Un escándalo de vacunas caducadas expone los fallos del sistema de salud en China
La OMS insta al país asiático a mejorar la supervisión del sistema privado de vacunaciones
La señora Zhang, comercial en una empresa extranjera y madre de un niño de siete años, lo tiene muy claro: “Este último escándalo no ha minado mi confianza en la sanidad pública china, porque desde hace ya tiempo tengo muy poca”. Zhang se refiere a la red de venta de vacunas infantiles caducadas que ha salido a la luz en los últimos días en China. Un escándalo que ha contribuido a aumentar las dudas de los ciudadanos sobre su sistema sanitario en un país donde el sector médico aún sufre graves deficiencias.
El caso al que alude Zhang se ha destapado con la detención de una farmacéutica y su hija, quienes durante cinco años vendieron vacunas caducadas en la provincia de Shandong, en el este del país. El arresto —ocurrido hace casi un año, pero divulgado en febrero— generó la apertura de una investigación en la que ya han quedado detenidas al menos 130 personas.
Cerca de 300 proveedores en 24 provincias chinas compraron o vendieron vacunas a las sospechosas. Según la Administración China para la Alimentación y los Medicamentos, la trama de distribución ilegal de vacunas implica a 19 clínicas. Los medicamentos habían sido fabricados legalmente, pero se manipularon y transportaron incorrectamente y habían quedado inservibles.
Hasta el momento se desconoce cuántas personas han resultado afectadas, o dónde exactamente. Los investigadores tratan de determinar el paradero preciso de vacunas por valor de cerca de 80 millones de euros.
El escándalo se ha convertido rápidamente en el mayor de los últimos años en materia de salud pública. Mientras muchos padres expresaban su indignación a través de las redes sociales, el primer ministro, Li Keqiang, se vio obligado a aludir al asunto el pasado viernes en un foro en el sur de China y prometer que los culpables recibirán un “duro castigo”.
Eso no ha impedido que algunos medios locales hayan recomendado a los padres que lleven a sus hijos a vacunarse a Hong Kong. O que crezca la indignación ciudadana a medida que se conocen más detalles sobre el caso: las detenciones iniciales se practicaron en abril del año pasado, pero solo se divulgaron en febrero, lo que supone que el caso se silenció al público durante casi un año. Otros datos apuntan a posible corrupción: las clínicas implicadas supuestamente vendieron vacunas a punto de caducar a proveedores que a su vez las revendieron a otros centros médicos.
Ante la desconfianza del público, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha salido al paso para alertar del riesgo de que algunos padres puedan dejar de vacunar a sus hijos. “Uno de los problemas de la situación actual es el riesgo de que disminuya la confianza de los padres en la inmunización y nieguen las vacunas rutinarias a sus hijos. Eso sería un resultado terrible”, ha escrito el representante de la OMS en China, Bernhard Schwartländer.
Supondría también un duro revés para un programa de vacunaciones que, iniciado en 1978, ha conseguido erradicar enfermedades como la polio y que ha alcanzado —en casos como el sarampión— al 99% de la población infantil, por encima de países como EE UU, donde la proporción es del 91%.
La OMS ha clarificado que, aunque estén caducadas, las vacunas no son tóxicas. El único riesgo que supone, en general, el haber recibido una dosis inservible es el de creer erróneamente que el afectado ha quedado inmunizado.
Pero también ha lanzado un toque de atención a las autoridades chinas. Aunque el sistema de inmunización público, que incluye las vacunas básicas, “es seguro”, el sistema privado —donde se suministran en China la mayoría de las inoculaciones optativas, para enfermedades como la encefalitis o la gripe— padece graves problemas. “Las vacunas disponibles en el sector privado deben gestionarse, almacenarse, manipularse, distribuirse y usarse de acuerdo con la normativa reconocida”, ha señalado este martes en una rueda de prensa Lance Rodenwald, experto en inmunización de la OMS.
“Muchos padres están preocupados y tienen miedo”, ha explicado Rodenwald. “Es una situación muy seria, pero no hay nada que hayamos visto que nos haga pensar que las vacunas [en China] no empiezan su vida como seguras, limpias y efectivas.”
Aunque el mensaje puede no ser suficiente para inspirar confianza en un sistema sanitario plagado de problemas, desde las enormes carencias de equipamiento en las zonas rurales a la saturación en los hospitales urbanos. Con un cuerpo médico exhausto y mal pagado, en los últimos años se han producido escándalos como las redes de sobornos tejidas por la farmacéutica GlaxoSmithKline para que los galenos recetaran sus medicinas y no otras.
“Un legado del experimento de China con la economía de mercado [en el sector médico] es la percepción muy extendida de que los doctores anteponen su bienestar económico a los intereses de los pacientes”, denunciaba en abril pasado un artículo de los expertos David Blumenthal y William Hsiao en la revista New England Journal of Medicine.
Y además, los ciudadanos aún tienen también muy presente el mayor escándalo en materia de salud infantil hasta la fecha, el caso de la leche mezclada con melamina que causó la muerte a 6 niños y enfermó a otros 300.000 en 2008.
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