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Almagro activa la Carta Democrática de la OEA para Venezuela

El jefe de la OEA considera que el gobierno de Maduro está al borde de la “ilegitimidad”

Silvia Ayuso

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, activó este martes la Carta Democrática Interamericana para Venezuela, al considerar que hay elementos suficientes que indican que en el país sudamericano se está produciendo una afectación del “orden democrático” que puede llevar a una situación de “ilegitimidad” si no se remedia.

El secretario general de la OEA, Luis Almagro
El secretario general de la OEA, Luis AlmagroLENIN NOLLY (EFE)

En un informe de 132 páginas, Almagro insta al Gobierno de Nicolás Maduro a garantizar la celebración este año del referéndum revocatorio, a liberar a los presos políticos y a detener el “bloqueo permanente” de la Asamblea Nacional, en manos de la oposición que le había solicitado actuar ante la crisis que se vive en el país sudamericano.

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"La Secretaría General de la OEA considera que la crisis institucional de Venezuela demanda cambios inmediatos en las acciones del Poder Ejecutivo respecto a lo señalado supra a riesgo de caer en forma inmediata en una situación de ilegitimidad", advierte Almagro en su informe, publicado en la web de la organización.

La invocación del documento básico de la OEA para proteger la democracia en la región cuenta con el rechazo frontal de Caracas, que incluso ha amenazado con buscar la destitución de Almagro si este seguía adelante con sus planes, como ha hecho ahora. Aunque sustentado en el artículo 20 de la Carta, que le da esta potestad al secretario general, el paso dado por Almagro no tiene precedentes, por cuanto que es la primera vez que se activa la Carta sin el consentimiento expreso del gobierno legítimo del país afectado. La invocación de la Carta Democrática puede llevar, en último término, a la suspensión del país, como sucedió en el caso de Honduras tras el golpe de Estado de 2009, pero antes implica una larga serie de gestiones diplomáticas en busca de una solución consensuada.

Antes que nada, Almagro necesita que una mayoría simple de los miembros de la OEA —18 votos de 34 miembros— coincidan en su apreciación de que la “alteración del orden constitucional” detectada es tan “grave” que puede “afectar gravemente al orden democrático” del Estado señalado, tal como él argumenta en su extenso informe.

Almagro actúa sin apoyo explícito de la región

Por ahora, no parece que Almagro tenga los suficientes apoyos para que su iniciativa pueda proseguir. Aun así, obliga a los Estados todavía reticentes a posicionarse abiertamente ante la situación de Venezuela. “El solo hecho de hablar de la posibilidad de invocar la Carta ha provocado negociaciones de todos lados. Lo importante es que ha abierto una serie de oportunidades que al momento no existían”, dijo su portavoz, Sergio Jellinek, a periodistas tras la publicación del informe. "Los países tendrán que decidir de qué lado de la historia quieren quedar", retó.

En su informe, que elaboró personalmente, Almagro solicita al presidente temporal del Consejo Permanente, el embajador argentino Juan José Arcuri, que convoque a una sesión "urgente" del Consejo entre el 10 y el 20 de junio. Entre esas fechas, del 13 al 15, se celebrará en República Dominicana la Asamblea General anual del organismo que reunirá a todos los cancilleres y en la que, inevitablemente, la crisis venezolana planeará aunque no sea incluida en el temario oficial.

“La continuidad de las violaciones de la Constitución (…) implica que la responsabilidad de la comunidad hemisférica es asumir el compromiso de seguir adelante con el procedimiento del artículo 20 de una manera progresiva y gradual que no descarte ninguna hipótesis de resolución, ni las más constructivas ni las más severas”, señala Almagro en su informe. “La acción es la que le da eficacia a la protección internacional de la democracia”.

Una contramaniobra

Aunque Almagro había dicho que publicaría el informe esta semana, la forma y momento elegido —a primera hora de la mañana tras un día festivo en Estados Unidos, sede de la OEA, por la web, y sin aviso previo— ha sorprendido a propios y ajenos al organismo hemisférico. Sobre todo cuando Argentina había convocado —también de forma inesperada— a una reunión mañana miércoles para tratar la situación de Venezuela, sin mencionar en ningún momento el informe de Almagro. Ello ha llevado a interpretar la maniobra argentina como un intento de frenar al excanciller uruguayo, cuyo enfrentamiento personal con el Gobierno de Maduro —al que recientemente llamó mentiroso y traidor en respuesta a sus acusaciones de ser un agente de la CIA— inquieta a muchos países de la región.

La contramaniobra de Almagro, adelantándose a su vez a Argentina, es una muestra más de su decisión personal de denunciar la situación en Venezuela pese a que no cuenta necesariamente con el respaldo de los países a los que representa en el organismo. Frente a las críticas de que actúa por su cuenta y no en nombre de una organización que representa a todos los Estados de las Américas, Almagro declaró en abril a EL PAÍS que no cabe la “neutralidad moral cuando hay presos políticos y la democracia no está funcionando”.

Aunque la preocupación por Venezuela es, desde hace tiempo, tema de conversación en los pasillos de la OEA, hasta ahora los países han evitado que el tema derive en una confrontación pública. Sobre todo en la forma que pretende Almagro, invocando la Carta Democrática Interamericana. De ahí la nueva iniciativa de varios países liderados por Argentina, que considera "prematura" la invocación de la Carta, para hablar sobre Venezuela pero sin mencionar el documento, como una especie de tercera vía intermedia entre la oposición frontal de Caracas a que siquiera se lleve su situación a la OEA y la demanda de Almagro de iniciar acciones concretas de mediación.

Además de la previsible reacción de Caracas y de una potencial escalada de la tensión, muchos de los países temen también que el paso de Almagro pueda sentar un precedente en una región que le tiene alergia a cualquier cosa que suene a injerencia en sus asuntos. De ahí que estén tratando de dilatar este paso lo más posible, al menos hasta que se dé por completamente agotada cualquier otra vía de solución. Algo que muchos consideran no ha sucedido aún, puesto que, alegan, están en marcha las conversaciones bilaterales en las que median los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero de España, Leonel Fernández de República Dominicana y Martín Torrijos de Panamá.

Almagro quiere que la OEA coopere en la mediación de Unasur

Entre las propuestas lanzadas por Almagro en su largo informe, está la posibilidad de que la OEA se una a los esfuerzos de diálogo entre gobierno y oposición liderados actualmente por Unasur y que están realizando los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos.

Su idea, señala en el informe, es que la OEA se coordine en este esfuerzo —que pasaría a ser conjunto— y que de su lado participen "dos o tres expresidentes más". Propone para ello a los españoles Felipe González, que ha asumido la defensa de los opositores presos Leopoldo López y Antonio Ledezma, y José María Aznar. Este último, al igual que los otros exmandatarios propuestos —el uruguayo Luis Alberto Lacalle, el colombiano Andrés Pastrana, el chileno Sebastián Piñera y el boliviano Enrique Quiroga— suscribieron hace dos semanas en Miami una declaración en la que una veintena de expresidentes denunciaban el "deterioro económico, social y de gobernabilidad" en Venezuela, en nombre del foro Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA). Nada más conocer la invocación de la Carta realizada por Almagro, los exmandatarios agrupados en este foro emitieron a su vez una declaración de apoyo al jefe de la OEA.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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