Rajoy muestra flexibilidad ante las peticiones británicas
El mandatario busca que “las limitaciones a la libre circulación de trabajadores sean las mínimas”
Si el Reino Unido acaba marchándose de la UE no será por culpa de España. El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, llegó este jueves al Consejo Europeo con una “actitud constructiva”, dispuesto a “hacer cuanto esté” en su mano para que el primer ministro británico, David Cameron, gane el referéndum sobre la permanencia de su país en la UE que prevé celebrar en junio.
Fuentes de la delegación española aseguraron anoche que “el texto tal como está [es decir, la propuesta del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk] es aceptable”. Los puntos por acordar, que en el borrador de conclusiones aparecen entre corchetes, no eran lo bastante sustanciales como para cambiar esta opinión, aunque el objetivo de Rajoy fuese que “las limitaciones a la libre circulación de trabajadores sean las mínimas”. Es decir, que los motivos esgrimidos para activar el llamado freno de emergencia, que permite recortar prestaciones sociales a los trabajadores comunitarios, quedasen acotados en lo posible y que la duración de esta medida excepcional no se pudiese prolongar tanto que la hiciera de hecho permanente.
Quizá porque sabía que Rajoy no sería un obstáculo a sus pretensiones, Cameron no había vuelto a entrevistarse con el jefe del Gobierno español desde que visitó La Moncloa en septiembre, aunque sí conversaron telefónicamente, la última vez el pasado viernes, y este jueves intercambiaron unas palabras al inicio de la cumbre. Apoyándose en Francia, España hizo hincapié en que la supervisión financiera, que en Reino Unido corresponde al Banco de Inglaterra, debe ser similar dentro y fuera de la zona euro, para evitar distorsiones en la competencia a ambos lados del Canal de la Mancha. Y probablemente también porque una entidad de origen español, el Banco de Santander, tiene casi un tercio de sus activos en países europeos ajenos al euro, sobre todo en Reino Unido.
Consciente de su debilidad como presidente funciones, Rajoy acudió a Bruselas con el “beneplácito” de la mayoría de los grupos del Congreso, salvo Podemos, que obtuvo el miércoles el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo. Pero ya el viernes anterior, durante su entrevista con el líder socialista, Pedro Sánchez, consiguió neutralizar el mayor riesgo: que el Congreso le impusiera un “mandato cerrado”, como había sugerido Ciudadanos. Según explicó él mismo, Rajoy convenció a Sánchez de que resultaba “disparatado” imponerle una posición rígida, pues necesitaba “cierto margen de maniobra” para negociar con los restantes mandatarios. El líder socialista acabó aceptando, pues estaban de acuerdo en “lo sustancial”: la necesidad de que Reino Unido permanezca en el seno de la UE, con las “concesiones razonables”.
El Gobierno califica el pacto con el Reino Unido de “tratado internacional simplificado” y alega que no requiere ratificación del Congreso. Pero sí lo requerirá si se incorporan sus puntos principales a los tratados de la UE cuando se reformen para dar entrada a un nuevo socio. De momento, es solo un compromiso político.
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