Financiada por Europa pero partidaria del ‘Brexit’
Cornualles, una de las regiones que más ayudas comunitarias recibe, está entre las más euroescépticas
En lo alto de la colina de Penryn destacan varios edificios de color pardo y con grandes cristaleras. Son parte del campus de las universidades de Exeter y Falmouth. Un complejo rodeado de zonas arboladas y verdes, que resulta algo chocante en esta remota y pintoresca localidad costera del extremo suroeste de Inglaterra, en Cornualles. El centro universitario, en el que sus más de 5.000 alumnos pueden estudiar desde Ciencias Medioambientales hasta Comunicación Audiovisual, se ha levantado gracias, en parte, a los más de 100 millones de euros en subvenciones aportados por la Unión Europea. A la entrada, varias placas con la bandera azul de las 12 estrellas parecen recordar a los visitantes quién paga.
Pero ni con el moderno campus —que cuenta con una de las mayores colecciones de DVD de las universidades británicas—, ni con la nueva zona de oficinas respetuosa con el medio ambiente construida en el muelle, en un antiguo depósito de carbón —gracias también a fondos comunitarios—, la UE se han ganado el corazón de los ciudadanos de Penryn. Tampoco gracias a la incubadora de Startups que, alimentada por las subvenciones, está floreciendo en la región, o la conexión a Internet de banda ancha, desarrollada con un paquete de 50 millones de euros llegados desde Bruselas. En Penryn y el resto del condado, son mayoría los que defienden el Brexit, según los sondeos. Como lo hacen cinco de los seis parlamentarios (todos conservadores) que representan a Cornualles en Westminster.
Todo ello pese a que la región, de 530.000 habitantes, recibió entre 2007 y 2013 más de 650 millones de euros en subsidios comunitarios y que, hasta 2020, tiene presupuestados otros 600 millones. Al ser una de las zonas menos desarrolladas tanto del país como de toda la Unión, Cornualles es una de las que más fondos europeos recibe. Unos 1.200 euros per cápita; un 64% más que la media de Reino Unido, según explica Scott Lavery, profesor del Instituto de Investigación Política y Económica de la Universidad de Sheffield (SPERI) y uno de los autores de un estudio que desgrana el impacto de estas ayudas. Un dinero que, por supuesto, dejaría de fluir si Reino Unido abandona la UE.
Los partidarios del Brexit, sin embargo, acotan que las ayudas han sido completamente ineficientes y que no han logrado los objetivos que se habían fijado. Esgrimen el reciente informe de una consultora sobre los fondos europeos de desarrollo y sociales, que muestra que los 5.000 nuevos puestos de trabajo logrados —y el mantenimiento de otros 1.200— están muy lejos de los 15.000 que se habían fijado como meta.
En el Kings Arms, un pub situado en la calle principal de la localidad de unos 10.000 habitantes, Owen Vincent clama contra los burócratas de Bruselas. Es uno de los habituales del local, que luce orgulloso en varias de sus ventanas letreros rojos en apoyo al Leave (salida). “Aportamos 350 millones de libras a la semana a la Unión Europea. Es dinero desperdiciado del que luego apenas vemos nada. Gran Bretaña no sólo es una región autónoma que puede vivir perfectamente sin esos funcionarios, también hemos originado la Commonwealth. Podemos seguir haciendo negocios con Australia y los otros países que también son miembros cuando salgamos de la UE”, reclama. Un argumento muy similar al de la campaña de los partidarios del Brexit, que aseguran que, de abandonar el club comunitario, esos 350 millones de euros —que en realidad no son tal, sino 250 entre los que además no contabilizan el dinero de retorno que Bruselas destina al país en ayudas como las recibidas por Cornualles— se dedicarían a la sanidad pública.
A Vincent, un constructor jubilado de 67 años regular llevados, le traen sin cuidado los fondos europeos que han alimentado Cornualles y Penryn. Asegura que, sin la UE, ese dinero hubiera llegado igual. “Pero habría sido británico”, zanja.
Penryn, de calles empedradas y edificios de la época de los Tudor, jacobinos y georgianos, fue una vez una próspera localidad minera y un importante puerto del que partían cargamentos de granito y estaño a otras partes del país, e incluso del mundo. Sin embargo, desde el cierre de las minas en los siglos XIX Y XX fue languideciendo. Hoy, aunque es una de las regiones con el PIB per cápita más bajo y sus habitantes ganan menos que sus vecinos del norte de la isla —en Cornualles una media de 10 libras la hora, frente a las 15 de Aberdeen—, la situación ha mejorado.
Lo cuenta convencida Danielle, una joven de 25 años y un pequeño y brillante piercing en la nariz, que apunta que tanto esa localidad como toda la región han recibido “una buena mano de pintura” en los últimos años. “Había que ver la carretera de la calle principal, llena de baches; daba vergüenza. Y el puerto. Ahora hay buenas carreteras, vías de tren, un mejor transporte”, dice. Votará por la permanencia y afirma que no comprende a sus vecinos que están haciendo campaña por el Brexit. “La Unión Europea no es perfecta, pero trae cosas buenas. Nos ha situado en el mapa, pero la gente mayor no es consciente. Y este es un pueblo viejo y llenos de jubilados en busca de retiro, que tiene miedo a lo que viene de fuera...", apunta molesta.
