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La fiscalía francesa detalla los problemas mentales del piloto Lubitz

El alemán, que estrelló un avión de la compañía Germanwings con 149 personas a bordo, casi no dormía

Andreas Lubitz participa en el maratón Airportrace de Hamburgo el 13 de septiembre de 2009.
Andreas Lubitz participa en el maratón Airportrace de Hamburgo el 13 de septiembre de 2009. Team-Mueller (Reuters)

El 24 de marzo de 2015 y cuando el reloj marcaba las 10:31 horas, Andreas Lubitz, el copiloto del Airbus 320 de la compañía alemana Germanwings que cubría la ruta Barcelona-Düsseldorf, se encerró en la cabina y programó el ordenador del avión para que descendiera de una altitud de 11.500 metros hasta sólo 30 metros. Pocos segundos después el avión de Germanwings se estrellaba en los Alpes franceses, una tragedia que le costó la vida a 149 personas, entre ellas 60 españoles.

Casi un año después de la tragedia, la fiscalía francesa logró documentar en más de 6000 páginas detalles del accidente, la forma en que se identificó a las víctimas y, más importante aún, reconstruyó los problemas mentales que padecía el copiloto de 27 años, quien había consultado a 41 médicos antes de poner fin a su vida, la de los pasajeros y el resto de la tripulación. Según la fiscalía, todos los médicos habían llegado a la conclusión de que Lubitz sufría de serios trastornos psíquicos y, peor aún, ninguno de ellos buscó el contacto con la compañía para advertirle del riesgo que suponía el copiloto para la seguridad de los aviones.

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El informe final de la fiscalía francesa se conocerá el próximo 13 de marzo, pero este sábado el periódico Bild publicó en exclusiva un resumen del informe donde queda al desnudo la magnitud de la angustia psicológica que sufría Lubitz. Bajo el titulo "¡Tengo miedo! Duermo solamente dos horas por noche”, el rotativo documenta el desarrollo de la enfermedad del copiloto.

El 17 de febrero de 2015, por ejemplo, la médico Birgit P. envía a Lubitz a un psiquiatra, después de constatar que su paciente sufre de una compleja enfermedad psicosomática que le causa angustias y problemas de visión. Aun así, la médico le receta un somnífero.

El 2 de marzo, la clínica neurológica de la Universidad de Düsseldorf le aconseja a Lubitz someterse, de forma urgente, a una psicoterapia. Lubitz responde que desea que su médico de cabecera no sea informado. Ocho días después, la médico Birgit P. lo transfiere a una clínica psiquiátrica ambulante y ese mismo día, Lubitz le envía un correo electrónico urgente a su psiquiatra de Montbauer (la ciudad donde nació), el doctor Robert S., donde le confiesa que tiene miedo de quedar ciego, sus problemas crónicos para dormir y la necesidad que tiene para buscar un tratamiento que le permita conciliar el sueño y disminuir el estrés.

“Hace ya dos semanas que estoy tomando Mirtazapina [un medicamento antidepresivo], pero después de constatar que no he mejorado con una dosis de 15 gramos, la he duplicado, lo que me vuelve muy nervioso y me provoca pánico a causa de los problemas de visión”, señala Lubitz en el correo electrónico. “Desgraciadamente los problemas que tengo para dormir no han mejorado y muchas noches las paso en vela. Tengo miedo”.

Según Germanwings, entre el 16 y el 22 de marzo de 2015, Lubitz se encontraba con permiso médico. El 23 de marzo había regresado a trabajar y voló de Düsseldorf a Berlin. Ese mismo día regresó a la ciudad renana y 24 horas después estrelló el Airbus en los Alpes franceses.

Dos días después del accidente, el psiquiatra Robert S., declaró ante la policía: “No me digan que él ha pilotado un avión. Yo no tenía la impresión de que, en una situación de crisis, el sería capaz de pilotar un avión”. La Fiscalía francesa, según el Bild, aún no tiene claro el rol que jugó el medico en la tragedia, un experto que ya había tratado al copiloto entre el mes de noviembre de 2008 y julio de 2009 a causa de una grave depresión. En enero de 2015, Lubitz retomó el contacto con el médico para solicitarle un certificado donde se asegurara que estaba capacitado para volar. "No se preocupe. Yo se lo daré”, le dijo, pero nunca lo sometió a un nuevo examen.

El resultado de la investigación de la fiscalía francesa, además de documentar la magnitud de los trastornos psíquicos que sufría Andres Lubitz, también dejan al desnudo el grave fallo de la compañía que nunca logró detectar los problemas del copiloto, un error que le puede obligar una multimillonaria indemnización a los familiares de las víctimas. Un abogado de un grupo de familiares en Alemania ya anunció que se querellará ante una corte de Estados Unidos contra la escuela de pilotos de Lufthansa en Phoenik, Arizona. “Fue ahí, donde el copiloto detuvo por un tiempo su formación de piloto por problemas psíquicos. No tendrían que haberlo retomado”, dijo el abogado Christof Wellens.

La exclusiva del Bild está acompañada de un breve comentario titulado Silencio mortal, donde la periodista Larissa Krüger analiza el papel que jugaron los sanitarios que atendieron al copiloto. “Algunos médicos sabían que Lubitz no podía seguir volando, pero a causa de su silencio profesional permanecieron callados. ¿Tenían que haberlo advertido a la compañía? En este caso extremo, los médicos tendrían que haber reaccionado de inmediato…. para salvar vidas, como exige el juramento”.

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