del 3,6%. El gasto promedio por compra realizada se derrumbó un 26,3%, evidencia de que los argentinos han decidido buscar marcas más baratas y promociones para enfrentar tiempos que prevén difíciles. La expectativa es que haya una mejora en el segundo semestre, cuando se espera menos inflación y se reciba el pago del medio salario extra que se cobra a mitad de año.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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