Stive Rive no se encuadra dentro de la radiografía de los defensores del Brexit que traza Danielle y que, en realidad, son muchos y más variados de lo que la joven plantea —los pescadores, por ejemplo, son furibundos defensores de abandonar el club—. Rive, un treintañero que trabaja en una empresa de equipamiento médico, afirma convencido que votará por la salida. “Creo que la UE nos está costando dinero. Y lo cierto es que David Cameron nunca se ha destacado por ser un europeísta, pese a que ahora se esfuerce por vendernos las ventajas de quedarnos en la Unión”, dice encogiéndose de hombros. Se dirige a comprar algunas pasties para el almuerzo, una especie de empanada en forma de media luna elaborada con pedazos de carne, patata, cebolla, colinabo y un aderezo salado, que es el plato típico de la región.
Pasties degustó, como no, el exalcalde de Londres Boris Johnson cuando hace unas semanas visitó Cornualles con su flamante autobús rojo con el que hace la batalla a favor del Brexit por todo el país. El carismático político conservador empuñó la dorada empanada local y exclamó: “Esta es la pasty de la independencia”. Irónicamente, la asociación de productores de pasty de Cornualles es uno de los pocos gremios que, en el condado, se han pronunciado abierta y tajantemente en favor de la permanencia en la UE.
La pasty de Cornualles logró hace cuatro años el estatus europeo de ‘Indicación geográfica protegida’, un certificado comunitario que ahora sólo pueden lucir las empanadas fabricadas en Cornualles y elaborados según la receta tradicional, con los ingredientes fijados y que marca que deben llevar al menos un 12% de carne de res y un 25% de verdura. Desde que consiguieron el distintivo, los fabricantes afirman que el sector ha doblado su valor. Ahora, dicen, ingresa más de 300 millones al año y proporciona unos 2.000 puestos de trabajo en la zona. Pese al euroescepticismo de sus habitantes, el orgullo local, la Pasty de Cornualles vota por la permanencia.
A favor y en contra del Brexit
"Quedarnos en la UE es mejor para el futuro del país"
Claire y Zoë Abel, hermanas de 31 y 26 años, votarán por la permanencia. Son de Penryn y se sienten apenadas porque el color del voto de sus vecinos se inclina hacia la salida de la UE. "Nosotros lo hemos hablado en casa, es mejor para el futuro de nuestros hijos, es una decisión clave y no queremos que Reino Unido se quede aislado del resto del mundo", afirma Claire, ama de casa y estudiante a tiempo parcial de pedagogía. Tiene dos hijos, Zoë; una.
"Sin la UE habrá menos burocracia"
Stive Rive apuesta por el Leave. Asegura que salir de la UE hará a Reino Unido más eficiente. "Son los políticos locales los que más conocen nuestras necesidades. La Unión Europea no sirve para nada. Nos están vendiendo ahora sus ventajas, pero que lo hubieran hecho mejor antes. Para mí, ya es tarde", afirma.
"La permanencia no me interesa"
Harry Hancox, peluquero y encargado del salón barbería HFM (Hair for Men) de Penryn cree que abandonar la UE mejorará la situación económica de Reino Unido. "Cerrará la puerta a miles de extranjeros que, sin aportar nada, se benefician de las ayudas del país. Lo que hay aquí no lo hay en otros lugares la gente abusa", afirma, repitiendo el discursos de los partidarios del Brexit, que no mencionan que gran parte de la inmigración en Reino Unido es extracomunitaria y por tanto, no se vería afectada por el Brexit.
"Temo que otros países nos penalicen"
Roger Powels, ingeniero de 50 años, tiene casi seguro su voto. "Creo que apostaré por el Leave (salida), Aunque temo que si abandonamos la UE otros países nos castiguen. No violentamente, por supuesto, sino quizá con bloqueos comerciales o con acuerdos menos ventajosos", afirma. Ha salido a dar un paseo con su nieto, sus dos perros y su esposa. Ella sí votará por la permanencia.
Otro referéndum
Hace algo más de un mes se celebró otro referéndum clave para los habitantes de St Ives, una localidad al otro extremo de Penryn, también en Cornualles. En esa consulta, sus vecinos habían de decidir si prohibían la compra de vivienda nueva a los no residentes.
Una iniciativa que ha alumbrado un movimiento que se está expandiendo por todo el condado (donde hay unas 29.000 viviendas de segunda residencia) y que busca frenar que suba el precio de las casas se incremente y siga siendo abordable para los ciudadanos de Cornualles. “No es lo único, la gente cree que así evita que los extranjeros ricos vengan y se queden con lo mejor”, apunta la joven Danielle, de 25 años. El veto a los no locales ganó por un 80%.
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