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Río promete ahora urbanizar los restos de la favela del Parque Olímpico

El alcalde carioca cumple su promesa cuando apenas queda un puñado de casas

Demolición este martes de la casa-símbolo de Vila Autódromo.
Demolición este martes de la casa-símbolo de Vila Autódromo.YASUYOSHI CHIBA (AFP)
María Martín
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El alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes, prometió este martes que antes de los Juegos Olímpicos urbanizará la Vila Autódromo, una favela que ha sido reducida a escombros por su proximidad con el Parque Olímpico. La promesa llegó el mismo día que, por orden judicial, el Ayuntamiento demolía la casa de Maria da Penha Macena, símbolo de la lucha de quienes residían en la comunidad contra las expropiaciones de los más pobres.

La historia de Vila Autódromo ha recorrido el mundo por representar el precio que algunos de los habitantes de Río han pagado por la celebración de los Juegos Olímpicos en su ciudad. La comunidad, según el proyecto del Ayuntamiento, impedía la construcción de las vías de acceso al Parque Olímpico y se expandía a lo largo de la orilla de la laguna de Jacarepaguá, un área de protección ambiental.

El área, en Barra de Tijuca, en la zona oeste de Río de Janeiro, tendrá a partir de agosto 30 nuevas casas de 55 metros cuadrados, con dos dormitorios y un patio, que se entregarán a las cerca de 30 familias que todavía resisten en el lugar. Habrá, al fin, iluminación, pavimentación, drenaje, alcantarillado y zonas de recreo. La zona tendrá también dos escuelas que se erguirán con las piezas del estadio olímpico de balonmano, que se construyó con materiales removibles. El proyecto costará tres millones de reales (793.377 dólares), calderilla si se compara con el precio de los estadios. Paes prometió también que, como se trata de un área pública, la zona no entrará en la mira de la especulación inmobiliaria y no se construirán allí otros edificios.

La urbanización llega a contrarreloj de la celebración de los Juegos, aunque sea una antigua exigencia de los vecinos de la comunidad que, con la ayuda de arquitectos, presentaron, en 2013 —y lo actualizaron el mes pasado— un plan de urbanización del barrio. Los cortes de luz y agua, así como la incertidumbre, a lo largo de dos años, de si el alcalde iba a cumplir su promesa de urbanizar sus calles, hizo que muchos residentes optasen por salir voluntariamente a cambio de una indemnización o una vivienda social. Algunas familias, después de negociar con el Ayuntamiento, se trasladaron al Parque Carioca, un complejo del programa federal Minha Casa Minha Vida, a 1,5 quilómetros de Villa Autódromo. No todos están contentos con el cambio. Tras conocer las voluptuosas indemnizaciones que recibieron algunos de sus vecinos, estas familias denuncian que se sienten engañadas y critican la mala calidad de los pisos de protección oficial que recibieron.

Maria da Penha es una de los últimos vecinos de Vila Autódromo, reducida hoy a un puñado de casas.
Maria da Penha es una de los últimos vecinos de Vila Autódromo, reducida hoy a un puñado de casas.YASUYOSHI CHIBA (AFP)

La fórmula municipal para resolver lo que, ya en 2009, se presentaba como un reto político conflictivo –acabar con una comunidad pobre en prol de millonarios estadios– fue expropiar las casas de 275 de las 824 familias que vivían en aquella zona y ofrecer generosas indemnizaciones y apartamentos sociales a quienes quisieran marcharse voluntariamente. En un principio, la que fue una comunidad de pescadores fundada en 1960, no quería marcharse, pero las indemnizaciones eran suculentas y el futuro incierto. Al final, tentadas por las ofertas y ante el panorama de resistencia que les esperaba a las que se quedasen, 531 familias, que no necesitaban abandonar sus viviendas, decidieron marcharse.

Si la ejecución de las obras cumple el plazo programado, la prensa internacional que cubrirá los Juegos Olímpicos se perderá la vista que puede contemplarse hoy desde las ventanas del edificio destinado a los periodistas en el Parque Olímpico: una Villa Autódromo llena de escombros no recogidos por el Ayuntamiento tras las demoliciones, residentes sin agua ni luz hace meses, casas mordidas por excavadoras y barrizales. A pesar de las presiones y manifestaciones de los simpatizantes de la causa para que el Ayuntamiento presentase un plan para la favela cuanto antes, el alcalde ha esperado a ver reducida la comunidad a un puñado de casas dispersas para cumplir su promesa de adecentar el lugar, transformado en la maqueta en, literalmente, dos calles.

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Sobre la firma

María Martín
Periodista especializada en la cobertura del fenómeno migratorio en España. Empezó su carrera en EL PAÍS como reportera de información local, pasó por El Mundo y se marchó a Brasil. Allí trabajó en la Folha de S. Paulo, fue parte del equipo fundador de la edición en portugués de EL PAÍS y fue corresponsal desde Río de Janeiro.

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